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Dedicar un día para celebrar o conmemorar algo significa reivindicar, dar a conocer, tener en cuenta y manifestar con gratitud el aporte realizado en nuestro favor. Cada 11 de septiembre, en Argentina celebramos el día del maestro. ¿Sabés por qué?
Por Adriana Casco (*)
El “Padre del Aula”
El 11 de septiembre de 1888, se recuerda el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, reconocido como el “Padre del aula”.

Nació en San Juan, en el seno de una familia modesta. Con determinación y una gran visión, llegó a ser nada más y nada menos que hasta presidente de la Nación. Durante su mandato, entre 1868 y 1874, fundó 800 escuelas en todo el país, la Academia Nacional de Ciencias, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, el Colegio Militar, el Liceo Naval y el Observatorio Astronómico.

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Pueden realizarse diversas críticas en cuanto a su forma de pensar y de actuar, pero lo cierto es que le debemos, además de las obras mencionadas, la creación de la primera Escuela Normal, formadora de maestros, de Paraná: un orgullo para Entre Ríos.
Homenaje especial
Si hay una profesión que demanda exclusividad, entrega, vocación de servicio, amor del bueno y generosidad, estamos hablando de la docencia.

Tarea noble, poco reconocida, muchas veces despreciada y ninguneada, por decirlo de algún modo, pero que es la base sobre la cual se crean todas las otras profesiones.

Tarea sencilla, silenciosa, resiliente, que sabe de fracasos y de logros, de luchas y de conquistas, de momentos amargos y de grandes gratificaciones.

Hoy, un profundo agradecimiento a quienes nos han formado y aún hoy lo siguen haciendo, con esmero, con vocación, con responsabilidad y compromiso.
Dos testimonios ilustrativos
Norma Ponce es maestra jubilada. Nacida en Concordia. Su papá era ferroviario, fue trasladado a Monte Caseros y es así como la familia se radicó allí. Ingresó a la Escuela Normal de esa ciudad y se recibió de Profesora para la Enseñanza Primaria en 1991.

Consiguió trabajo en zona urbana, al año siguiente. Junto a otras compañeras correntinas viajaban, en un principio y hasta 1993, en tren, luego en colectivo y, posteriormente, a dedo, todos los días. Dependiendo de las necesidades, por momentos alquilaba un departamento para viajar menos, cuando esto no era posible, debía volver a viajar diariamente.

En 2012, le entregaron el premio al mérito otorgado por el Concejo Deliberante de Concordia, en reconocimiento a su dedicación y compromiso. Fue elegida por sus compañeras, mientras trabajaba en la escuela N° 16 “Manuel Pacífico Antequeda” de Colonia Ayui.

“Esta profesión me dejó como enseñanza el gran amor que podemos recibir, tanto cariño, tanto respeto”. “En Colonia Ayuí tuve como estudiantes a los hijos de mis primeros estudiantes”, afirma con agradecimiento, Norma.

Mónica Ponce también es docente, hermana de Norma, nacida en Concordia y radicada en Monte Caseros. En su haber hay numerosas suplencias en distintos barrios de Concordia. Actualmente, desempeña su labor como Personal Único en la escuela rural N°68 “María Elena Walsh” de Colonia Yeruá.

Para llegar a la escuela, situada a 230 kilómetros de su casa, debe hacer dedo. Esto requiere que, a las 5 de la mañana, esté comenzando su tarea para llegar a las 11:45, horario de ingreso de los niños. Como el turno es rotativo, algunos días se queda en la escuela y otros viaja.

Como es personal único, debe realizar todas las tareas que demanda el mantenimiento de una institución: enseñanza, administración, limpieza, desmalezamiento y cocina. Afortunadamente cuenta con la colaboración de los vecinos y padres.

Los niños vienen caminando, a caballo, en bicicleta o en el mejor de los casos, son traídos por sus padres en vehículos.

(*) Es estudiante de la Tecnicatura Superior en Comunicación Social del Instituto de Profesorado "Concordia".
Fuente: El Entre Ríos.

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