Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
José y Ana, su hermana y fiel colaboradora
José y Ana, su hermana y fiel colaboradora
José y Ana, su hermana y fiel colaboradora
Vive en el barrio “Los Gurises”, ubicado al noroeste de Concordia, cerca de la escuela Juana Azurduy, que fuera conocida por haber sufrido 38 robos en poco tiempo. Además, esa zona fue noticia por el asesinato de un joven a sangre fría, en la puerta de su casa. Pero no todo son enfrentamientos o robos, allí también existen personas que quieren ayudar a cambiar la realidad.

José Vega vive en ese lugar, es no vidente, pero eso no le impidió encontrar el modo de empezar a cambiar la realidad de sus pequeños vecinos. Esta semana, una persona que vive cerca de su casa, que ahora se transformó en merendero, publicó en Facebook una imagen y un texto en el que contaba la historia y daba a conocer algo del trabajo de José y su familia. El detalle: La vecina contó que este hombre utiliza la pensión que cobra por discapacidad para alimentar a los más chicos.

La casa de José está ubicada en una cortada cercana a la “escuela de los 38 robos”. Él y su familia abren las puertas con una sonrisa, dispuestos a mostrar cada detalle y contar de qué se trata la movida que fue tantas veces compartida en Facebook. Antes de dar detalles, José resume con una frase corta lo que significa el comedor para él: “Este es el sueño de toda mi vida”, me dice mientras sigue sonriendo.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Jose, su hermana y su madre, en el patio merendero Agrandar imagen
Jose, su hermana y su madre, en el patio merendero
Las ganas, motor para empezar
El comedor y merendero se llama “Los chicos de José”, la actividad comenzó hace 3 meses allí, en el lugar en que él transita sus días y su vida. Durante varios años fue un trabajador de la cosecha que viajó por varias provincias, hace casi 9 tuvo un problema y perdió la visión, a partir de allí dejó de trabajar y contaba con un sentido menos, pero, a pesar de esa condición, percibió las necesidades de sus allegados y decidió actuar.

“Empezamos con un poquito de leche y torta, al otro día hicimos arroz con leche y así comenzamos. A veces vienen 35 chicos, otras 40 y todos son del barrio, hasta aproximadamente los 11 años”, contó y agregó: “Los fondos salen de nuestros bolsillos, a veces nos ayudan los vecinos, pero casi todo lo ponemos nosotros”.

“Yo digo que es mi sueño porque desde siempre estuve pensando como ayudar. Los más chicos son débiles, entonces ayudarlos y recibirlos me hace sentir bien. En algún momento yo lo pasé, yo se lo que es”, contó.

Ana Vega, su hermana y colaboradora, contó que usualmente los niños van luego de la escuela a tomar la leche; además cenan a las 8 de la noche, aunque eso depende de quienes cocinan “porque hacemos todo en el fuego de una parrillita”, explicó la mujer.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Así es la parrilla en la que cocinan para compartir Agrandar imagen
Así es la parrilla en la que cocinan para compartir
“Notamos que los chicos vienen a buscar comida, a veces no tanto la merienda, pero la comida es seguro, siempre vienen a buscar su plato”, aseguraron.

La casa es chica, pero el corazón es grande, y al visitar el lugar surge la duda: ¿Por qué ellos decidieron sacar de sus bolsillos para compartir con los niños? “Fuimos a pedir en algún momento ayuda, pero entendían que la escuela se hace cargo de los chicos. Nos vinimos un poco amargados, pero gracias a Dios pudimos empezar, porque ganas no nos faltaban. Empezamos con mucha fe, no perdimos las esperanzas y por eso estamos tan contentos”.

José no pasa desapercibido, así como tomó las riendas del proyecto, se encarga de que ningún chico falte a las meriendas o cenas. “Yo conozco el barrio y salgo a buscarlos para que no pase nada raro, los llevo y los traigo, llego a la puerta de la casa y chiflo, entonces ya saben que están por comer”, contó entre risas.
Agradecimientos y deseos a futuro
Luego de la viralización en Facebook recibieron algunas donaciones, algunas personas se acercaron y llevaron ropa y calzado. Pero en la lista, para quienes deseen aportar para el comedor y merendero, lo necesario siempre es: leche, comestibles, fideos, arroz, condimentos, verduras y puré de tomate. Afortunadamente, también otras personas son solidarias y, al ver el gesto de José y su familia, hay quienes decidieron donar carne y pan, “así que con eso no tenemos problemas”, dijo Ana, que detalló: “También se acerca una persona de la parroquia Del Valle, que colabora desinteresadamente y nos han donado mesas y algunos banquitos, todo sirve”.

La ayuda de la parroquia también se vio traducida en clases de catequesis. En una de las paredes cercanas a la mesa en la que comparten las comidas hay algunos afiches de las primeras clases y lo que los niños van aprendiendo.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Una mujer da catequesis a los niños Agrandar imagen
Una mujer da catequesis a los niños
Aunque recién empezaron y tienen energías, el deseo del grupo es seguir por el mismo camino. “En vistas al futuro esperamos seguir adelante y no bajar los brazos, teniendo en cuenta que el aporte sale de nuestros bolsillos a veces se hace complicado, pero no tenemos problemas de aportar. A veces, cuando no tenemos sacamos fiado en el kiosco, a veces aporta nuestra mamá, pero siempre llegamos a los horarios con las comidas listas”, reseñaron.

José, Ana, su familia y las colaboradoras, Yanina Cabaña y Nadia Cabaña, están todos los días en el merendero y comedor, en Cortada 59 y Moulins, a un costado de la escuela Juana Azurduy. En Facebook figuran como “Merendero Los Chicos De Jose”.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario