“Igualmente –aclaró-, debe tenerse presente que esta estimación refiere a una iniciativa para la que no existe un proyecto definitivo ni mucho menos, sino que se está en los pasos correspondientes a estudios de prefactibilidad para ingresar en factibilidad e impacto ambiental, y que además no se ha establecido si comprende solo hasta Concepción del Uruguay o si habrá una etapa hasta Paysandú, lo que se considera improbable”.
González Lapeyre considera que “la experiencia indica que debe adecuarse la modalidad del transporte fluvial a las características del río, y no el río al tipo de barco que se quiere utilizar. Personalmente considero que cuando se trata de proyectos e iniciativas de este tipo, se debe proceder con suma cautela, analizando con cuidado la ecuación costo-beneficio y, en particular, el mercado que se va a captar. El área acuática está jalonada por grandes frustraciones que, en su mayoría, se produjeron por el mal asesoramiento de los que las promovieron. Son múltiples los ejemplos que podríamos dar, pero creo que basta con mencionar el puerto de aguas profundas de Rocha, lo que aconteció con los buques Alianza del Plata, Provincias Unidas, Paysandú y Expreso del Plata, el puerto pesquero de Capurro y con la Hidrovía del Río Uruguay”.
Recordó que “hace 120 años llegaban a la ciudad de Salto buques de pasajeros y carga de manera fluida y periódica y en aquellos tiempos las profundidades eran las naturales del río. La reactivación de los puertos de Fray Bentos y Paysandú no pasa por la profundización del canal, pasa por la captación de las cargas, por el estímulo que el transporte por agua debe recibir del Estado, por el combate a la discriminación que existe a favor del transporte terrestre, pasa por el acuerdo con las empresas navieras y con los productores”.