En los casi tres años que se extendió la investigación penal preparatoria de la Unidad Fiscal de Colón, “pocas personas supieron verdaderamente cuántos miedos tuve que superar atrás de todo esto, cuánto cansancio acumulado y cuánto mal sueño”, reveló.
“Me invadieron tantas noches las ganas de rendirme, de dar un paso al costado: al fin y al cabo también tengo derecho a no paralizar mi vida tantos años a la espera de justicia”, dejó planteado quien se puso al hombro y siguió día a día el caso. “Ser parte de un proceso penal es eso: mientras la vida pasa y continúa, a la vez estás anclada a la espera de que el caso se resuelva. A veces te cansás tanto que ya no te importa cómo se resuelve, solo querés poder seguir tu vida con una liviandad que tanta espera e incertidumbre hacen imposible”, reflexionó.
“Supe esperar” y “aprendí a esperar” fueron sus conclusiones. “Al fin y al cabo nunca me rendí porque cada vez que lo pensé, me acordé de Ana (la doctora Analía Fernández, codenunciante, que se quitó la vida a fin de 2021) y su sonrisa, de su fuerza y su deseo que se haga justicia”, rememoró. En una extensa lista de agradecimientos, incluyó a quienes creyeron en la causa, “especialmente a Sandra Giovenale y Micky Roude, que incondicionalmente me apuntalan a seguir” y “a todas las demás personas que me escriben porque quieren saber noticias y se indignaban cuando el tiempo pasaba sin novedades”.
Asimismo, reconoció “a los medios de comunicación por su actuar imprescindible” y “a todos los colegas que he conocido y me han brindado conocimiento y aliento para seguir”.
“Gracias al doctor Martín Jauregui, quien me representa en la causa y entiende perfectamente la angustia y la ansiedad que genera ser víctima de un delito y ser parte de un proceso penal”, añadió.