El sector comercio y servicios creció algo más de 7% en el primer bimestre del año, comparado con los mismos meses de 2021, pero todavía está más de 5% por debajo del pico de 2018, es decir la recuperación “es parcial y heterogénea”, afirmó Natalio Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).
A juicio del entrerriano, “la incertidumbre está erosionando las expectativas, lo que se suma al efecto director del menor poder de compra causado por la inflación. En este sentido, el directivo alertó que “la venta ilegal callejera lamentablemente da cuenta de un incremento”.
El dirigente -que a través de la CAC representa al 75% de las empresas privadas argentinas y abarca a más de 4 millones de trabajadores formales, y que de forma directa comprenden a 1,2 millones de trabajadores- reconoció las dificultades para “cubrir puestos, incluso algunos con remuneraciones atractivas, ante la perspectiva de resignar un plan social”. Al respecto considera que “se ha deteriorado en nuestro país la cultura del trabajo y del mérito, y esto es algo que deberíamos restaurar”.
En materia impositiva, el expresidente del Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia se manifestó en contra del impuesto a la renta inesperada, iniciativa que caracterizó de “negativa” ya que “agravaría la excesiva carga tributaria y la inestabilidad de las reglas de juego”.
A su juicio, para que Argentina pueda salir de la situación de inestabilidad económica es necesario “dejar de querer inventar la rueda, deberíamos mirar qué han hecho otros países (de la región o de otros lugares del mundo) para ser exitosos”.
Salarios
Periodista: Se acaba de acordar un nuevo ajuste salarial del gremio de comercio ¿cuánto impactan los salarios en los costos?Natalio Mario Grinman: La reciente firma del ajuste salarial para los empleados de nuestro sector responde al aumento de los precios, a fin de sostener el poder de compra de los trabajadores, sin desatender las posibilidades de pago de las empresas, muy golpeadas por la pandemia y el estancamiento económico que padecemos desde hace una década.
Si bien el salario es un componente destacado dentro de los costos, desde la CAC sostenemos que no es el más determinante en términos de las falencias de productividad y competitividad que registra el país.
P.: Si se mide los salarios en dólares son bajos, sin embargo, el costo laboral en algunos sectores insisten que es alto por las rigidices de algunos convenios laborales, ¿Qué factores afectan la productividad?
N.M.G: La productividad no depende solo del nivel de los salarios, sino que está estrechamente relacionada con los problemas estructurales que nuestro país arrastra desde hace ya varias décadas.
Es el costo argentino (exceso de impuestos, burocracia innecesaria, cambio permanente en las reglas de juego) el que pone un techo a las aspiraciones de crecimiento y desarrollo del sector privado.
A esto se suma la elevada pobreza y el deterioro educativo de nuestros jóvenes, mina la competitividad, demora la inserción internacional y dificulta la generación de empleos de calidad.
Ciertos aspectos de la legislación laboral, como aquellos que permiten la denominada “industria del juicio”, que puede hacer que una pyme que obra de buena fe termine en la quiebra por un diferendo con un trabajador, deberían ser corregidos.
P.: ¿Ha disminuido la venta ilegal en las calles?
N.M.G: La CAC releva, desde el año 2010, la venta ilegal callejera en las principales arterias de la Ciudad de Buenos Aires. En diciembre de 2021 detectamos el mayor nivel de puestos de venta ilegal callejera desde que comenzó la pandemia. Existe una compleja estructura enmascarada en los puestos de venta callejera que no solo comprende la competencia desleal por no pagar impuestos, alquileres o hacer fraudes marcarios, sino que también pueden implicar el “trabajo esclavo” y el tráfico de mercaderías robadas u otro tipo de actividades ilícitas.
La excesiva carga tributaria que recae sobre el contribuyente cumplidor es un aliciente para la expansión de la venta informal. Es un círculo vicioso que urge detener mediante una baja de impuestos y un combate firme contra la evasión.
P.: Se ha recuperado empleo, ¿en cuánto? Y, ¿desde cuándo?
N.M.G: El empleo privado del sector Comercio y Servicios ha comenzado a evidenciar signos de recuperación durante los últimos meses.
En concreto, en enero de este año, última información difundida por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, acumulaba 9 meses consecutivos de crecimiento interanual, pero aún no había alcanzado los registros de febrero de 2020, previo a la pandemia. Estimamos que cuando se difunda nueva información, veremos qué Comercio y Servicios habrá superado ese nivel.
P.: ¿Tienen dificultades para encontrar personal? ¿En qué áreas?
N.M.G: Suele observarse dificultades para conseguir personal de Tecnología de la Información (IT), específicamente aquellos que son expertos en seguridad informática y soporte técnico.
Son reclutados desde el exterior, con la posibilidad de prestar tareas en forma remota y percibiendo salarios en dólares y no dólares pesificados al tipo de cambio oficial, como les ocurre a las empresas que exportan servicios. Esta es otra de las adversas consecuencias que el control cambiario tiene para el desarrollo de nuestra economía, que se suman al severo escollo que significan las trabas a las importaciones.
P.: ¿Compiten los planes sociales con la contratación?
N.M.G: Absolutamente. Si bien hay una notable diferencia entre el monto que se percibe como ayuda económica del Estado (el plan Potenciar Trabajo hoy está en $ 19.470) y los salarios mercantiles ($ 90.000 de bolsillo aproximadamente). Es que existe la posibilidad de percibir una multiplicidad de beneficios del Estado en caso no poseer un empleo registrado, y por tal motivo en numerosas ocasiones el trabajador solicita no ser "registrado" o bien no se incentiva en aquellos la posibilidad de encontrar un empleo.
Muchos asociados de nuestra entidad nos manifestado la imposibilidad de cubrir puestos, incluso algunos con remuneraciones atractivas, ante la perspectiva de perder un plan social. Se ha deteriorado en nuestro país la cultura del trabajo y del mérito, y esto es algo que deberíamos restaurar.
P.: ¿Ustedes han suscripto el Plan Empalme?
N.M.G: El Plan Empalme es una buena iniciativa destinada a las empresas, pero resultó objetivamente un fracaso. Principalmente, por la falta de generación de puestos de trabajo, pero a su vez por la falta de continuidad en la gestión del esquema, lo cual lo llevó a obtener muy pobres resultados (comparado con lo esperado) y se terminó desactivando prácticamente.
P.: ¿Cómo cree que se puede solucionar el problema de ir sustituyendo planes por empleo en blanco?
N.M.G: Se deben generar las condiciones para que las empresas contraten. Por una parte, logrando una macroeconomía ordenada que les permita a las empresas crecer: una precondición para que las empresas quiera ampliar su plantilla es que las ventas crezcan.
A la vez, sería positiva una revisión de los costos laborales no salariales que muchas veces llevan a las empresas a evitar una nueva contratación.
La “industria del juicio laboral”, por ejemplo, hace que numerosas firmas cubran la demanda de mano de obra con el abono de horas extras al personal ya contratado, por temor al que al ampliar su plantilla terminen incorporando a un “trabajador problemático”.
Tenemos que apuntar hacia una modernización de nuestro ordenamiento laboral para no continuar perdiendo competitividad.
Debemos animarnos a analizar conceptos como la "polivalencia funcional" (que un trabajador pueda no solo realizar tareas de su propia categoría, sino también otras en la medida que sean compatibles y razonables), los bancos de horas, y todo aquello que lleve al empleador a tener un horizonte más claro respecto del nuevo vínculo laboral y así evitar que una nueva contratación pueda implicar un juicio laboral que termine con la empresa.
Actividad
P.: ¿Cómo está el consumo? Algunos especialistas sostienen que por efecto de la caída del poder adquisitivo está disminuyendo. ¿Cuál es la situación en el sector?N.M.G: Las perspectivas de nuestro sector, que está muy vinculado al consumo, lucen más como un estancamiento que como un nuevo proceso de crecimiento genuino.
El consumo, así como las inversiones, está muy ligado a las expectativas y la sensación térmica que vemos en la calle no es muy positiva. La incertidumbre está erosionando las expectativas, lo que se suma el menor poder de compra causado por la inflación. La gente tiene dudas sobre la estabilidad de su trabajo o si no se sabe qué va a pasar con los precios, eso afecta el consumo. Con las inversiones pasa algo parecido. Más allá de algunos sectores puntuales en donde puede haber interés extranjero, como la minería y el sector energético, vemos, más bien, una situación de tensa espera.
P: ¿Cómo se están recuperando los sectores que están representados en la CAC?
N.M. G.: Según las estadísticas disponibles, el sector Comercio y Servicios creció algo más de 7% en el primer bimestre de 2022 comparado con los mismos meses de 2021 y está casi empatado con igual período de 2020, previo a la pandemia.
Respecto a los primeros bimestres de 2019 y 2018, todavía estamos 4,3% y 7,9% por debajo, respectivamente. Es decir, hay una recuperación, pero es parcial y heterogénea (no alcanza a todas las ramas por igual), y tiene que tenerse en cuenta que el punto de partida tampoco era el ideal: cuando comenzó la pesadilla del covid-19, nuestro país ya arrastraba casi una década de estancamiento.
P.: ¿Cuáles son los sectores que se han recuperado en valores similares a las mejores épocas y cuáles no?
N.M.G: En general, Comercio y Servicios marcó un pico de actividad en la primera mitad de 2018. De ahí en adelante la trayectoria fue contractiva y todavía está algo más de 5% por debajo de aquel nivel.
En buena parte superada la crisis producida por la pandemia, la trayectoria actual no luce como si se tratara de una nueva fase de expansión o crecimiento firme, sino más bien da la sensación de un rebote que podría virar a un “estancamiento expectante”.
El sector de hoteles y gastronomía, si bien se recuperó fuerte este año gracias al fin de muchas de las restricciones sanitarias y a la aplicación de los programas “Previaje”, pero todavía está algo más del 16% por debajo de aquel pico de 2018.
Esta es la rama más comprometida en esa comparación con el pico de actividad. Comercio, en tanto, está cerca de 4% por debajo. Otros rubros como la enseñanza muestra niveles de operaciones por encima de aquel máximo, pero no son las que más ponderan dentro del agregado Comercio y Servicios, por eso en su conjunto, el sector se muestra todavía por debajo del pico antes mencionado.
P.: ¿Cuáles son las perspectivas en materia de ventas para este año?
N.M.G: La aceleración inflacionaria de los últimos meses erosiona el poder adquisitivo y genera incertidumbre, lo que sumado al difícil escenario a nivel global que se desató tras la invasión de Rusia a Ucrania, significa un lastre para el avance de las ventas. Es posible que para el promedio del año se observe un avance, pero sin dudas será más bajo que el visto en 2021.
Es cierto que los aumentos de precios pueden generar algún tipo de “huida del dinero” que potencie circunstancialmente la venta de algunos productos (“compro hoy antes de que aumente”; “me resguardo acumulando stocks”), pero es un fenómeno de corto aliento.
La inflación tiene más costos que beneficios, no solo para el sector representado por la CAC sino para el conjunto de la economía nacional, por lo que su control y paulatina reducción debería ser una prioridad de las autoridades públicas.
Inversiones
P.: ¿Cuáles son las perspectivas en materia de inversiones? ¿Hay sectores que están invirtiendo en ampliar su capacidad de producción?N.M.G: Argentina registra baja inversión desde hace años, niveles que apenas alcanzan para reponer el capital que se deprecia, pero que no son suficientes para ampliar sustancialmente la capacidad productiva. Ciertamente hay empresas que hoy en día amplían sus plantas o abren nuevos locales, lo que desde luego que es bienvenido, pero a nivel agregado la inversión continúa deprimida. Necesitamos una mejora sustancial, lo que demanda confianza en el futuro.
La inversión es una apuesta por el mañana, y para que esta apuesta se haga se requiere brindar reglas de juego adecuadas y un escenario de previsibilidad, algo de lo que evidentemente los argentinos carecemos desde hace demasiado tiempo.
P.: ¿En el gobierno afirma que la inversión viene creciendo, están observando interés de los inversores externos? ¿Si es así, en que rubros?
N.M.G: Medida al tipo de cambio paralelo, Argentina luce muy barata en dólares, lo que significa un aliciente para que lleguen inversiones del exterior, movidas por “compras de oportunidad” . Pero, como decía antes, necesitamos de inversiones cuantiosas: esto implica un importante y bienvenido rol para los capitales extranjeros, pero que en modo alguno reemplaza el papel fundamental que cumple el empresario local.
Nuestro país tiene múltiples sectores con un amplio potencial (el campo, los servicios basados en el conocimiento, los hidrocarburos, el turismo y tantos otros). Necesitamos crear las condiciones para que sea más atractivo en invertir en una empresa que desarrolle estas actividades y no en la acumulación de dólares. Pero esto con un escenario de libertad económica y de respeto por la iniciativa privada, valores que nuestra Cámara promueve desde su fundación hace ya casi 100 años.
Impuestos
P.: ¿Cómo definiría la carga impositiva que tienen las empresas que representa la CAC? ¿Lo tienen medido respecto a países limítrofes?N.M.G: El problema de Argentina es que tiene una presión tributaria como países de la OCDE pero una calidad del gasto que no se corresponde con esos estándares.
Adicionalmente, más allá del elevado monto que hay que pagarle al fisco –algo que erosiona la competitividad de las empresas–, debe advertirse que la estructura impositiva es harto compleja.
Si bien los doce primeros tributos son los que recaudan el 91% de los ingresos fiscales a todo nivel, la cantidad de impuestos y tasas de los distintos niveles gubernamentales, sumada a los regímenes de percepción y retención, hace que haya que dedicar recursos y tiempo a cumplir todas las normativas fiscales desalienta la inversión y la formalización de la economía.
P.: ¿Cuáles son los impuestos que más complican a la actividad?
N.M.G: El Impuesto a los Ingresos Brutos es uno de los más distorsivos que tiene nuestro país porque actúa en forma de cascada y cobra impuestos sobre impuestos.
Si bien son los tributos que las provincias pueden manejar de manera más o menos autónoma, son hijos de alguna falla en la estructura tributaria. La coparticipación federal debería discutirse, al igual que los niveles de gasto provinciales.
P.: ¿Qué opinión le merece el proyecto de imposición a la Renta Inesperada?
N.M.G: Haciendo la salvedad que no conocemos el documento en cuestión, consideramos que el Impuesto a la Renta Inesperada es una iniciativa negativa y parte de un error conceptual.
Entre los muchos males que afligen a nuestro país, hay dos que claramente se verían agravados si prosperara este proyecto: la excesiva carga tributaria y la inestabilidad de las reglas de juego.
Existe en Argentina un nivel desproporcionado de impuestos, que perjudica severamente la competitividad de las empresas —y que incluso en los últimos tiempos ha llevado a cambio de residencia de no pocas personas físicas—.
A la vez, Argentina lamentablemente se caracteriza por un permanente cambio en las normas, que genera una incertidumbre significativa. Todo esto conspira contra la inversión privada, imprescindible para generar puestos de trabajo genuinos y permitir el progreso económico y social. Es por todo esto que, de prosperar, sería algo muy desafortunado.
P.: En el gobierno estiman que son tiempos extraordinarios y que por lo tanto las empresas tienen que tener que ser solidarias…
N.M.G: Las empresas en Argentina y en el mundo entero son entidades cruciales en el quehacer social. Sin ir más lejos, no solo aportan desde la parte impositiva a las arcas comunes del país, sino que son las que dinamizan la economía a través de la innovación y de la creación de empleo genuino.
En un país con los niveles de pobreza y desempleo como el de la Argentina, deberíamos estar alentando a la creación de más y más compañías. Lamentablemente tenemos una de las más bajas tasas de empresas, por cada 1000 habitantes, de la región y eso hace pensar de cierto sesgo anti empresario. Esto es una deuda que le estamos dejando a nuestras futuras generaciones y que no podemos pasar por alto.
Futuro
P.: ¿Cuáles son los factores, en orden de importancia, que desalientan para invertir en una empresa en la Argentina?N.M.G: Primero la inestabilidad económica y política, luego las regulaciones y cambios de reglas constante, tercero los Impuestos, la perdida de la cultura del trabajo, los convenios laborales antiguos y la burocracia estatal. Resumiendo, la falta clima de negocios.
P.: A su juicio, ¿cuáles son los problemas más importantes que tiene que encarar la Argentina para salir de la situación de continua inestabilidad económica?
N.M.G: Es simple: dejar de querer inventar la rueda. Deberíamos mirar qué han hecho otros países (de la región o de otros lugares del mundo) para ser exitosos. Argentina quiere refundarse cada cuatro años y eso no es posible. Deberíamos tener tres o cuatro ejes centrales que persistan más allá de los gobiernos y para eso hace falta consenso. Radicalizar las discusiones solo refuerza esa aspiración de refundar el país una y otra vez y lo único que se está logrando, en vez de refundarlo, es refundirlo.
P.: ¿Cómo imagina o espera que estará la Argentina en 5 años?
N.M.G: Si no se encaran las reformas que hacen falta en nuestro país, estaremos igual o peor. No se puede esperar que las cosas sean distintas aplicando las mismas recetas que fracasaron en el pasado.