En los 30 años que lleva cumpliendo la tarea, "hice 46 esculturas en total y 6 en Entre Ríos, pero mi misión va a terminar cuando pueda construir una en el cementerio de los caídos en las Malvinas. Envié una carta a la reina Isabel II de Inglaterra pidiendo autorización y me respondieron que no, pero ahora hay un amigo que está gestionando el permiso en la cancillería".
Sobre su llegada a la ciudad jardín en 2009, cuenta que "fue por el contacto de un amigo que me hice en Gualeguaychú, entonces armé la carpa acá al costado de la ruta como tres semanas buscando en los campos de la zona un eucaliptus colorado de estas dimensiones para hacer el Cristo; cuando lo encontré todo se fue dando para construirlo con ayuda del cura y de Néstor (Eggs)". Elaboración y conservación de sus obras. "Ahora solo me lleva un mes y medio aproximadamente hacer un Cristo, pero después hay que mantenerlo. Vine a sellarlo con impregnante y vi que la cruz está para cambiar, porque al estar tan expuesta a la lluvia y el sol es lo que siempre termina fallando, aunque lo ideal sería poner una de hierro. Se han caído cuatro Cristo míos porque los han dejado morir, por eso siempre digo que es mejor que los saquen antes que se caigan por falta de mantenimiento", da a conocer para El Entre Ríos.
Luis no tiene casa ni familia, "pero estoy en el camino de Cristo y pienso seguir hasta el final como él nos enseñó, mostrando su imagen y ahora más que nada su parte interna. A esta misión le entregué mi vida, así que ojalá algún día los chilenos me puedan decir 'gracias Luis' por lo que hice, porque ya siento cuando estoy allá arriba que no lo puedo seguir haciendo".
Respecto a su futuro, anuncia que la idea "es unir la Patria grande de todos los países que integran América Latina con la cadena de la hermandad que voy generando a través de Facebook, porque es el momento que nos empecemos a unir como seres humanos: estamos en un mundo catastrófico entre el terrorismo y la delincuencia, que la única manera de salvarnos es misionar con amor para concluir con final feliz, porque se puede salvar al mundo".
Cansado y cerca de conseguir la jubilación, Luis Sissara busca continuar su vida de una forma más sedentaria, habiendo cumplido su cometido y dejado más que un Cristo de la Hermandad en cada pueblo. "Siempre me voy sin despedirme de cada ciudad porque me cuesta el desarraigo, entonces saludo a algunos y salgo en silencio hacia otro destino, porque solo quiero que quede el recuerdo de un pájaro que pasó volando y dejó un Cristo de regalo", remata diciendo el artesano.