Producción

Apostaron por la avicultura de punta para diversificar riesgos y prevén superar la inversión en pocos años

Es tercera generación de una familia de productores agropecuarios que hace 90 años comenzó a trabajar campos en la zona de La Clarita, departamento Colón. Hace 12 años se hizo cargo de la empresa que había iniciado su abuelo, haciendo agricultura y cría de ganado vacuno de carne. Con la idea de diversificar el negocio agropecuario, hace 2 años se integró a un frigorífico avícola y apostó a la producción de pollos, en un proyecto que ya tiene 6 galpones de última generación en producción y que llegará a 18 en los próximos años, a razón de unas 42.000 aves cada uno.

Alejandro Cisneros (47) es ingeniero agrónomo y explica que “hace muchos años estábamos pensando en la avicultura como una opción de diversificación y hace 2 años nos iniciamos en este proyecto, aunque la actividad principal sigue siendo la agricultura y algo de ganadería como rotación”.

En julio de 2022 empezó la construcción de los primeros galpones y en enero de 2023 se inició la producción, integrándose al frigorífico avícola Fadel, ubicado en Pronunciamiento (departamento Uruguay). “Hicimos 6 galpones de 42.000 pollos. El proyecto prevé un total de 18, de los cuales los segundos 6 galpones están por comenzar a construirse y los 6 restantes se completarán en el futuro”.

Son galpones “black out”, desarrollados y armados con la última tecnología disponible por la empresa avícola, que también le provee a Alejandro los pollitos bebé, el alimento y los medicamentos, quedando el engorde de los pollos a cargo de la empresa familiar, en un sistema de hotelería clásico en los esquemas de integración avícola.

La Granja Don Hugo, nombre que homenajea a su abuelo, quien inició la actividad del Establecimiento San Jorge, la empresa familiar de origen, está en una provincia avícola como Entre Ríos. “La idea era diversificar las inversiones y veíamos a la avicultura como una buena opción; por eso dimos un salto de inversión importante. Fadel nos orientó en el proyecto, haciendo la mayor parte de la inversión (80%) en el armado de los galpones (materiales y mano de obra), quedando a nuestro cargo el movimiento de tierras, los caminos, el suministro eléctrico y de agua, y la construcción de las casas para los encargados”, explica Alejandro.

Sustento agrícola
El proyecto, que está a punto de cumplir 2 años, está sustentado económicamente por la actividad agrícola que la empresa ha realizado históricamente, ya que con la producción de pollos parrilleros, que cada 60 días aproximadamente entrega Granja Don Hugo, aun le están devolviendo a Fadel la inversión realizada en los galpones. Se trata de una deuda que estará saldada dentro de 3 años, es decir 5 años después de iniciado el proyecto, con la construcción de los primeros galpones, cada uno de los cuales cuesta unos 300.000 dólares e insume entre 5 y 6 meses para su armado.

“De todos modos, estamos usando todo lo que es el desecho de la granja, como la cama, que nos sirve como fertilizante orgánico para la agricultura. Todavía no vemos entrada de dinero, pero sí en forma indirecta el guano para mejorar la producción agrícola que nosotros estábamos teniendo”, explica Alejandro.

El Establecimiento San Jorge, donde se asienta la granja, incluye 1000 hectáreas que se suman a otras 1.500 alquiladas, donde siembran soja, maíz, trigo y arroz, cultivo histórico en la zona, que actualmente solo ocupa unas 450 ha del negocio agrícola de la empresa, en una región donde quedan pocos productores arroceros.

“Los granos los vendemos a granjas avícolas. Tenemos la ventaja de no tener que ir tanto al puerto de Rosario, y comercializar en la zona tanto maíz como soja, porque actualmente el flete está influyendo bastante en los números y ese diferencial nos mejora las cuentas”, explica Alejandro.

Además, hacen ganadería de cría en unas 500 ha con Angus Colorado. Tienen un rodeo de 200 madres y toros de cabaña puros de pedigree, desde hace unos 6 años.
De lo más rentable
Consultado sobre las razones que llevaron a su empresa o apostar a la avicultura, Alejandro responde que “actualmente es una de las inversiones más rentables dentro del rubro agropecuario, porque es la que tiene el retorno más rápido. Otra actividad que tiene muy buenos números es la producción de cerdos, aunque requiere de más personal, tiene un manejo más complejo y no está tan desarrollada como la avicultura en la zona”, aclara.

Algunos números de la granja dan cuenta que cada galpón aloja a unos 42.000 pollos durante 46 a 47 días, tras los cuales la empresa avícola los recoge con un peso promedio de 3,2 kilos. Esto implica un índice de conversión de 1,75 a 1,80 kilos de alimento para producir un kilo de animal vivo. Cuanto más se eleva ese índice, menos cobra la granja por su servicio de engorde. Independientemente, puede mejorar su ingreso por el buen estado de las garras (patas del pollo), que la industria avícola exporta a mercados de Oriente.

Pasado el lapso de engorde, los galpones se limpian, se remueve la cama que se composta y luego se distribuye como abono orgánico con un aplicadora de guano, en lotes agrícolas que aún no han entrado en producción.

La característica principal de los galpones “black out” es que además de su techo tiene placas aislantes térmicas laterales. Por tal motivo, cuentan con 14 extractores y paneles evaporadores, en cada uno de los extremos de los galpones, que permiten en verano e invierno, respectivamente, refrigerar y calefaccionar el ambiente donde se crían los pollos.

La temperatura adecuada varía según su edad. Así, mientras los pollitos bebé ingresan con 32 a 33 grados de temperatura, al momento de concluir la crianza y próximos a la faena necesitan solo 16 a 17 grados. Para el caso de la calefacción, una caldera alimentada por pellets de madera provee el aire a la temperatura deseada. En tanto, la refrigeración, la iluminación led dimerizable, así como el funcionamiento automático de comederos y bebederos requieren de la alimentación eléctrica.
Revancha rápida
Para Alejandro la avicultura “es una actividad linda y atrayente. Tiene muchos factores que influyen en la producción: la genética, el tamaño del pollo, el alimento, las condiciones ambientales externas e internas, el manejo de la cama, el manejo del agua y lograr la mejor conversión” de alimento en carne.

Entre lo más atractivo, destacó que la rapidez con que se desarrolla la actividad. “Cada 60 días estás renovando el ciclo de crianza, a diferencia de los cultivos, que demoran un año para saber los resultados. Con la avicultura uno tiene revancha rápido de lo que pasó y es económicamente bueno; aparte como anexo de la producción agrícola nuestra, el abono orgánico es bastante interesante”, recalcó.

Cómo aspectos negativos, citó el clima y el manejo las amplitudes térmicas que “nosotros tenemos en nuestra zona con inviernos muy fríos y veranos muy calurosos. Si bien hoy con estos galpones de ‘black out’ el manejo del ambiente es más fácil, no deja de ser un tema que hay que seguir muy de cerca”, advierte.

Establecimiento San Jorge y Granja Don Hugo conforman una empresa netamente familiar de cuya actividad viven unas 7 familias. Con Alejandro colaboran su hermano, también agrónomo, y su primo, en distintas tareas vinculadas con la agricultura y la ganadería. Su mamá, contadora, lleva adelante los números de la empresa y su tía les ayuda en temas administrativos. La granja está a cargo de 1 supervisor y 2 granjeros. Estos últimos viven allí con sus familias para atender y cuidar del engorde de los pollos.

Fuente: Clarín