Pelucas de Esperanza

Cumplen su primera década llevando esperanza a quienes luchan contra el cáncer y siguen traspasando fronteras

El 9 de mayo se cumplió una década de una noble iniciativa que traspasó las fronteras de Gualeguaychú y del país. Con 770 pelucas fabricadas, las cuales se usaron 2900 veces, la ONG “Pelucas de Esperanza” superó sus expectativas conformando un total de 11 filiales en distintos puntos del país. La más lejana está ubicada en Montevideo, República Oriental del Uruguay, y otra está próxima a inaugurarse en Paraguay.

Evangelina García Blanco, presidenta y creadora de la ONG, contó que nunca pensó que se “iba a sostener e inclusive crecer en el tiempo. Gracias al esfuerzo de un grupo muy homogéneo de voluntarias que trabajan el lavado, teñido y pintado de las pelucas seguimos aportando nuestro granito de arena, ayudando a pacientes oncológicos de todas las edades”.

Indicó que “nada es sencillo y que es imposible acostumbrarse a que venga otra persona a devolverte la peluca, en vez de quien la solicitó para usarla. Reconforta cuando la misma paciente es la que la devuelve en nuestra sede de Montevideo 86, en una clara señal de que el tratamiento avanza positivamente”.

“Pelucas de Esperanza” es un “banco que confecciona y recicla pelucas de pelo natural con destino a pacientes oncológicas; una Organización no Gubernamental que de forma gratuita presta pelucas por un tiempo determinado que luego son devueltas y reutilizadas”.

Su creadora recordó que la idea de “hacer algo por los demás siempre estuvo latente”. Tiempo atrás sufrió una enfermedad en la piel que demandó un tratamiento de cuatro años en su adolescencia, en Buenos Aires. Allí convivió con gente que padecía cáncer y que llevaba adelante tratamientos similares al que estaba sometida, como rayos de radioterapia.

En esos años, mucha gente en la ciudad colaboró de “mil maneras para solventar mi tratamiento en el Hospital de Clínicas, y me quedó pendiente devolverle algo de lo mucho que me dio Gualeguaychú”.

Evangelina estudió estética en Buenos Aires y al regresar a la ciudad comenzó a trabajar en una peluquería. En el 2009 se presentó una chica que fue “reina del carnaval hace muchos años con una peluca de plástico para raparse porque padecía cáncer. Le pregunté cuánto le había salido la peluca de plástico y me contó que su hermano la había pagado 3.800 pesos”.

Fue así que “surgió la idea de hacer un banco de pelucas por las redes sociales. Fueron dos años juntando pelucas, sola. Llegué a sumar 90 pelucas usadas y en el centro de estética que comencé a restaurarlas”.

“Pasaron dos años donde prestamos pelucas de pelo sintético muy parecido al natural, para luego meternos más en el tema y la gente empezó a conocernos. En el 2009 una compañera de nuestro centro padeció la enfermedad y nació la primera peluca de pelo natural con breteles de corpiño y elásticos de bombacha. Desde ese momento se comenzó a juntar cabello del piso, extensiones y demás. Todo se lavaba, teñía y peinaba en un tallercito que compartíamos dos mujeres inicialmente. La gente se enteró y crecieron los pedidos, así que decidimos pedir donantes de pelo porque no todos los largos nos alcanzaban”.

“No teníamos nombre hasta que Delita Manzán dijo que el nombre podía ser ‘Pelucas de Esperanza’, porque con ese nombre estábamos dando esperanzas”, contó Evangelina García Blanco.

Todo el trabajo
Se fabricaron 770 pelucas en 10 años de ardua labor; de las cuales 70 están en la ciudad. Las restantes se encuentran en distintos puntos del país. Hay pacientes que las tienen tres meses, otras seis y en ocasiones un año.

El factor económico con considerables aumentos en los costos incidió en mantener en pie su emprendimiento, centro de estética, y la propia ONG que de 250 socios pasó a tener 100. Indicó que se sostienen, en gran parte, por el esfuerzo de las diferentes filiales.

Los insumos como “casquetes y agujas de implante subieron hasta un triple”, explicaron.
Distinción
“Pelucas de Esperanza” fue reconocida por el Ministerio de Salud de la República Oriental del Uruguay como “comunicador de la salud en compañía del paciente oncológico”.

Fuente: Diario El Día