Fundación Espartanos surge en 2009, a partir de una iniciativa de Eduardo “Coco” Oderigo – abogado y rugbier.
Al principio superando algunos escollos, ante la suposición de que el rugby es un deporte violento, logró que su propuesta para acercar los valores del deporte a las cárceles argentinas fuese aceptada. Así, el primer entrenamiento se llevó a cabo con 10 jugadores en la Unidad Penal de Máxima Seguridad N° 48, de San Martín, provincia de Bs. As., donde aún hoy sigue firme el equipo de los “Espartanos”.
A este pilar original que fue el rugby, se sumaron otros tres: la espiritualidad, para trabajar desde el interior; la educación, para capacitar y formar a quienes están privados de la libertad; y la inserción socio-laboral, cerrando el círculo al recuperar la libertad.
En 2017, las donaciones recibidas permitieron que en la Unidad 48 se construya una cancha de pasto sintético, aumentando así la cantidad de jugadores, que llegaron a ser 300.
“A partir de ahí pusimos más énfasis en la parte educativa, diciéndoles que quienes quisieran utilizar la cancha, tenían que estudiar. Para llevar esto a la práctica, construimos aulas no solo de estudio formal sino también para brindar cursos y capacitaciones”, relata a El Entre Ríos Santiago Cerruti, cofundador de la fundación.
El Papa Francisco, sorprendido por la integración
En octubre de 2015 el Papa Francisco se interesó por conocer a los Espartanos y los invitó al Vaticano, en una experiencia que Santiago define como “muy gratificante”.Al Sumo Pontífice le sorprendió que el contingente se encontraba integrado por personas que habían estado privadas de la libertad, otras del servicio penitenciario, un juez y voluntarios. Les dijo: “Esto es integración, lo contrario a lo que pasa en el mundo”, y los invitó a replicar el modelo.
“Así fue que en 2016 comenzamos a llevar el rugby a otras unidades del país”, cuenta el referente de Espartanos. La fundación llegó a 68 unidades penales de 21 provincias, entre ellas Entre Ríos.
El proyecto de Espartanos, también en Entre Ríos
En julio de 2019, la tarea de Fundación Espartanos llegó a Entre Ríos, más precisamente a la Unidad Penal N° 9 “Granja Penal El Potrero” de Gualeguaychú (Ruta 136 km 26 ½), con la colaboración de voluntarios de Carpinchos Rugby Club y el apoyo de la empresa El Potrero.Ubicada en un campo de 30 mil hectáreas de esa ciudad –de las cuales 18 mil son reserva natural- en “El Potrero” una de las líneas de trabajo es la responsabilidad social empresaria. Además, hay un centro de educación ambiental destinado especialmente a escuelas y universidades, que es visitado por más de mil alumnos en forma anual. Por otra parte, la reserva funciona como lugar de reintroducción y refugio de especies.
Bruno Acevedo, gerente de la empresa, detalla: “Hacemos donaciones al hospital de Gualeguaychú, trabajamos con Fundación Conin y el asilo de ancianos local. Con el inicio de la pandemia iniciamos el proyecto de abastecer a varios comedores comunitarios de la ciudad, para lo cual utilizamos parte de la producción de alimentos orgánicos de la reserva”.
Sobre el trabajo en el penal, agrega: “Comenzamos hace varios años con talleres de teatro, luego se sumó una voluntaria con un momento de oración con las mujeres. El tercer trabajo, a partir de 2019, fue sumar a los Espartanos con el objetivo de acompañar el desarrollo de los internos y su reinserción futura a través del deporte. Para ello contactamos a ‘Los Carpinchos’, que es un Club de Rugby de Gualeguaychú”.
De aquella primera práctica habían participado jugadores de Fundación Espartanos; directivos, entrenadores y jugadores del equipo local de rugby; personal administrativo de la empresa El Potrero y autoridades del establecimiento penitenciario.
Sobre la experiencia, el director general del Servicio Penitenciario Entre Ríos, Marcelo Sánchez, había expresado: “Es gratificante poder concretar estos espacios en las unidades penales de la provincia, que vienen a fortalecer el trabajo que realizamos desde el SPER. El rugby incluye, integra y acerca nuevas oportunidades, porque como dicen desde los Espartanos, siempre se puede empezar de nuevo”.
Contagiando la filosofía del deporte
El presidente de Carpinchos Rugby Club, Mauricio Lischinsky, también habló con El Entre Ríos sobre esta experiencia que se inició en julio de 2019:“Llevamos material del club y de a poquito se empezaron a prender. Al principio fue raro, porque el rugby no es algo que apasione desde un primer momento, además ellos no lo conocían y es difícil hacerlo entender como deporte. Así que comenzamos con un puñado de 10, hasta que se fueron contagiando la filosofía del deporte y llegamos a ser alrededor de 25 en que se mezclaban todos los pabellones”.
“Pese a que es un deporte de contacto, no tenía que ver con la violencia y ahí no debían descargar problemas entre ellos. Desde el primer día les dejamos en claro que al primer inconveniente se quedaban sin nada, y así lo entendieron. Cuidaban el espacio porque no dejaba de ser una salida más al patio, una actividad, un momento para compartir con el resto de los reclusos. Incluso hay un policía que está preso y se terminó enganchando”, agregó.
“Se organizaron y compraron camisetas. Fue una linda experiencia. Realmente se engancharon con el deporte y cada uno entrenaba en su pabellón para mejorar. La directora de la escuela me dijo que aquellos que empezaron a jugar al rugby tuvieron un gran cambio de actitud, estaban más tranquilos a partir de tener algo más que les interese”.
En 2020, los “Caranchos” –tal como se autodenominó el equipo de la Unidad Penal N° 9- no llegaron a retomar los entrenamientos, debido a la pandemia.
“Nuestra idea para el año pasado era sacarlos un día del penal para hacer un partido en el club. Ya habían conocido el deporte y le demostraron al Servicio Penitenciario que lo pueden hacer sin violencia. Entonces en 2020 pensábamos hacer cuatro o cinco meses en el penal para demostrar la buena conducta y salir a hacer el partido”, cuenta Mauricio Lischinsky sobre la iniciativa que por el momento no pudieron llevar a cabo.
El otro proyecto con el que sueñan, es la cancha propia. “En el penal hay una cancha polideportiva, pero hay espacio para hacer una de rugby. La idea es que se lo ganen; hay que gestionar, trabajar y se lo tienen que merecer”, dice el presidente de Carpinchos, mientras esperan autorización para volver a la actividad dentro del penal.
Con el objetivo de educar y formar
Respecto al trabajo en la cárcel entrerriana, Santiago Cerruti –cofundador de Espartanos- agrega: “En 2020, con la pandemia, fue complicado llevar a cabo los proyectos, pero esperamos este año retomar los entrenamientos y sumar la parte educativa y formativa para que salgan con oficios”.“Estamos abiertos a acompañar a los grupos a quienes se animen a dar el primer paso”, indica el gerente de la fundación ante la consulta de si es posible que otros penales de la provincia se sumen a la iniciativa.
Fuente: El Entre Ríos