Concordia

Desarraigo y solidaridad. Vecinos y comerciantes deben dejar sus lugares, ante la llegada del agua

Evacuación en calle Catamarca

Desde el lunes a la tarde la imagen es la misma en las calles cercanas a la costanera de Concordia. Autos, camionetas y camiones cargados con objetos entran y salen del lugar. Algunos curiosos se acercan a ver qué pasa o a qué altura está el río Uruguay, otros ayudan y en el medio están los que deben dejar sus casas y lugares de trabajo porque la creciente acecha. Ya son más de 100 las familias evacuadas.

Con el río en 12,50 metros la mayoría de las calles están cortadas porque el agua impide el paso peatonal y en vehículos. Y en las cuadras que todavía están secas están los vecinos saliendo, una vez más, de sus hogares.

La Avenida de los pueblos originarios se llena de agua y allí son los comerciantes los que se mudan con mercadería, muebles, cocinas y hasta las aberturas de los locales. “Es que siempre hay alguno que igual viene a robar”, aclaran.

Mientras todo eso sucede, en todas las cuadras con familias afectadas por la creciente repiten una frase “a los vecinos los ayudan los vecinos”, como si fuese que no alcanza solo con verlo y entenderlo de manera implícita.

A pesar de la “costumbre”
En calle Catamarca casi Lamadrid vive Oscar. Tiene su casa allí hace 25 años y viven en total 3 personas. “Ya voy viviendo al menos 8 crecientes que me hacen salir de mi casa. Saqué todo ayer, pero me vine a tomar mate y cuidar mi lugar”, contó a El Entre Ríos.

Al igual que otros vecinos, siente que el río creció rápidamente. “No nos dieron aviso con demasiado tiempo de anticipación, pero nos organizamos con los vecinos para evacuar porque llevamos años viviendo acá y cuando vimos cómo estaba creciendo, y que llegaba a los 12 metros, sacamos todo”, explicó.

Oscar cuida su casa mientras toma mate

A pesar de tener “experiencia y costumbre” y de haber salido muchas veces por las crecientes, Oscar se emociona cuando habla de lo que le toca vivir. “Después tenemos que volver a empezar. Tenemos que limpiar todo, sacar el olor, pintar. Es como ir otra vez desde cero”, dijo conmovido.
Frente a la casa de Oscar estaba José, que llegó desde Brasil y se quedó para ayudar a su padre. “Mi padre vive acá desde siempre. Toda su vida vivió en este lugar. Ahora vine y lo ayudé a sacar sus cosas, pero nos quedamos a cuidar y también a compartir con los vecinos”, dijo, mientras comenzaba a cocinar pescado para el mediodía.

José y su padre prepararon pescado para el almuerzo

“Acá nos ayudamos entre vecinos, y eso es lo que vale. Anoche comimos guiso, hacemos tortas fritas, ahora vamos a comer pescado. Compartimos entre todos los que estamos pasando esta situación”, aseguró.

Cuidar desde cerca
A pocas cuadras de allí, sobre calle Carriego y las vías hay personas en vagones de trenes. Romina, una de las vecinas cuenta que son al menos 10 familias que debieron evacuar sus viviendas y se quedan allí, pero que quizás luego serán más, además de las mascotas que trasladan esperando que no se escapen por el estrés que les toca vivir.

Eligieron ese lugar para poder estar cerca de sus casas y porque no tenían otro a donde ir. No tienen baño, pero esperan que “durante la tarde” puedan llevarles al menos un baño químico “y después vamos resolviendo también en donde nos bañamos”, dijo.

Hay 10 familias en vagones sobre las vías del ferrocarril

Ella también pertenece a esas familias que no quieren alejarse de su lugar. “Nosotros somos varias generaciones. Sabemos que si el río crece tenemos que evacuar y que eso es un trabajo estresante y triste, pero no dejaríamos de vivir en nuestras casas”, aseguró.

También afirmó lo mismo que los vecinos de calle Catamarca “nos ayudamos entre nosotros”, mientras llega a hacer un relevamiento el personal de Defensa Civil, que trabaja casi sin descanso, pero con los recursos saturados y con tiempos que impacientan a los afectados.

A pocos metros, sobre calle Lamadrid, están Elsa Pereyra y su familia. Ella está hace 20 años en el lugar, desde el 2003. Son conocidos en la zona porque venden tortas fritas, rosquitas y trenzas en la costanera para acompañar el mate. Pasó varias crecientes “no las cuento, pero son muchas”, asegura mientras con sus hijos saca de su casa sus muebles y otras pertenencias.

Elsa pudo evacuarse antes de la llegada del agua

A diferencia de otros vecinos, ellos están evacuando “en seco”. “Nosotros nos vemos afectados cuando el río pasa los 13 metros, y ahora está llegando a esa marca, así que estamos sacando todo”, contó y agregó: “Lo vamos a llevar a la casa de una amiga de mi hija”.

Aunque algunas personas que viven alrededor se van a centros de evacuados, Elsa prefiere no ir. “No me siento cómoda en esos lugares. Me gustaría estar cerca de mi casa, pero ya no hay lugar en los vagones. Yo prefiero ir a alguna carpita para poder controlar mi casa, y además no me siento cómoda en esos centros en los que se comparte con gente que una no conoce”, explicó.

En esa misma cuadra, y dando una muestra de solidaridad, se encontraba también Celina. Ella vive sobre calle Alberdi al 500. Allí también se inundarán, pero ella decidió salir a ayudar a los que resultaron afectados antes. “A mí creo que me saca mañana de casa, así que me vine. Casi todo lo que se ve acá es trabajo voluntario”, dijo a El Entre Ríos.

"A mí me llega mañana, pero vine a yudar a los que deben salir antes", dijo Celina

“Me acerqué y fuimos consiguiendo camiones, autos, camionetas de vecinos que decidieron venir a ayudar porque los teléfonos de Defensa Civil están colapsados y sabemos que están atendiendo a mucha gente”, indicó y repitió la frase de cabecera de la zona: “Nos ayudamos entre vecinos porque cada uno de nosotros sabe lo que es tener que dejar tu casa porque te llega el río”.

Al igual que otros evacuados, Celina asegura que la gente que se acerca para “chusmear” no ha hecho grandes aportes. “Trajeron agua, siempre traen agua, pero no es lo que necesitamos. Nosotros necesitamos cajas, cintas anchas, bolsas de residuos, cajones, elementos de limpieza para que los que van a vagones puedan limpiar y voluntarios para hacer fuerza”, aclaró.

Una pausa al trabajo
En la Avenida de los pueblos originarios la imagen es similar. Allí son los comerciantes los que interactúan mientras vacían sus locales.
Se puede avanzar a pie por la avenida hasta la esquina de calle Roque Sáenz Peña y allí están trabajando los comerciantes para poder sacar todo antes de ser invadidos por el agua.

Ariel Carayani es propietario de “Ikaria”, local gastronómico que está ubicado justamente en esa esquina.

El río, en la parte lateral del local comercial

En diálogo con el móvl de Radio Oid Mortales 88.7 mencionó: “Nosotros empezamos a sacar todo ayer y ahora terminamos”.

Acerca de su experiencia con las crecientes, aseguró: “Tengo 8 crecientes desde que tengo el local acá. La verdad es que deprime sacar todo, desarmar las estructuras y tener que llevarlas, pero no queda otra que esperar. No queda nadie acá, cuidará la Policía”.

Ariel Carayan dio su testimonio en radio Oid Mortales

Además de tener el local comercial, Ariel es dirigente en el Club Atlético Wanderer’s, también inundado, así que está doblemente afectado. “Me tocó con el club también, allá tapó antes la cancha, pero está todo controlado”, dijo a la emisora de El Entre Ríos.

Finalmente, y tras tantos años de experiencia, el comerciante ve una salida positiva. “Creo que saldrá todo bien. La vuelta es más linda porque tenemos la motivación de que tendremos la temporada por delante. Tener este lugar tan hermoso trae en el combo la inundación, lo entendemos y sabemos, así como tenemos certeza de que cuando el río baje todo saldrá bien”, concluyó.

Como Carayani, varios comerciantes dejaron sus lugares mientras decían que esperan que el río baje pronto para volver a abrir las puertas.

Fuente: El Entre Ríos