La llegada de Boris Johnson al número 10 de Downing Street como nuevo Primer Ministro del Reino Unido, y su promesa de abandonar la Unión Europea con o sin acuerdo, sin dudas que sacudieron el panorama internacional en los últimos tiempos. En este contexto, y de especial relevancia para la Argentina, es importante pensar en la situación de las Islas Malvinas. ¿Cómo se verán afectadas por el Brexit? ¿Se abre una ventana para, una vez más, intentar resolver la controversia existente por la soberanía de estos territorios en el Atlántico Sur?
Con su melena desorganizada, su conducta políticamente incorrecta y su personalidad excéntrica, el nuevo líder del Reino Unido hace recordar a Donald Trump, presidente de los Estados Unidos. Su obstinación por cumplir el objetivo de abandonar la Unión Europea (aunque no hubiera acuerdo para la transición) lo llevó a conseguir el aval de la Reina Isabel II para suspender el Parlamento por cinco semanas, desde el 9 de septiembre hasta el 14 de octubre.
Desde la oposición, lo acusan de hacerlo para impedir que los miembros del cuerpo legislativo tuvieran voz en una salida sin acuerdo de la UE, que él quiere organizar (ya que el 31 de octubre es la fecha límite) sin los legisladores en sesiones.Sin embargo, se podría decir que ‘el tiro le salió por la culata’: antes de entrar en vigencia la suspensión, 21 legisladores abandonaron sus apoyos al Premier británico e hicieron que la oposición se hiciera con el control de la agenda parlamentaria, reservada siempre al Ejecutivo, y consiguiera tramitar una ley que veta el “divorcio” duro de la UE.
De todos modos, más temprano o más tarde, de manera más blanda o más dura, parece estar a la vuelta de la esquina el Brexit. Dentro de todas las consecuencias que esta medida podría traer como, por ejemplo, la pérdida del acceso libre al mercado europeo por parte de los productos británicos, hay un interrogante que nos debería interesar a los argentinos: ¿qué pasa con las Islas Malvinas?
Las Islas Malvinas han estado asociadas con la UE desde que el Reino Unido ingresó en 1973, lo cualse formalizó a través de la Decisión de la Asociación de Ultramar (OAD) que permite a las islas beneficiarse del acceso libre de aranceles y cuotas para el pescado y la carne exportados a la UE.En 2017 la UE fue el destino del 94% de las exportaciones pesqueras y un tercio de las exportaciones de carne de las Malvinas. Cualquier disminución en las exportaciones isleñas podría tener un impacto perjudicial en la economía local y en los ingresos del gobierno, lo que hace suponer que aumentaría la vulnerabilidad de estas islas del Atlántico Sur.
A pesar de que la soberanía argentina sobre las Islas está fundada en el derecho internacional, y correctamente asentada a través del Alegato Ruda de 1964, el Reino Unido se encuentra en ocupación ilegítima del territorio desde 1833. Ante la controversia existente, Naciones Unidas sacó la Resolución 2065 de 1965, en la que se reconoce que existe una disputa por la soberanía de las Islas Malvinas/Falkland y se insta a las partes a llegar a una resolución pacífica de la misma. No hace falta describir que esto nunca ocurrió, y que incluso terminamos en una dolorosa guerra, allá por 1982.
Para la Argentina, se abre una ventana de oportunidad, por más pequeña que sea.El Reino Unido post-Brexit estará ávido por obtener apoyos y robustecer lazos económicos, políticos y comerciales con el resto del mundo. ¿Podría un acercamiento entre las partes habilitar un retorno a las conversaciones sobre las Islas? ¿Qué estrategia debería adoptar el gobierno argentino? Tenemos todos los argumentos y los criterios a nuestro favor. Las islas son nuestras por derecho, por pertenecer a nuestra plataforma continental y por compartir características con el resto del sur de nuestro país, lo que hace imposible pensar su desarrollo por separado de la República Argentina. El mundo en el que vivimos es muy impredecible, por lo que la perseverancia será clave para determinar el futuro de las Malvinas.