Los homosexuales en estos momentos deben sentir que el estado de Brasil los odia, los van a combatir, y quizás hasta enjuiciar. Muchos desde el silencio apoyan estas medidas, otros directamente las hacen explicitas, e incluso fue el motivo decisor para votar al actual presidente del país carioca.
Combatir la ideología de género parece ser la premisa del gobierno recién asumido, aunque suena más a combatir a todo aquel que piense diferente a los valores que se adhiere como doctrina oficial.
Revestidos desde la moral, y rescatando – en teoría- valores que se fueron perdiendo, se abre una vez más un sentimiento totalitario, intolerante y al mismo tiempo incomprensible, con el agravante que se usará al Estado para hacerlo, con el peligro inminente que eso significa.
Se habla de un giro a la derecha, un renacer más contundente, que viene a patear el tablero, a restablecer el ancien régime, desde la mano del chauvinismo, y un nacionalismo particular, que se conjuga al mismo tiempo con las políticas más liberales y descarnadas que encarna el capitalismo salvaje.
Al mismo tiempo, en estos lares nos encontramos con la revolución de las hijas, el avance de un feminismo que nos deja perplejo a los hombres, en el medio de una cacería de brujos – en este caso- donde pareciera que tanto el principio de inocencia se diluye, al mismo tiempo que la esperanza de encontrar justicia por las mujeres victimas tanto de la violencia como de la indiferencia.
Un desafío que es tanto para hombres y mujeres, ante la clara necesidad de reencontrarnos, redescubrirnos, entendiendo que no se trata de una pelea de sexos, sino de la ruptura de patrones que son tóxicos, y nos terminan perjudicando a todos.
Y en medio de todo esto, las redes sociales terminan por ser un espacio catártico, donde el odio fluye sin límites, tanto como la impunidad. Se desea la muerte de todos: feministas, pro aborto, pro vida, pro, peronistas, gorilas, católicos, agnósticos, judíos, gays, lesbianas, machistas, y la lista puede seguir, pero lo que les puedo asegurar que a ud y a mí alguien seguro en las redes nos desea la muerte, y nos odia, y mucho. No importa su ideología, pero sí la tiene, alguien lo odia, y sí no tiene ideología, también lo van a odiar.
Porque el odio ha triunfado, y las redes son un espejo jodido, vemos asesinatos, animales sacrificados, cientos de casos de seres inhumanos que matan, violan, agreden, y todo en vez de mejorar, empeora.
Y el debate sobre el aborto pareciera ser el nuevo entretenimiento, dando un nuevo roung este año que recién comienza, aunque luego de la sanción frustrada pareceré que todo siguió igual, y poco se avanzó en evitar los abortos, por medio de una educación sexual integral, como políticas sanitarias adecuadas, y más aún la prevención y sanción de los delitos aberrantes como son el de abuso sexual con penetración, lo que termina muchas veces con un embarazo, desde ya no deseado.
Mientras el país parece que va a estallar en mil pedazos, donde es cada vez más recurrente ver a niños bucear en los contenedores de basura, y gente que durante todo el día desfila pidiendo algo de comer, e incluso de tomar algo frio, mientras todo eso pasa, seguimos viendo verde y celeste por todos lados. Y los aplaudo, y muchos no son monotemáticos, y son hiper comprometidos, pero tal vez caen en la estrategia maquiavélica de quienes mientras tanto destruyen el país, aquellos que realmente detentan el poder, y no quienes son unos títeres, porque no seamos ingenuos, los que detentan el poder son los mismos, cambian los sellos partidarios, los rostros y tal vez los nombres, pero el verdadero poder está siempre presente, detrás de bambalinas, asegurándose nunca perder, siempre ganar más.
Obvio que hay que debatir el tema del aborto, y perseguir penalmente a las madres está probado que no es efectivo para defender las dos vidas, pero nos quedamos tan sólo en eso, cuando debemos dar un debate mayor, porque resulta ilógico defender la vida, y al mismo tiempo querer eliminar la AUH, o la atención gratuita para niños y niñas que son extranjeros pero vienen a nuestro país, como resulta tan ilógico defender a corruptos que con las medidas gubernamentales matan a tantos, y de tantas formas.
Somos contradictorios, pero eso no sería un problema, sino una etapa a superar, salvo cuando el odio lo invade todo, y lo carcome, porque ahí sí estamos jodidos, y muy jodidos.
Yo desde que tengo uso de razón siempre fui cambiando de opinión, madurando tal vez, abandonando el dogmatismo y siendo realmente libre, porque de lo contrario terminamos siendo un ejército de odio, pero siempre trate de comprender al otro, que no es lo mismo que escuchar, son de esas enseñanzas que quedan del padre de uno, que en mis inicios me decía lee más a quienes rebatís, estudia más a quienes pensás que está equivocado, y nunca me impuso sus ideas, jamás, al punto que lo contradecía por hacerle la contra, y él con su paciencia me escuchaba, y podíamos debatir horas, hasta que se quedaba dormido, cabeceaba mientras yo deliraba con mis ideas filosóficas, religiosas, y políticas. Esa es la enseñanza, para evitar el odio, escuchemos, tratemos de comprender al otro, en especial a quien piensa en nuestras antípodas, y tengamos la humildad, de decir, cambié de opinión. Hasta la próxima.