Cerca de Paysandú

Está en crisis “el frigorífico más antiguo del mundo”, a orillas del río Uruguay. La historia de su excéntrico dueño, un argentino-alemán

En el 2000, el empresario argentino-alemán Eugenio Schneider, hoy fallecido, llegó a caballo a Casa Blanca, un frigorífico cargado de deudas ubicado sobre el río Uruguay, en el departamento Paysandú.

Además del frigorífico, la propiedad contaba con varias residencias muy antiguas y 74 casas de techos a dos aguas, recuerda un informe especial del diario montevideano El País.

Como parte del pago de sus deudas, Schneider entregó ese pequeño pueblo al Estado.

Con el correr del tiempo, sus socios vendieron acciones y Schneider logró transformar el frigorífico en un negocio rentable.

Según relataron habitantes del pueblo Casa Blanca al diario El País, en ese entonces todas las casas eran de color blanco.

Poco a poco, el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial las fue vendiendo y los dueños comenzaron a pintarlas con colores a su gusto.

Mientras tanto, Schneider administraba con mano férrea un frigorífico y el restaurante “La Pulpería”.

El nombre del local trascendió fronteras por su buena comida, vista al río Uruguay, instalaciones antiguas muy conservadas y una peculiaridad única: cabañas gratuitas para que los comensales pudieran dormir una siesta si así lo quisieran. De fondo, el cantar de los pájaros y el lento correr del río pocas cuadras más abajo.

Además de vitrales antiquísimos, en el restaurante “La Pulpería” había un Clavicytherium, una especie de órgano con teclado.

Hay cinco de esos instrumentos en el mundo, según señalaba la web del restaurante en 2021. El instrumento es una obra artesanal de Steven Sørli, de Boston. Se trata de un clavecín vertical o arpa con teclado que se puede ver en “La coronación por Apolo de Marcantonio Pasqualini”, cuadro pintado en 1641 por Andrea Sacchi.

A menudo, se escuchaba el sonido de ese clavecín en conciertos de músicos de alto nivel contratados por el empresario.

Un erudito
Schneider, con su frondosa barba y su desparpajo, parecía un personaje sacado de una película de Hollywood.

Hijo de un padre nazi, fue alumno de Jorge Luis Borges, a los 22 años se instaló durante dos décadas en los bosques chilenos con su familia por hartarse de la civilización, fue amigo de presidentes y un erudito. Escribió varios libros.

Le gustaba nadar desnudo en el río Uruguay. En 2021, el empresario le dijo a sus familiares que se iba a nadar. Se quitó la ropa y se perdió en las aguas. Su cuerpo fue encontrado días después por efectivos de la Prefectura Nacional Naval cerca de la costa argentina.

Hoy, el legado de Schneider -el frigorífico Casa Blanca- enfrenta una situación “compleja” y “complicada”, según señaló el gerente general del frigorífico, Carlos Mauro Fuidio.

“Hay una sucesión de hechos de público conocimiento (en referencia al concurso de Conexión Ganadera) que hicieron que el productor y el consignatario de ganado sospecharan que nos podían caer embargos y nos dejaron de mandar ganado en forma abrupta”, explicó.

Al cesar los envíos de vacunos, el Frigorífico Casa Blanca perdió su materia prima. Ello obligó a la empresa a bajar en forma drástica la faena de ganado a unos 100 animales mensuales con destino al mercado interno y a su red de carnicerías.

En forma paralela, la empresa envió 350 trabajadores al seguro de paro.

Fuidio recordó que, en el pasado, la empresa enfrentó otras crisis pero siempre tenía ganado para faenar, lo que le permitía obtener divisas y mantener la cadena de pagos.

Por ello, explicó, la empresa decidió ahora solicitar el concurso voluntario de acreedores para buscar inversionistas, realizar ventas de acciones, permitir que otras empresas faenen en la planta o solicitar líneas de créditos bancarias.

Fuidio dijo estar “convencido” que se saldrá adelante y agregó que agotará todos los esfuerzos para salvar un frigorífico construido en 1810. “Es el frigorífico más antiguo del mundo. Ese patrimonio hay que conservarlo. Entre todos vamos a buscar una salida porque 500 familias dependen de que el frigorífico siga funcionando”, advirtió.
Miedo
El temor al cierre de la planta pegó un sacudón hace ocho días a los habitantes del pueblo, cuya mayoría tiene algún tipo de vínculo en la empresa Casa Blanca.

La misma preocupación sintieron decenas de obreros que todos los días se toman el ómnibus en la ciudad de Paysandú para ir a trabajar a Casa Blanca.

Malena da Costa y su esposo son oriundos de Artigas. Malena trabajó siete años en el frigorífico y luego se dedicó a un puesto de comidas y a la costura. En cambio su esposo y su hija trabajan en la planta.

Da Costa ya sintió la merma de su clientela en el puesto de comidas. “Hay preocupación en la gente. Se gasta menos. Se espera para cambiar de auto o arreglar la casa”, dijo.

En el pueblo hay dos comercios grandes. Los viernes hacen pedidos a una distribuidora de bebidas para abastecerse para el fin de semana.

Ayer ningún comercio pidió bebidas para completar su stock. Ello muestra el grado de preocupación y mesura de los comerciantes a la hora de invertir. “Está todo el mundo esperando que bajen los ingresos. Pero no hay que perder la fe; todo terminará bien”, indicó Da Costa.

Por su parte, Nancy Gamboa y su esposo llevan adelante un comercio conocido como “La Bienvenida”. Allí aguardaban el ómnibus a Paysandú una veintena de obreros del frigorífico cuando finalizaban sus horarios laborales.

En la espera y bajo el intenso calor, los trabajadores bebían dos o tres casilleros de cerveza. “Ahora bajó la venta de cerveza y refresco. Hay preocupación. Yo dejé de ir hace un tiempo al comercio. Va mi esposo. La gente está más reacia en gastar y eso es lógico”, dijo Gamboa. Agregó que los comerciantes no están haciendo pedidos a los distribuidores. “Si usted no vende, no puede invertir. Es una cadena”, explicó.

Gamboa coincidió con Da Costa sobre la preocupación que tienen los habitantes del pueblo Casa Blanca ante un posible cierre del frigorífico. “Yo tengo dos hijas trabajando allí”, insistió la comerciante.
Una planta de US$ 35 millones
En 2015, en una nota concedida a El País, el empresario Eugenio Schneider, hoy fallecido, valoró sus negocios en unos US$ 35 millones.

Agregó que, en ese entonces, el Frigorífico Casa Blanca realizaba el 3,5% de la matanza nacional y contaba con más de 630 empleados.

Schneider protagonizó un inusual episodio en 2019 en una cena de la Cámara de la Industria Frigorífica con los entonces precandidatos a la Presidencia de la República del Partido Nacional. “En esa oportunidad estaban Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga (hoy fallecido). Mis colegas habían armado preguntas sobre temas importantes. A los candidatos les pedí que no hicieran nada de lo que les pedíamos. Si ven algo mal que lo arreglen, pero de pronto pedimos algo que le sirve a un frigorífico y a otros los destruye. Cuando terminamos, Lacalle Pou se acercó y me dijo: ‘Usted es el poeta de la carne’”, recordó Schneider.

Fuente: El País - Eduardo Barreneche