“Dada la situación socioeconómica que estamos enfrentando. Sentimos la necesidad de hacer nuestra parte para ayudar a aquellas personas que se encuentran en situación vulnerable. Este sábado 25 de mayo haremos una olla popular de 100 porciones, logradas con la colaboración de nuestros proveedores, amigos y vecinos que tan amablemente respondieron a nuestro pedido”.
El anuncio fue publicado en redes sociales un par de días antes, a partir de la iniciativa de un restaurante de la ciudad de Colón. Se replicó con la rapidez digna de los grandes gestos y de los tiempos que corren, al punto de que en pocas horas ya se habían anotado más de un centenar de personas.
Sábado patrio, alrededor de las 14.00. Tarde muy fría, pero con sol. Todavía hay movimiento en la cocina de “Cheks”, ubicado en Batalla de Cepeda 188, frente al complejo termal.
Hace un rato terminaron de entregar las porciones de guiso con arroz y carne –120 en total- y habrá otras 30 para la cena. Me recibe Graciela Calderón, con experiencia de 31 años en el rubro gastronómico.
Cuenta que la olla popular “surgió por el dolor que sentimos por este hombre que falleció en Villa Elisa, comiendo de lo que juntan”.
“Tenemos muchos proveedores, me comuniqué con todos y ni uno se negó a colaborar. También se sumaron algunos vecinos y gente que se enteró por las redes”.
“Calculamos para 120 porciones, pero finalmente fueron 150, así que las daremos a la noche”.
La intención es que el “guiso solidario”, como lo denomina, forme parte de la rutina del restaurante una vez a la semana. “Lo vamos a hacer de noche, porque vemos que muchas familias lo necesitan”.
“Tenemos que solidarizarnos más entre nosotros. Así como muchos no tienen, hay vecinos a los que no les hace nada donar un paquete de arroz”, reflexiona.
Tampoco para ellos es un momento fácil. La crisis los afecta como no recuerdan que haya sucedido antes.
“Estábamos acostumbrados a un ritmo de trabajo bastante parejo y decayó mucho; nunca como ahora”, dice sumándose a la charla Antonella Massiolo, hija de Graciela, su coequiper al momento de poner manos a la obra.
“Nunca habíamos visto gente revolver el canasto de basura como desde hace un tiempo. Es algo de las ciudades grandes, y en Colón pasa. Fuentes de trabajo, faltan; y si no hay trabajo, falta comida”, agrega, volviendo a poner la mirada sobre los más necesitados.
Haciendo un balance del día, rescatan que “todos los empleados vinieron a colaborar, como un día más” y el agradecimiento de la gente que a partir de esto tuvo un plato de comida en su mesa.
Todavía les queda un trecho para concluir la jornada y ya piensan en cómo organizarse para, en próximas entregas, poder tender la mano a más personas. “Nos escribió mucha gente de barrios alejados. Una mamá con hijos me decía que no tenía cómo venir”, recuerda Antonella.
Fin de la entrevista. Posan para la foto. Les duele la realidad pero han puesto el corazón. Entonces, en sus rostros aparece la sonrisa del deber cumplido.
Fuente: El Entre Ríos