ficción breve

Graniza

Texto escrito por Lucas Griesser.

Un granizo tupido, denso, insistente, cae ininterrumpidamente desde el viernes. Cada bloque de hielo tiene su forma única, su velocidad; cada uno venció una resistencia aerodinámica distinta. Algunos impactaron en el pavimento, nadie les prestó atención: sería incomprobable, por su intrascendencia, que alguna vez hayan existido, si no fuese por los cientos de lunares blancos que recubren el suelo junto a ellos. O si no fuese, también, por los perdigones del cielo que destruyen vidrios, que dejan su huella, previo a derretirse, evaporarse, y fingir que nada sucedió.

Desde el viernes que miro el cielo, busco la nube negra. Desde el viernes siento que me persigue. Está apuntando a mí, y no, no es de narciso, no es de paranoico, no me creo el actor principal de esta, nuestra, existencia. Es sólo que en la calle no puedo disimular mi angustia al ver las piedras caer frente a mí, escucharlas impactar a mis espaldas. La gente podrá ver mi cara de terror, pero en cada rostro que se atraviesa no veo más que normalidad.

¿Acaso no graniza para ellos? ¿Acaso no padecen la misma lapidación de la que quiero escapar? ¿Cómo es que salen a la calle y pueden hacer su vida sin que un pensamiento les pegue un piedrazo, o le apunte y erre por poco? Porque desde el viernes que los cascotes me persiguen en la vereda, dentro del departamento, o en los descansos en el trabajo. Desde hace cuatro días que esquivo piedras mientras tengo que simular normalidad, porque ya constaté que solo en mi mundo hay precipitaciones, que es mi mundo el que se precipita.

Y hay momentos en los que me harto, me canso de ese desprecio del cielo en el que me convertí, y me dan ganas de devolver una piedra, una sola, aunque la gravedad se me ría en la cara.

Pero la gravedad es otra cosa. La gravedad es ver en cada piedra, revisar una y cada una, y ver en ellas tu nombre.