Un barrio ha quedado literalmente al borde del precipicio en la zona ribereña de Diamante.
Todo comenzó con una grieta a metros de la barranca, cerca de las viviendas de la zona denominada Cristo Pescador, que se hizo evidente en los últimos días. Sin embargo, con el paso de las horas empezó a agrandarse hasta alcanzar una extensión de 130 metros, una abertura de más de un metro de ancho y una profundidad que oscila entre los 30 y 40 metros.
La bajante del río Paraná contribuyó al movimiento geológico de la barranca y acercó la pendiente hacia la zona de viviendas; algunas quedaron a pocos metros del precipicio. La situación más riesgosa era para un centro de salud, que quedó a menos de un metro del vacío.
El clima era de tensión en el barrio afectado porque la mayoría de los vecinos no quería dejar sus viviendas, pese al peligro real de derrumbe en el caso de que haya otro movimiento de tierra.
Cristo Pescador es un paraje junto al río Paraná, de barrancas altas, que ofrece uno de los miradores naturales más bellos de la localidad de Diamante, poblado por casas humildes. Muchos de sus habitantes son pescadores.
Ayer, el gobernador Gustavo Bordet convocó a un comité de emergencia para asistir a las familias afectadas ante el derrumbe inminente y para definir, junto con los técnicos, obras de estabilización del suelo.
El director provincial de Defensa Civil, Lautaro López, precisó: "A través del equipo técnico de esta repartición hace cerca de 20 días que veníamos evaluando la situación y acompañando a distintos actores del Conicet y nuestros técnicos".
"La situación es crítica y es inminente la caída de esa masa de tierra", dijo anoche el funcionario. Y agregó: "Son 25 familias afectadas directamente, de las que 12 están sobre la falla que se produjo en la barranca".
La población ribereña es renuente a abandonar el lugar. "Los equipos de salud mental han conformado un gabinete para trabajar en la sensibilización con las familias debido a la idiosincrasia imperante. Son personas que están muy arraigadas a la zona costera. Trabajamos de modo muy respetuoso a la hora de plantear una relocalización u otro lugar para el hábitat ante una inminente mudanza", dijo Marisa Paira, funcionaría del organismo de minoridad y familia de la provincia.
"No hay que hablar de fallas porque esto es un proceso natural de las barrancas, que suelen experimentar deslizamientos cuando hay creciente o bajante del río. La base de la barranca es arcillosa y cuando se produce el estiaje [bajante]del río, hay movimientos subterráneos de agua que hacen que se provoquen deslizamientos de terreno con una gran aceleración", explicó el geólogo Juan Carlos Bertolini. "Pese a ser un proceso natural, los deslizamientos y eventuales derrumbes, muchas veces se aceleran por la acción antrópica. Es decir la actividad humana en la zona", indicó. Y consideró que el crecimiento poblacional y de obras de ingeniería, la instalación de pozos negros, el movimiento doméstico de agua, suele "sumar peso, que termina desplazándose a la zona baja de la barranca y acelera el movimiento".
Hace 15 años se vivió una situación muy parecida en la localidad de Santa Elena, en departamento La Paz, donde diez viviendas se derrumbaron debido al cíclico movimiento de las barrancas.
Fuente: La Nación - Jorge Riani