La pura vedad es que me encuentro entre confundido y horrorizado. Es como si primero me hubieran pegado y hecho un chichón, y después me hubieran vuelto a golpear sobre la matadura.
Doy por hecho que todos saben del bolonqui que se ha armado respecto a las vacunas. Algo que es cosa de no creer, ya que por lo que se sabe el problema no pasa por el hecho que no haya vacunas en existencia, cosa que también suele suceder, por lo menos en el caso de nosotros, sino porque es cada vez más grande el número de adultos que no cree en la eficacia de las vacunas, y cuando no es así, de puro abandonados que son, no van a vacunarse.
Y lo peor es que tampoco vacunan a sus hijos, que son totalmente irresponsables de su estupidez. Lo peor del caso es que después echan al gobierno la culpa de que a los chicos les agarre la viruela boba y que en cualquier momento, la boca se me haga a un lado, nos enteremos de un caso de parálisis infantil.
Me llama la atención que la cantidad de irresponsables sea mayor en los países del norte más rico, que de nuestro sur empobrecido, según se dice, por las multinacionales y el neo colonialismo. Como es el caso de los hindúes y los bengalíes ricos, que parece que no se pierden ni una.
Está bien que eso suceda en el caso de los yanquis, porque según me cuentan que allí hay muchas asociaciones, la verdad es que tienen una sociedad para las cosas más estrafalarias, que se las ve encarnizadas, con toda seriedad y compostura, en la defensa de creencia de que la tierra es plana. Cosa de locos diría, si no supiera de un grupo de cristianos negadores afirmando de que venimos del mono, y vaya a saber de qué otro animal todavía más raro antes. ¿Acaso no se dice que los pájaros son algo así como retartaranietos de los dinosaurios y que precisamente por eso afirman que los esqueletos de esos grandes bichos, han sido enterrados por todas partes por gente incrédula para confundir?
Aunque eso no fue lo peor que me ocurrió, sino el enterarme de que en algún lugar de Santiago del Estero, dentro de una ceremonia de lo que según se dice era un “rito satánico”, habían primero dado muerte a un chico y luego se lo habían comido. Dicen también que esos perversos degenerados eran doce -un intento de burlarse de los Apóstoles-, doce hombres y ni una sola mujer. Una cosa explicable porque las mujeres tienen el instinto de madre, y por mi parte por mi soltería de convicción férrea no creo en cambio en que haya un instinto paternal. Y si no que me digan por qué hay tantos chicos que no saben quién es su padre, porque quienes lo fueron si bien demostraron aunque más no sea de manera iniciática su voluntad procreativa, se desentendieran después de sus consecuencias. Pero la razón de la ausencia de mujeres en el grupo, según me parece, es otra. Que el Diablo es, cuando menos, sino de sexo de género masculino, y que se volvió travesti de una manera tempranera con el solo propósito de engatusar a Eva.
Nos vamos hacia dónde vamos. Ni Dios quiera, de seguir así, quizás volveremos a ser lo que conocemos por bárbaros. Vamos mucho más atrás, a los tiempos de las hordas que eran tribus, y creían en conjuros y efluvios misteriosos que exhalaban al cielo hombres malos. Es por eso que toda la gente padecía, según me han dicho, lo que se llama “histeria colectiva” y era capaz de caerse desmayado como víctima de un síncope los días de luna llena al escuchar moverse las hojas de un árbol.
No me van a negar entonces la importancia de volver de nuevo a la cordura, porque de seguir así vamos mal rumbeados.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)