“Fue una actividad bellísima. Más de 250 personas en el Círculo Italiano, con mucha mística. Estuvo presente la Diputada Nacional Marcela Antola. El cierre estuvo a cargo del intendente Francisco Azcué. Sebastián Arístides estuvo en el primer panel y luego expuso Juan Cruz Candido, Secretario General de la Gobernación de Santa Fe”. Así resumió Lorena Aguilar lo vivido el sábado último por el radicalismo en su “Seminario Departamental”.
Si se pasa lista, casi no faltó nadie. Aunque hubo algunos “grandes ausentes”, como el Diputado Provincial Marcelo López, que no pudo asistir o la concejal María Celeste Fuscado, que tampoco estuvo.
La presencia de Candido, mano derecha del gobernador Maximiliano Pullaro, no pasó desapercibida, especialmente cuando hizo uso de la palabra y enumeró grandes lineamientos para que el radicalismo se renueve y busque ser mayoría en el país.
“Sentemos a una persona y pidámosle, como en esos test laborales, que nos dibuje qué es el radicalismo, cómo lo interpreta. Le damos un papel y lápiz y le pedimos que dibuje un radical. Pensemos un segundo: ¿qué queremos que dibuje la gente cuando le pedimos que dibuje un radical?”, disparó en los primeros minutos de su discurso.
Enseguida, aportó “dos apelaciones claves para construir una mayoría”. La primera: “a nadie le importan nuestros problemas”. “La gente no anda por la calle preocupada por lo que le pasa al radicalismo, porque el radicalismo dejó de preocuparse por lo que le pasa a la gente. Puede que nos preocupe la gente, pero hablamos de nosotros mismos”, lamentó.
Candido describió aspectos de la realidad del país que –explicó- no están siendo vistas o de las que no se habla. “Hay un país sumido en la pobreza. Con respeto a quien haya votado a cada uno, con un presidente que afronta los problemas con una actitud demasiado violenta para cualquier democracia más o menos normal, que echa leña al fuego social que parece –eso sí- que no lo están viendo. Y nosotros, a todos los problemas que tiene la gente, le aportamos los nuestros. No es normal, no es racional. A una sociedad hastiada, cansada, que ya tiene suficientes razones para creer en quienes le dicen que la democracia no es una solución, cuando nos miran para ver qué le podemos decir sobre esos problemas, cómo queremos solucionarlos, con qué método, planificación, estrategia… les respondemos con nuestros problemas”, cuestionó.
Y retomó las dos apelaciones: “Primero no le traslademos a la gente nuestros problemas. Segundo, no confundamos los valores con las herramientas. Las herramientas van cambiando con el tiempo. Porque la sociedad cambia constantemente, y si bien siempre hubo pobreza, nunca como ahora está el que la pasa mal viendo por el celular al de al lado que la pasa bien, nunca como ahora tenemos a un pibe que no tiene para comer viendo cómo el de al lado se va de vacaciones, porque nadie sube al teléfono fotos del velorio de la tía. Somos todos felices acá. Nunca nadie que la pasa mal tuvo tantas posibilidades de ver a otros que no la pasan mal o de pensar que no la pasan mal. Eso genera frustración, desigualdad, enojo, y esa sociedad es la de ahora y no la teníamos hace 40 años, donde era peor porque no teníamos libertad. Aunque ahora también vivimos con una libertad condicionada. Lo que no cambia es el valor, el sentido de lo justo, lo inmanente, lo que para nosotros es justo o injusto, eso no cambia con correo postal o con correo electrónico. A veces pareciera que nos quedamos anclados en la anécdota, en lo estético, para disimular que defeccionamos en lo ético. Seguimos hablando de democracia e igualdad pero poco y nada hacemos por tener una democracia con igualdad, poco y nada por tener una propuesta en esa dirección”.
“Muchas veces –agregó- nos quedamos en la evocación nostálgica que no nos permite avanzar. Nos detiene en formas de vincularse y de comunicarse que no van más o que tienen que convivir con otras maneras. No es que no sirva pintar paredes pero tiene que convivir con las redes sociales. No comprenderlo es necedad”.
“Hay que pensar ahora –propuso-, en este contexto, los que ganaron el año pasado diciendo que la vieron, qué no están viendo. Tratar de detectar nosotros lo que no se ve, de ver lo que está pasando en la sociedad, la gente que está sufriendo muchísimo aunque no se dice. Ver lo que no se ve en jubilados que no tienen para comer aunque nadie lo dice, gente con trabajo registrado que no tiene para parar la olla aunque nadie lo dice, una gran mayoría que no conoce lo que es el trabajo registrado aunque nadie lo dice, el estudiante que deja la facultad porque no se puede sostener aunque nadie lo dice, una gran mayoría de jóvenes que no saben lo que es un aguinaldo”.
Candido recordó haber escuchado a “una diputada nacional que decía que era el nuevo paradigma lo de su arquitecto amigo que trabajaba de UBER porque no le alcanzaba, como si eso estuviera bien, como si hay que aceptarlo. En la época de Menem se decía lo mismo y era una vergüenza que un arquitecto maneje un taxi”, remarcó.
“A toda esa gente que se está quedando afuera, que ven por el teléfono cómo la pasan bien algunos nada más, les tenemos que ir a hablar nosotros. El peronismo no lo puede hacer más porque ya los estafó, porque en nombre de la igualdad generó más desigualdad, más frustración, más marginalidad. Nosotros sí podemos ir a hablarles, pero para eso tenemos que primero recrear la confianza en nosotros mismos, terminar de hablar de nuestros problemas ante la sociedad”, insistió.
Admitió que “hay que tomar decisiones drásticas que nos permitan ordenarnos y que quede en claro la posición del partido. Porque los partidos políticos no son calesitas ni colectivos que llevan a la gente donde quieran. Y tenemos que reconstruir una posición de aspiración mayoritaria, hacer el intento de construir una mayoría”.
“Deberíamos estar pensando –porque los partidos políticos son para pensar- qué hacemos con el mundo del trabajo y la inteligencia artificial, con qué vamos a atender a la gente que se quede afuera por el avance de la tecnología, con qué Estado vamos a sostener servicios básicos que hay que garantizar a todo el mundo para no aumentar la desigualdad, la pobreza, el estancamiento. En Santa Fe intentamos prender una lucesita, con organización partidaria, unidad, solidaridad”, dijo.
Pidió “no perder de vista qué es lo trascendente, no recitar solamente discursos de memoria de nuestros próceres, sino pensar ante una situación determinada qué harían los que citamos en los discursos, ponerse en el lugar. Hay que transformar el partido porque muchas veces cuando lo dibujan hacen un museo. Que pase de ser un museo a un laboratorio donde se piensan el futuro, las transformaciones, resolver temas que le mejoren la vida a los demás, problemas técnicos, de salud”.
“En Santa Fe –graficó- nos habíamos quedado con que éramos el partido que había construido la primera autopista en 1963 o que junto a los radicales de Entre Ríos había impulsado la construcción del túnel, pero no le decíamos nada sobre el presente”.
“Ustedes –agregó Candido en alusión al radicalismo de Concordia- son el verdadero modelo porque acá sí que costaba y es donde más se ve la diferencia. En el 82 Alfonsín publica un libro sobre qué es el radicalismo. Quizá veía venir lo que nos pasa ahora, un partido que se dedicó a hacer antiperonismo pero no a explicarse por lo que era. ¿Qué somos? No somos peronista. ¿Pero qué somos? Es fácil no ser peronistas, pero ¿qué somos para ser mejores?”
“Alfonsín decía una cosa: no nos diferencia la concepción social, el valor de la justicia social. Lo que nos diferencia es que para nosotros el fin no justifica los medios. Llegar se puede llegar de cualquier manera, pero llegar a la manera del radicalismo se hace con militancia, con esfuerzo, con compromiso, no abandonando nunca y con una profunda convicción de que estamos en un mundo muy cambiante, y que tenemos que tener las antenas muy entrenadas para leer los cambios, no para subirnos a cualquier tren si no para poder dirigir, conducir a esa sociedad, con herramientas que estén a tono con el momento de la sociedad, para no hablar en blanco y negro en una sociedad diversa, plural, multicolor y para demostrar que los que siguen creyendo que este país tiene solución, en serio, con educación pública, con salud pública, con la certeza de que las generaciones futuras van a vivir mejor”.
“Mi generación –definió- es la primera que nació en casa propia y en su mayoría tendrá sus hijos en casa alquilada. Para toda esa gente, que está callada, expectante, que no se queja porque tiene miedo del pasado, pero que tampoco está conforme con el presente, si para todos ellos tenemos un mensaje claro, serio, responsable, mostramos que lo que nos encargan para hacer –gobernar Santa Fe y Concordia- lo hacemos bien, con responsabilidad, con solidaridad, si logramos todo eso vamos a demostrar que el radicalismo no solo es un orgullo para nosotros mismos sino que tiene mucho para darle a la República Argentina”, concluyó Candido.
Fuente: El Entre Ríos