Opinión

La tendencia argentina a mirarnos el ombligo: ¿es útil la cuarentena?

Tanos, gallegos, criollos, judíos, polacos
Indios, negros, cabecitas, pero con pedigree francés
Somos de un lugar, santo y profano a la vez
Mistura de alta combustión

La Bersuit Vergarabat, en su famosa canción “La Argentinidad al palo”, describe así a nuestro país. Y, honestamente, no está tan alejado de la realidad. Los argentinos estamos extremadamente acostumbrados a creernos superiores al resto del mundo. Tal es la creencia de “superioridad” en nuestro imaginario colectivo, que tendemos a reducir TODO lo que pasa a nuestra política interna. ¿No me creen? Veamos algunos ejemplos.

En 1811, tras las primeras revoluciones de independencia en América Latina, emisarios de Caracas y de Buenos Aires fueron enviados separadamente a Londres, a los fines de ganar apoyos para las causas independentistas. Hubiera sido interesante una comunicación directa entre ambos ejes. Sin embargo, Buenos Aires fue el problema: los emisarios porteños estaban más ocupados en mirar sus ombligos que secundar los intereses de unión y concertación propuestos por los venezolanos.

En 1826, Simón Bolívar -uno de los grandes Libertadores del continente- convocó a un Congreso en Panamá para materializar su vital anhelo de instituir una unidad latinoamericana. Nuestro país fue uno de los que no participó, tras conocer que el gobierno colombiano (principal impulsor de la reunión) no apoyaría la guerra que las Provincias Unidas del Río de la Plata mantenían por ese entonces con Brasil por la Banda Oriental, en caso de que se conformara una federación de Estados latinoamericanos.

Más tarde, a finales del siglo XIX y principios del XX, existió una generación de dirigentes argentinos que se encontraban imbuidos de ideas de superioridad de la raza blanca, de la expansión necesaria y vital para reconstituir el dominio sobre los antiguos territorios del Virreinato del Río de la Plata, para lo cual se necesitaba contar con un poderío naval y militar robusto. En resumen, una generación que daba un sentido misional para su nación, con una concepción europeísta. Como diría Estanislao Zeballos, el tres veces Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país: “Nosotros pertenecemos a la zona del Concierto Europeo”.

Traje a colación estos acontecimientos, porque me dan pie para pensar con ustedes el tema de la pandemia por el COVID-19. La Argentina se encuentra en el confinamiento más largo del mundo, superando incluso al que se vivió en la ciudad de Wuhan, lugar desde donde emergió el coronavirus. Hace unos días, charlaba con un conocido, el cual me manifestó que el principal efecto del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio era económico. Quien escribe, quedó asombrado, porque los pronósticos económicos son sombríos para todos por igual.

Entonces, ¿es todo culpa de la cuarentena? ¿O existe algo más que no estamos viendo? Según el FMI, en su pronóstico de mediados de año, la Argentina tiene una proyección de una contracción del PBI de 9,9% para 2020. Brasil, nuestro vecino más cercano, tiene una proyección de -9,1%, en un país en el que su presidente trata al COVID-19 como una “gripezinha”. Proyecciones económicas similares para abordajes sanitarios diferentes del virus. El conteo total de infectados, sin embargo, no es similar. Mientras tipeo, Brasil tiene 4,202,191. Argentina, por el contrario, solo registra 535,705casos.

Los problemas económicos de nuestro país son de larga data, y ahora se profundizan por una situación sin precedentes en la historia de la humanidad. No crecemos hace años, y somos un Estado que no es atractivo para captar inversiones. Según el Índice de Atracción Global de The European House Ambrosetti, la Argentina volvió a aparecer entre los peores lugares del mundo para atraer inversiones. Estamos en el puesto 92 de 144 países estudiados, por debajo de Colombia y por encima de Egipto.

Aquí es donde, otra vez, aparece nuestra tendencia a mirarnos el ombligo. La oposición busca menoscabar las decisiones del gobierno nacional, acusando a la autoridad de un mal manejo de la pandemia y de “estar perdiendo la batalla contra el coronavirus”. Para eso, se apoyan en la creciente cifra de contagios y en la crisis económica, descontextualizándola del resto del mundo. Hay quejas sobre la cuarentena, cuando en realidad la mayor irresponsabilidad proviene del arco político opositor.

Para protestar sobre “el cercenamiento de las libertades” impuesto por el gobierno, acompañaron una protesta multitudinaria y libre en todo el país. ¿Hubiera sido posible en otro Estado? Miremos a Alemania, por ejemplo. Alrededor del mismo día en el que se hizo una manifestación aquí, en el país europeo las fuerzas de seguridad reprimieron a ciudadanos que se manifestaban por las mismas razones. ¿El motivo? Atentaban contra la salud pública, debido a la aglomeración de gente.

El otro argumento que se utiliza para cuestionar el aislamiento, es el que versa sobre la creciente cantidad de infectados que existe entre nuestra ciudadanía. ¿Cómo somos el onceavo país a nivel mundial en contagios, si estamos en aislamiento hace casi 6 meses? El objetivo nunca fue evitar los contagios, sino disminuirlos a su menor expresión posible para no estresar el sistema de salud y evitar un colapso. Colapso que, tristemente, está cercano, porque la gente se “olvidó” de la responsabilidad individual.

¿Acaso nos olvidamos de las imágenes de las fosas comunes en Estados Unidos? ¿También nos olvidamos que el epicentro de la pandemia ahora está en nuestro continente? ¿O que hay rebrotes en Europa? El aislamiento fue y es útil, más allá de la crisis económica mundial que tenemos. ¿Se imaginan lo terrible que sería todo si existieran muchos más casos y muchas más muertes? Los costos económicos en el sistema de salud serían durísimos.

Estamos ante una situación difícil, tenemos enfrente un virus que aún no conocemos bien y para el cual aún no hay vacuna. Hoy, más que nunca, es importante recordar que TODOS estamos en un año atípico, y que la situación argentina no es diferente. ¿Es un poco más dura en términos económicos? Tal vez, pero no dista mucho de otros países en vías de desarrollo. Y, en términos epidemiológicos, tuvimos una respuesta acorde a nuestras capacidades, evitando el colapso y muertes innecesarias. Entonces, te pregunto: lector, lectora: ¿es útil la cuarentena?