Monseñor Héctor Sabatino Cardelli falleció a los 81 años, en la ciudad santafesina de Rosario, donde residía. Fue 6 años obispo de Concordia y 12 de San Nicolás de Los Arroyos. Sus restos serán velados en el santuario de María del Rosario de San Nicolás y, a las 19, monseñor Hugo Santiago presidirá la misa exequial.
Fue el tercer obispo de la Diócesis de Concordia. “Su paso dejó huellas profundas en la vida religiosa y social de las comunidades que la integran. Su sencillez, humildad y cordialidad hablaban en todo momento de sus cualidades como persona y pastor”, recordaron.
Entre sus legados pastorales se reconocen su presencia y acompañamiento cercano a todas las comunidades parroquiales, incluso las más alejadas ubicadas en zonas rurales; la puesta en marcha del Cementerio Pinar del Campanario, obra destinada al sostenimiento de la misión evangelizadora; y la promoción del PPD Proceso de Planificación Diocesano que hoy se denomina Camino Pastoral, con el propósito de animar a la comunión y participación de todos los fieles.
“Este camino comunitario, no hizo otra cosa que definir un nuevo modo de ser de esta Iglesia Particular: la sinodalidad, realidad que hoy nos invita a vivir el Papa Francisco”, destacaron desde la Diócesis que también compartió un video para atesorar que fue producido en la Fundación “María de la Concordia”.
A continuación, El Entre Ríos transcribe esas anécdotas en tono intimista que relató el propio sacerdote, que irá de su infancia al momento en que dejó Concordia. Entre el llanto, la risa y llenos de nobleza, sus palabras lo describen tal como fue.
La mamá
“Había una tradición religiosa dentro de mi familia, tanto es así que nací un 30 de de agosto y el 21 de septiembre fui bautizado, lo más rápidamente que pudieron. Tenían una casa grande en el campo donde cada uno tenía la habitación. Somos 3 hermanos”, recordó.“Mamá, cuando nos llevaba a dormir a la noche, se sentaba con cada uno de nosotros en la cama y nos hacía rezar la oraciones. Nos decía, por ejemplo, sí hacía frío y si llovía: demos gracias a Dios que estamos bajo techo, que vos tenés una frazada, una cama preparada para dormir y cuántos chicos no tendrán esta posibilidad”, relató hasta emocionarse.
El papá
“Cayó una pedrada muy fuerte, era el mes de diciembre, antes de Navidad y nos dejaba toda la cosecha brotada y cayó granizo. Destruyó todo lo sembrado. Nosotros estábamos ahí reunidos, mamá prendía una vela y rezábamos. Llorábamos. Éramos chiquititos, yo recuerdo que estaba prendido de una pierna de papá así que tendría 6 ó 7 años. Y papá decía: no lloren, no lloren porque si Dios le da de comer a los pajaritos no se va a olvidar de nosotros”, contó.Y reflexionó. “Claro, papá pensaba: ahora el granizo me lleva todo lo sembrado, qué le daré de comer a mis hijos. Mi papá estaba haciendo allí un acto de confianza en la providencia. Nosotros llorábamos por el ruido y el miedo”.
“Después, cuando yo tuve acceso al Evangelio y leí ese pasaje del Evangelio, me dije: ah, pero qué bárbaro, Jesús piensa igual que mi papá”, sostuvo y sonrió como aquella vez.
La maestra
Contó: “Llegó el momento de terminar la escuela y la maestra nos preguntó a todos los chicos, era sexto grado en aquel entonces, “a ver qué van a hacer después que terminen la escuela”. Algunos se levantaron y dijeron una cosa y otra cosa. Y yo me levanté y dije: yo quiero ser sacerdote”.“Todavía ni sé por qué lo dije pero es lo que me surgió en ese momento. Y todo el grado se empezó a reír: “te va a hacer cura, vas a ser cura”. Y la maestra, que no era una mujer de práctica, de misa dominical, ni nada, le observó al grado y dijo: “por qué se ríen. Es una vocación como tantas otras”, destacó.
La escuela
“Cuando vuelvo a mi pueblo como Obispo, en julio de 1995, cuando fui ordenado Obispo auxiliar de Rosario, lo hice para celebrar una misa. Me hicieron una recepción en la entrada del pueblo. Llegamos allá a la Parroquia, después hicimos una visita por el pueblo y, entre las visitas, fui a la escuelita donde yo había hecho la primaria”, empezó contando.“Fíjense que notable porque hay cosas que cree que las recuerda sólo uno y, sin embargo, me llevaron al salón de sexto grado y cuando entro allí veo el pizarrón todo escrito y decía: acá, en 1955 dijiste que querías ser sacerdote”, afirmó y añadió: “estaban los nombres de todos mis compañeros y decía: Ahora, te recibimos como Obispo”.
Concordia
“¿Concordia, dónde queda Concordia? Yo nunca había estado en Concordia más que de paso en un encuentro de Pastoral Penitenciaria. Bueno allá voy, apunté todo mi vida para allá y ahora tengo que desprenderme de Rosario. Me acuerdo que cuando trascendió la noticia, los periodistas de Concordia, no sé si fue el diario El Heraldo, me llamaron y me preguntaron ¿por cuánto tiempo va a venir a Concordia? Y yo les dije: estoy dispuesto a dejar mis huesos por Concordia. Me acuerdo que después vi el diario y lo habían puesto como titular a esa frase”, sonrió.“Bueno, llego allá, me recibió la madre Haydeé en Casa Madre Camila, allí empezaron a venir los sacerdotes, vino monseñor. La madre fue madre desde el primer momento para mí. Todos me trataron muy bien y empezó ese especie de caminar en un terreno donde nunca había estado”, resaltó.
Entre Ríos
Afirmó que “Entre Ríos es una reserva de la humanidad, digo yo porque hay un calor humano, una confraternidad, una disponibilidad, una sencillez de la gente que a mí me copó, me sedujo muchísimo de entrada”.El caballo y el perro
“El caballo y el perro son dos animales con los que tengo mucha naturalidad. Entonces, ya tenía mi caballo: este es su caballo, monseñor. Entraba a caballo con los centros tradicionalistas. Una vez recuerdo la capilla de Fátima, en la parroquia donde estaba Hugo Rougier de Federal, una de las capillas de Federal. Era la primera vez que iba y me habían aconsejado ir en camioneta por las rutas de ripio y demás. Llegó allí, estaba el puesto de Policía y la comunidad esperando”.Prosiguió: “Entonces, saludé y me dicen: bueno monseñor, acá le trajimos su caballo. Y era un animal impresionante, altísimo que tenía unas patas tan largas, negro me acuerdo y digo: uh, bueno me va a costar subir porque yo digo para montarlo más los quilos granjeados con los asados con cuero era una cuestión no tan fácil. Bueno, pongo mi pie en el estribo y, cuando me afirmo para saltar, se rompieron las correas, se desató el estribo, qué se yo. Entonces, claro la gente muy respetuosa porque yo era el Obispo, no se podían matar de risa por el percance. Todos con la mano atrás aguantando la risa. Y me largué a reír yo y todos también lo hicieron. Les digo: bueno, miren ayúdenme, me hicieron la sillita y pude subir.
El Cementerio
Contó que “la idea del Cementerio Parque, tuvimos alguna dificultad con el otro cementerio parque porque es como que queríamos establecer una competencia. Yo hablé con las personas del otro cementerio y les dije: miren, yo no quiero entrar en competencia con nadie. Simplemente, yo necesito generar recursos para la Evangelización”, reveló.“En definitiva lo que proponemos es una obra con sentido apostólico. Viví momentos muy lindos ahí, me acuerdo las misas compartidas con esta gente en honor a los difuntos. El lugar de oración, el Carmelo, el Seminario. Era como que Dios tenía preparado ese lugar porque, en realidad, es un lugar de dimensión sobrenatural para la vida. Es como la antesala de lo que después viene”, definió.
San Nicolás
“Me llama mi hermana porque no me podía ubicar porque en esa zona no había señal. Me dice: acá llamaron a casa porque el nuncio quiere hablar con vos. Te espera tal día”, indicó y cerró: “Bueno, efectivamente me invitó a comer pero fue para decirme que debía ir a San Nicolás”.
Fuente: El Entre Ríos.