En el caso conocido como de los abusos sexuales en Oro Verde, uno de los 11 procesados decidió contar su verdad públicamente, luego de que su nombre fuera el único que se hizo público en los últimos días.
Mario Furlong (comisario retirado de la Policía provincial) relató la historia y el contexto en el cual sus sobrinos (las víctimas de la causa) refirieron los hechos padecidos: señaló una interna familiar ante el divorcio de los padres de los chicos (hoy jóvenes), y la violencia perversa por parte del abuelo paterno (comisario, fallecido) y del padre (integrante de una fuerza nacional) con la cual los chicos se criaron.
“Quiero que se llegue a la verdad”
Remarcó, además, las incongruencias en la causa (testimonios, fechas, lugares) así como otras pruebas que considera que lo desvinculan de los hechos, ya su vez explican por qué fue incriminado. “Quiero que se llegue a la verdad”, dijo Furlong.Hay una cuestión central en esta causa: la certeza de que los niños fueron víctimas de abusos sexuales. Esto se ha demostrado en la investigación; lo que se cuestiona es el crédito que se le ha dado a señalamientos sin atender las circunstancias en las que fueron producidos, su verosimilitud y el consecuente procesamiento, en el caso de Furlong.
La causa se inicia en 2013, con la denuncia del padre de las víctimas y posteriormente el abuelo, en la que se apuntó a varias personas de la rama materna de la familia. Recién en 2016 se amplió la denuncia y lo involucraron a Furlong. Para entender por qué, el hombre se remonta mucho tiempo atrás.
Criados en la violencia
“Yo soy hijo de mi mamá solamente, y mi padrastro con mi mamá tuvieron al padre de estos chicos. Cuando mi madre se juntó con este hombre, llegó a conocer lo que era: un violento. Yo la vi mil veces a mi madre arrastrada de los pelos, conmigo también fue durísimo, me fui de mi casa a los 14 años, a una pensión de calle Buenos Aires. De día trabajaba y de noche iba al Colegio Nacional”, comenzó relantando Furlong . Recordó que, “antes de los 14, mi vida fue durísima con un padrastro golpeador, donde todo era violencia, tensión y mi madre ligaba castigos físicos y psicológicos a la par mía. Él era un policía de alta jerarquía, terminó como director de Inteligencia (en el primer gobierno de Sergio Montiel), de un metro noventa, recio, violento. En ese ambiente se viene a criar mi hermanastro (medio hermano). Él tenía sus privilegios por ser el legítimo, yo era el entenado”, afirmó.
“Después de los 14 hice mi vida solo, no volví más a mi casa. Él (por el padre de las víctimas) vio cómo la castigaban a su madre y también fue castigado, y al mamar desde tan chico esa violencia, cuando se casó no conocía otra cosa que maltratar física y psicológicamente a la persona que estaba con él”, contó.
El padrastro de Furlong fue denunciado varias veces por apremios ilegales, y era considerado uno de los policías “más duros” en Investigaciones, entre 1983 y 1986.
“Mi hermanastro se casó con una persona que era profesor. Él consigue un trabajo (en una fuerza nacional) y se va en comisión a otra provincia, y tuvieron cuatro hijos. Paralelamente en Paraná, mi madre enferma de cáncer de páncreas en 2007 o 2008. Entonces el abuelo de los chicos le pide a su hijo que regrese y que esté un tiempo con la madre. Esta familia, de mi hermanastro con esta chica, no conocía otra cosa que la violencia, física y psicológica”, agregó.
“Yo trabajaba en el interior, volví a Paraná en marzo de 2008. Vivía afuera y aún así con mi familia visitábamos a mi madre. Acá se habla de que los abusos fueron entre 2005 y 2011, y yo llegué a Paraná en 2008. Fui a Seguridad Vial como jefe de Educación Vial, y con el equipo salíamos a dar clases, teníamos una intensa actividad, y por ser un jefe de División tenía la función de controlar a los puestos camineros, entonces vivía viajando”, recordó Furlong.
“Mi mamá falleció el 27 de agosto de 2009. Nunca más me recibieron en esa casa. Soy consciente de que mi padrastro toda la vida me odió, y le infundió ese odio a mi hermanastro hacia mí yo era un ser despreciable para ellos. Entre 2009 y 2010, la mamá de los chicos literalmente huyó de esa casa, cansada de todos los golpes, humillaciones psicológicas, físicas a las que también fue sometida. Yo creo que la idea parte del abuelo y del padre de los chicos de embarrarle la cancha a ella para quedarse con los chicos”, consideró.
Chicos sometidos
Luego recordó: “Un día, cuando fui a visitar a mi mamá, mi padrastro y su hijo delante de mis hijos me dicen ‘a vos te vamos a hacer sacar esposado de Jefatura’. Yo era un comisario ya de muchos años de carrera, con un legajo intachable, funcionario de carrera que fui pasando todos los estamentos. Llegué con dos de mis hijos, estaba sentado el abuelo y mi hermanastro”.El episodio que sucedió en ese momento, según lo relatado por Furlong, fue que el padre de los chicos fue a buscar a la habitación a su hijo (por entonces de alrededor de 12 años). Se escuchó que el nene se negaba y lo llevó al comedor por la fuerza, desalineado y despeinado. Tanto su padre como su abuelo le gritaban que cuente algo; lo obligaron a jurarlo por la virgen (tenía una imagen colgada en el pecho) y el abuelo le vació en la cabeza una botella de agua que sería bendita; el padre gritaba “¡salí demonio si estás adentro!”.
El chico contó, entonces, que un día lo buscó su tío (Furlong) y fueron a la casa de su madre. Allí su tío tuvo relaciones sexuales con su madre, su tía y su abuela; luego llegó el abuelo materno y tuvo relaciones con él. Cuando terminó, Furlong y sus hijos se enojaron con el padre y abuelo del chico y tras una discusión se retiraron. Los hijos de Furlong declararán en el juicio este episodio que demostraría la inducción de los hombres, bajo una fuerte coacción, para que el chico contara ese hecho.
Hay varias cuestiones que llaman la atención sobre el padre de las víctimas. El hombre les pedía insistentemente a los hijos que le contaran escenas de abusos sexuales. Incluso guardaba anotaciones con una lista de esos hechos. La hermana mayor de los chicos (que nunca fue víctima de abusos) ha contado un episodio llamativo: un día regresando del colegio con su hermano, éste le refiere que debía inventar una historia para contarle al padre, de lo contrario lo iba a golpear. Entonces se le ocurrió decir que su tío (Furlong) lo pasó a buscar por la escuela y lo llevó a prostituirlo a Santa Fe. La hermana le recriminó la mentira, porque lo había visto en el recreo y tampoco podía salir del colegio sin autorización de los padres.
Además, se indicó que hubo varias denuncias (unas seis) que se registraron en la comisaría de Oro Verde contra el padre de las víctimas, por violencia de género y familiar, que derivaron en restricciones perimetrales, pero aparentemente en ninguna sentencia.
Como Furlong apareció en la causa tres años después de la primera denuncia, le preguntaron al padre de los chicos por qué no lo había nombrado en su declaración. El hombre arguyó que fue por consejo de su abogado. Es decir, prefirió no incriminar a quien habría abusado de sus hijos.
“Busquemos la verdad”
Los puntos de inconsistencias que la defensa de Furlong cuestiona sobre la acusación son numerosos: la ausencia de mención del hombre en las primeras declaraciones y en Cámara Gesell; la incriminación a cualquier persona que se vinculara a la madre de los chicos (la mujer de la carnicería, la dueña del departamento que alquilaba, una amiga que fue una sola vez y ni siquiera fue señalada en la rueda de reconocimiento); orgías de 13 personas en un monoambiente pegado a otros iguales habitado por estudiantes; sometimientos y abusos con modalidades que deberían haber dejado secuelas físicas que en su momento nadie notó; falta de medidas de prueba elementales que se debieron hacer, por ejemplo.Pero lo que más cuestionan es que se parte de la “falsa premisa” de que los chicos no mienten. Por esto, han contratado a una psicóloga forense de trayectoria en la materia, ya que una psicóloga que ha declarado en la causa dijo que por sus “convicciones católicas” les cree a los chicos.
“Es un odio irracional”, describe Furlong sobre su medio hermano
“Trabajé en muchas causas con niños víctimas que me pegaron mucho, muy sensibles para mí. Esta imputación me indignó notablemente, y mostrar mi rostro y mis datos con nombre y apellido en los medios, tan livianamente ¿cómo queda esto después? ¿Cómo remonto? Por eso me presento a esta entrevista para dar la cara, para ofrecer mi punto de vista y mi colaboración en esta causa”, dijo el hombre.“Como tío de esos chicos quiero que se llegue a la verdad. Con calumnias se llega a la injusticia, y a la humillación. Estos chicos fueron humillados, golpeados, supuestamente ultrajados. Busquemos la verdad, como padre de familia, tío de esos chicos, como auxiliar de la Justicia que fui, me pongo a disposición, quiero saber la verdad. Necesito ser sometido a todas las pericias que el Tribunal determine, pero también quiero que la Justicia llegue al fondo de todo esto y que busquemos la verdad. Conmigo se equivocaron. Acá hay una interna familiar en la cual soy salpicado”, sostuvo.
Agregó, antes de terminar, que “estoy del lado de las víctimas, y quiero ayudarlos para que recompongan su vida, su salud psicológica. Niños, hoy jóvenes que sufrieron pero siempre hay oportunidades de regenerar la vida. No estoy cerrado ni les guardo ningún rencor, al contrario, me mueve la voluntad de Justicia y verdad. Desde donde está mi madre debe estar sufriendo por lo que les pasó a sus nietos. Ojalá lleguemos a la verdad de todo esto”.
La causa se instruye con el viejo Código Procesal. El procesamiento del juez Gustavo Maldonado, pedido por la fiscal Laura Cattaneo, fue apelado y en pocos días se conocerá la sentencia de la Cámara, que muy probablemente confirmará la medida, ya que la sola sospecha basta para llevar el caso a juicio.
Fuente: Diario Uno.