Joaquín Otero, una de las tantas víctimas de abuso y corrupción de menores de Gustavo Rivas, valoró la condena a 23 años de prisión que la Justicia le impuso al abogado de Gualeguaychú, al computar delitos que habían sido considerados prescriptos en primera instancia.
En declaraciones al programa “A quien corresponda” (Radio De la Plaza), dijo que se sintió “contento” cuando se enteró de la determinación judicial a través de su abogado, Alfredo Vitale: “No lo esperaba, en un principio estaba conforme con la primera condena de ocho años porque se había reconocido la totalidad de los abusos, más allá de la proscripción que fue un golpe, pero había cierta conformidad y sentimiento de Justicia”. No obstante ello, “nuestro abogado no se sintió conforme y fue por lo que correspondía, por lo cual me puso contento y ahora el sentimiento de Justicia es pleno”.
Consultado por el modo en que atravesó el proceso de denuncia, lo calificó de “ambiguo” y así explicó su sentimiento: “Por un lado me jodió muchísimo, porque perdí gente con amistad de muchos años, amistades fuertes, a las amistades de Gualeguaychú las perdí casi todas por el solo hecho de contar, de no callar; pero por otro lado, sentí el apoyo de mi familia y de mi pareja”.
“Cuando salió la nota en la Revista Análisis -recordó- yo vivía en Mar del Plata, hacía mucho tiempo que no volvía a Gualeguaychú y no podía creer que esto estaba saliendo a la luz, porque habían pasado décadas y esto era algo que me seguía todo el tiempo, era una procesión que iba por dentro de todo el sufrimiento que había pasado, y empecé a tener una sensación de alivio, y de agradecimiento porque me sentí protegido, cuidado y entendido”.
En ese sentido, consideró que “hay muchos que se sienten víctimas y no se animaron” y que “por más que no figuren, en el expediente se sienten aliviados”: “Debe haber miles, porque estos hechos deben haber comenzado en la década del ‘60 y se extendieron hasta más allá del 2010”. “En la casa de Gustavo Rivas había filas de chicos esperando para ingresar por la manera en que él había cooptado a la juventud, y a él le ayudó mucho la naturalización que hizo la sociedad”, agregó luego.
“No guardo rencor, porque entiendo y sé como es la sociedad de Gualeguaychú, pero también sé que ha ido evolucionando y cambiando con el tiempo, pero no tuve más diálogo con amistades ni con gente de Gualeguaychú. El diálogo sobre este tema siempre fue con mi familia”, aseveró.
En cuanto al silencio de las propias víctimas de Rivas, mencionó que “varios amigos de esa época, que viven afuera de Gualeguaychú, tampoco quisieron hablar; fueron a Tribunales, nos encontramos ahí, entramos a declarar y dijeron que nunca vieron nada, cuando en un momento del juicio se mostraron fotos en las que estaban ellos y tampoco dijeron nada”.
Asimismo, lamentó que “lo peor fue que durante el proceso de juicio, Rivas agarró a algunos ya hombres grandes que siendo adolescentes eran cabecillas o líderes de cada grupo -que durante el juicio se los llamó entregadores, pero que en realidad eran menores de edad- y los usó para hacer recorridas por los testigos para que no hablen. Gustavo Rivas obtuvo la libertad condicional a sabiendas de lo que se estaba haciendo, a sabiendas de que estaba influyendo con el poder que tiene y siempre va a tener en Gualeguaychú para coartar y para amenazar, como hicieron conmigo pero yo lo denuncié y por eso hubo allanamientos, y sin embargo Rivas siguió en libertad”.
“A pesar de que esto salió a la luz, de que hubo un juicio, de las condenas, Rivas siguió ejerciendo su poder sobre los hombres que somos hoy y a las criaturas de ese momento. Por eso ayer cuando me enteré de esto, entendí que es lo que corresponde, que es lo que se merece y me puse muy contento”, admitió.
De todos modos, planteó que también recibió mensajes de algunas agrupaciones locales: “Sentí que hay algo positivo, que se generó algo, que en cierta parte de la sociedad se ha generado cierta conciencia. Gustavo Rivas no era el único y no lo es hoy en día tampoco. De estos perversos hay en Gualeguaychú y en todas las ciudades”.
Por último, recordó que Rivas “le dedicó su vida al abuso y se desarrolló en un caldo de cultivo que es la impunidad, la naturalización de la sociedad, él se metió en todos los colegios de Gualeguaychú, en todas las entidades intermedias, el carnaval, el concurso de carrozas, y desde ahí trabajaba, operaba y cooptaba chicos, era una persona adinerada que ponía plata en todos lados, era el señor de la cultura y todo se dio como lo planeó, y mucho más, para poder llevar adelante todos sus abusos. Esto es algo muy difícil que se dé en otra ciudad porque esto pasaba al lado de tribunales y de la principal Jefatura de Policía y fueron muchas décadas”.
Fuente: Análisis / Radio De la Plaza