El próximo domingo 13 de agosto se realizarán en la Argentina las elecciones primarias para determinar los candidatos que conducirán el país a partir del 10 de diciembre 2023. En estos días he recibido muchas preguntas sobre quiénes podrían ser los más adecuados para liderar los próximos 4 años.
Me impactó el desconcierto, la incertidumbre y la desesperanza, un denominador común que define nuestro liderazgo en la política.
La decadencia permanente que sufre nuestro país desde hace más de 70 años justifica este estado de ánimo en nuestra sociedad. La frustración de tantas promesas incumplidas, de liderazgos cuyas características, con rara excepción, solo deprimen.
Siempre he sostenido que los líderes se reconocen por los hechos, por lo que realizan y no por las palabras, no por los relatos, tampoco por si son más o menos simpáticos o carismáticos.
No hemos tenido dirigentes que presentaran una visión de país que no solo resolviera los problemas más urgentes, sino que tampoco propusieron un modelo de gestión y objetivos de mediano y largo plazo que transformaran la realidad, que mejoraran la calidad de vida de los ciudadanos.
El corto placismo, los intereses sectoriales e individuales, la falta de respeto a las instituciones, la propia incompetencia, el afán de poder por el poder mismo, como constante culpar a las anteriores administraciones, utilizar los recursos públicos con absoluta irresponsabilidad, someterse a los grupos corporativos que solo priorizan sus intereses por sobre los del bien común y tantas otras, son algunas de las características que marcaron esta época de la política en nuestro país.
Aristóteles y más tarde Maquiavelo, Bismarck y Churchill sostenían que la política es EL ARTE DE LO POSIBLE, pero para ello se requiere de ciertos valores y principios ligados al bien común como fin último.
Debo confesar que a todas las preguntas que recibí mi respuesta en nada es motivante; los candidatos que se han presentado y que son innumerables no me permiten ser optimista.
En el listado los hay de todos los tipos, están los hipócritas, los oportunistas, los psicópatas, los autoritarios, los mesiánicos, los incompetentes, los demagógicos, los irresponsables. Probablemente en las comunidades más pequeñas como los municipios haya postulantes que se diferencien de las características anteriores y que a través de sus hechos u obras se los pueda distinguir para gobernar esa comunidad.
Como habitualmente escuchamos “TRATARÉ DE ELEGIR AL MENOS MALO”
No puedo dejar de mencionar una definición que es dolorosa pero válida
“CADA PUEBLO TIENE EL GOBERNANTE QUE SE MERECE”
Joseph de Maistre - Teórico político y filósofo Cerdeña (1753-1821)
Está en nosotros modificar esta realidad, con nuestro voto; la ausencia o el no ir a votar justifica aún más la frase anterior
EJERZAMOS EL DERECHO A ELEGIR A QUIENES NOS GOBERNARÁN. ES NUESTRA RESPONSABILIDAD CIUDADANA. DEBEMOS CONSOLIDAR LA DEMOCRACIA QUE TANTO DOLOR NOS HA COSTADO.
Fuente: El Entre Ríos