Parece que hubiera sido hace una vida. Pero no tanto: durante dos largos años, desde marzo de 2020 a inicios de 2022, los puentes estuvieron cerrados. En la frontera la pandemia se sufrió en forma particular más allá de la letalidad del virus: hubo familias separadas de un lado y otro del río Uruguay. Ciudades que tenían una vida en común, como Salto y Concordia o Paysandú y Colón, se distanciaron. Y, cuando los puentes se abrieron, allá por 2022, todo cambió. Ahí sí: en medio de la mayor diferencia cambiaria con Argentina en décadas, los salteños, sanduceros y también los fraybentinos cruzaron en malón -en auto, moto, bici y a veces hasta a pie- para hacer buena parte de su vida del lado argentino: cargaban nafta si tenían auto, hacían las compras para toda la semana y, si había tiempo y plata, almorzaban o cenaban a una tercera parte del precio que en esta orilla del río. Hasta iban al dentista del lado de enfrente. La “Argentina regalada”, como le pusieron los medios, convocaba y mucho.
Para miles de uruguayos esa diferencia cambiarla tuvo efecto positivo en su bolsillo pero, en contrapartida, el comercio de las ciudades del litoral uruguayo lo sintió como hace tiempo no pasaba. Las ventas cayeron en picada, hubo un decaimiento general de la economía, así como un aumento notorio del desempleo. Y, con ello, reclamos de los empresarios, intendentes y dirigentes políticos al gobierno nacional, pidiendo medidas de ayuda que “no siempre llegaron o no lo hicieron del modo suficiente”, sostiene el diario El País.
Es cierto, la historia cambió en este último año: ahora ya no es tan conveniente cruzar a comprar, salvo algunos productos específicos como cosas de farmacia y de súper. Tanto que, por ejemplo, en Salto acaba de abrir un supermercado grande y nuevo frente a una de las plazas principales del centro. Algo impensado hace poco.
Incluso ya no vale tanto la pena cargar combustible en las estaciones de servicio de Argentina y, de hecho, los metros cúbicos vendidos en el litoral vienen en ascenso, según indican las estadísticas oficiales.
Según el Índice de Precios Fronterizos (IPF) que elabora la Universidad Católica del Uruguay (UCU) Campus Salto, la brecha de precios se ubica en 47,4% (más caro Salto que Concordia), un mínimo desde abril de 2019.
A fines de 2023 la misma canasta de 60 artículos era 180% más cara en Salto que en Concordia; la mayor brecha de precios desde que se comenzó a relevar el IPF en 2015.
La próxima semana se divulgará el dato de noviembre y la diferencia “caerá bastante”, anuncia a El País la economista María José Medin, del Observatorio Económico de Salto de la UCU. Y todo indica que seguirá bajando.
Otro dato relevante que pinta la situación: el desempleo de buena parte de los departamentos del litoral uruguayo es de los más altos del vecino país. El de Paysandú (11,89%) es el tercero más alto detrás de Treinta y Tres y Artigas en el promedio de enero-setiembre de 2024. El de Río Negro (11,46% para el mismo período) es el cuarto más alto y el de Salto (10,13%) el sexto más alto.
Pero hay diferencias. En Salto la tasa de desempleo viene a la baja y eso se explica en parte por el empuje del comercio local: en 2022 el desempleo era de 13,04% y en 2023, 12,82%. En cambio, en Paysandú viene en ascenso: fue 9,49% en 2022 y 10,70% en 2023.
Ahora bien, ¿cuánto influyó este complejo contexto económico en el reciente triunfo del Frente Amplio en Salto y Paysandú? ¿Tiene que ver o las razones de fondo están vinculadas al panorama nacional? ¿Cómo incidió la situación de la Argentina?
En esos dos departamentos Yamandú Orsi se impuso en el balotaje: fueron los únicos casos en todo el país junto a Montevideo, Canelones y San José.
En Salto Orsi ganó con 48,75% frente a 47,89% de Delgado, quien no logró retener 3790 votos de octubre de la coalición. A su vez, el Frente sumó 5989 votos respecto a las nacionales, cuando estaba casi 10.000 sufragios abajo. Cinco años antes, Luis Lacalle Pou había alcanzado 51,11% en Salto y unos 3000 votos más que esta vez.
En Paysandú la diferencia fue algo superior: Orsi sumó 48,55% frente a 46,96% de Delgado, quien no logró retener 4403 votos de octubre de la coalición. A su vez, el Frente sumó 6988 votos. En octubre el Frente también había quedado unos 10.000 votos abajo. En 2019, el hoy presidente Lacalle Pou había salido primero con el 49,81% del total de los votos sanduceros.
En los departamentos vecinos Río Negro y Soriano, también en el litoral, la izquierda perdió pero por muy poco esta vez: 48,64% contra 47,09% en el primer caso y 49,17% contra 46,49% en el segundo.
Esta es, de todos modos, una zona del país donde el Frente hace tiempo que se hace fuerte, parte de una imaginaria L que va desde Salto y termina en Rocha: allí obtiene buenos resultados, sobre todo en elecciones nacionales y balotaje, o al menos compite. Sin ir más lejos, tanto en Salto como en Paysandú el Frente había vencido -y por mayor diferencia- en los balotajes de 2009 y de 2014. En esa última elección Tabaré Vázquez alcanzó 58% en Salto y 54% en Paysandú. Es decir que lo de 2019 fue algo así como una excepción en las últimas dos décadas.
¿Cómo interpretan políticos locales, comerciantes y especialistas, desde la ciencia política a la economía, el resultado en Paysandú y Salto? Las teorías, ya veremos, son variadas. Algunas apuntan al contexto económico en la zona, otras van por el lado de la militancia fuerte de la izquierda y razones más vinculadas a la realidad nacional y a los errores del gobierno de Lacalle, entre otras.
Las causas
El politólogo Ernesto Nieto conoce bien la realidad del litoral. No solo porque es salteño y vive allá, sino porque da clases en la Universidad de la República de Salto y dirige la consultora Ágora, que se ha especializado en el interior. Y dice que en el resultado no solo hay causas locales, sino también una “causa sistémica”: en todos los departamentos del interior la fórmula del Frente Amplio “mejoró y mucho su performance” al tiempo que Delgado y Valeria Ripoll perdieron miles de votos en cada departamento en relación a la suma de los partidos de la coalición en la primera vuelta.“No pudieron convencer que podían representar a todos los electores de la coalición”, dice Nieto.
Y agrega que no es casual que el candidato ganador sea un hombre del interior, que “en su lenguaje y corporalidad se relaciona con la gente como alguien que está de igual a igual”. Y “justamente con ese candidato el Frente Amplio mejora mucho su performance en todos los departamentos”.
Otro elemento, según el analista, es que la instancia del balotaje no es tan atractiva para los caudillos locales. “Quizás hubo muchos blancos y colorados que no trabajaron tanto en la segunda vuelta como sí lo hicieron en la primera, donde hay estímulos como la competencia por distintos cargos, ya sea las bancas de diputados o posicionarse de cara a competir en mayo por las intendencias”, explica. Algunos blancos ya reconocen eso: el ministro de Transporte, José Luis Falero, habló esta semana de la “falta de militancia en el interior” en la segunda vuelta”.
En el caso de Salto, fue la segunda mejor votación porcentual del Frente Amplio en el interior detrás de Canelones. Y entonces Nieto reconoce las causas locales: influye que el intendente sea frenteamplista (“el liderazgo de Andrés Lima moviliza estructuras”) y también la situación económica comprometida que impactó en el empleo durante casi dos años. “Los departamentos más castigados claramente fueron Salto, Paysandú y Río Negro”, sostiene el especialista.
Paysandú y Salto, dos perfiles muy distintos
Salto y Paysandú son dos capitales departamentales con perfiles bien distintos, a pesar de su cercanía. La primera es una capital con tradición colorada y en general de nivel socioeconómico más alto que Paysandú.Allí hoy el principal líder político es el intendente Andrés Lima, con un perfil caudillesco que lo diferencia de otras figuras del Frente Amplio. Salto tiene una fuerte clase media alta. Hay ocho colegios privados y circulan unos 90.000 vehículos. El club Remeros es uno de los más grandes de Uruguay.
Paysandú, en cambio, tiene un perfil más obrero. Es una ciudad con historia industrial: basta recordar a Norteña y las textiles Paycueros y Paylana. De hecho, hay un barrio obrero en torno a donde estaban esas fábricas.
Pero Paysandú es un departamento históricamente blanco y larrañaguista. De hecho, el intendente Nicolás Olivera es de ese origen.
Hace ya varios períodos que el Frente Amplio y el Partido Nacional alternan en el poder y nadie puede repetir. La izquierda ganó en 2005 con Julio Pintos y en 2015 con Guillermo Caraballo. El Partido Nacional en 2010 con Bertil Bentos y en 2020 con Nicolás olivera, quien ahora busca la reelección.
Salto
Carlos Albisu será uno de los tres candidatos a intendente por la coalición en mayo. A nivel nacional su nombre sonó fuerte el año pasado cuando debió renunciar a la presidencia de la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande en medio de una polémica por las designaciones directas. Pero en Salto sigue siendo un hombre popular: su lista obtuvo más de 18.000 votos en octubre.Albisu dice que hay que hacer un “estudio” de los resultados: ¿qué pasó con los 3000 votos que se perdieron en noviembre? “Pero no es algo nuevo”, aclara. “En octubre de 2019 la coalición republicana ganó en Salto por 23.000 votos, pero en noviembre la diferencia se redujo drásticamente a poco más de 4.000”.
El colorado Marcelo Malaquina, quien también será candidato a intendente por la coalición en mayo, está convencido de que el resultado electoral está vinculado a los tiempos pospandemia “complicados” por la diferencia cambiaria. Y admite que el gobierno “no hizo lo suficiente” en materia de precios, lo que causó el cierre de comercios. “Faltaron medidas de shock para esta zona del país, lo que desilusionó a muchos uruguayos”, analiza.
Pero para Malaquina, cuyo padre fue intendente colorado tres veces, lo que más pesa es “la estructura y el aparato político de la intendencia y en particular de Lima, lo que genera una corrida interesante de votos”. La militancia del Frente “salió a la calle de manera impresionante” en los días previos al balotaje, reconoce el colorado.
El diputado cabildante Rodrigo Albernaz va más allá y menciona una supuesta “compra de votos”. Denuncia que en Salto lo hacen todos los partidos grandes (“es una estafa”) pero que la izquierda lo hace más: dice que se paga entre 500 y 1000 pesos por voto, a veces en efectivo o “con bonos” para comercios. “El domingo, en una casa al lado de un comercio en barrio Quiroga entre tantos puntos, hacían cola para levantar los bonos de consumo”, asegura. El derrumbe electoral de Cabildo Abierto y su “debilitamiento” también es un factor que, a su juicio, incidió en el resultado del balotaje en el litoral.
El periodista Hugo Lemos, corresponsal de El País, menciona el “factor Lima” como clave para la definición del balotaje en Salto. Es decir, la influencia del intendente y su grupo Encuentro Federal Artiguista, que “los sacó a todos a la cancha a trabajar más que nunca”, también forzado por las circunstancias, ya que no alcanzó una banca en el Senado y no puede repetir la intendencia. Hace algunas semanas Lima había dicho a El País que, si Orsi ganaba la elección, él podría sumarse a “algún cargo” a nivel nacional.
Lima no respondió a El País para este informe.
Sí lo hizo Gustavo Chiriff, secretario general de la Intendencia de Salto y uno de los nombres que se manejan como candidato a intendente por el Frente Amplio. Dirigente comunista, Chiriff dice que la organización fue crucial. “El Frente Amplio se estructuró muy bien para esta instancia, llegando a todos los barrios, pueblos y zonas rurales de Salto. Eso fue fundamental para lograr una ventaja”, afirma.
Y también señala las fallas del adversario. A su entender, el concepto de coalición es más teórico que práctico y “cuando llegó el momento de empujar juntos por una propuesta común, no todos los partidos lo hicieron con la misma fuerza”. Esta falta de unidad se evidenció, según el secretario general salteño, en la ausencia de movilización el día de la elección, algo que según él no pasó en las elecciones de 2019.
Paysandú
¿Y qué dicen en el departamento Paysandú? Nicolás Olivera es senador electo por el Partido Nacional y va por la reelección en la intendencia. Desde la capital sanducera, dice a El País que el fenómeno se resume con dos palabras: Yamandú Orsi. “En todo el interior bajó la votación de la coalición y acá en Paysandú disminuyó 10%. Pero el fenómeno principal fue que creció Orsi, más de 20%”, afirma Olivera.Guillermo Caraballo, exintendente frenteamplista (2015-2020), tiene una visión similar a Olivera en un punto: el rol de Orsi. Dice que su partido ganó por cómo se manejaron las estrategias en territorio y porque la figura del presidente electo captó a muchos “desencantados”.
Para Caraballo, el “descontento económico” en la población fue un tema central en Paysandú, uno de los departamentos con desempleo más alto de todo el país. “El año pasado fue difícil para el departamento y la sensación generalizada era de malestar económico”, resume. Eso, combinado con la poca movilización en el balotaje, “terminó jugando en contra de la coalición”, explica. A su juicio, el Frente Amplio logró capitalizar el descontento y consolidar un crecimiento respecto a la primera vuelta.
Más allá de la diferencia de precios con Argentina, Paysandú tiene un grave problema estructural vinculado al desempleo. “Durante varios meses estuvo en el primer lugar de las estadísticas nacionales, pasó de ser una cuestión coyuntural a convertirse en un problema estructural”, señala el exintendente. Según Caraballo, si se suman los datos de desempleo y subempleo (personas que desean trabajar a tiempo completo pero no lo logran), alrededor de 40.000 personas se encuentran afectadas por problemas laborales en el departamento de Payasandú.
El intendente Olivera también cree que lo económico es clave aunque dice que ya se sienten mejoras, igual que en Salto. “Los precios en Argentina comenzaron a sincerarse, especialmente en productos como el combustible, lo que disuade a mucha gente de cruzar de manera masiva. Esto ha repercutido en el clima comercial local”.
Pero Olivera también admite que hay sectores que aún no se recuperan, como el comercio minorista, el de combustibles, farmacias y servicios de atención personal, que sufrieron mucho durante el auge de la brecha cambiaria.
El comercio
La economista Medin de la UCU confirma que el encarecimiento de Argentina -debido al ajuste de precios en el país vecino y el ajuste del tipo de cambio real- “ya tiene efectos en el comercio: en concreto, hay más ventas en Uruguay”. Y explica que una diferencia amplia de precios “implica desvío de consumo y de recaudación”, lo cual se está revirtiendo.Lo mismo dicen empresarios de la región. Bettina Franco, gerenta del Centro Comercial e Industrial de Paysandú, es cauta y habla de “un leve repunte en el consumo local” pero dice que el impacto no ha sido uniforme en todos los rubros. “Hay sectores que, al equipararse la diferencia cambiaria, inmediatamente sienten el cambio en sus ventas, pero hay otros que aún no han podido recuperar la caída”, explica.
Es que la cercanía con Colón, ciudad argentina que combina servicios turísticos y precios aún competitivos en algunos bienes de consumo diario, continúa atrayendo a los sanduceros, especialmente durante los fines de semana. La oferta de termas y gastronomía se suma al atractivo económico, manteniendo viva una dinámica de consumo transfronterizo que afecta a Paysandú.
En Salto, Guillermo Luzardo, presidente del Centro Comercial e Industrial, dice que “la desaparición de las largas colas hacia Argentina” a mediados de este año marca un punto de inflexión pero advierte que las diferencias estructurales persisten.
Luzardo valora las medidas de los gobiernos, tanto a nivel nacional como departamental, al ser “paliativas pero necesarias”. Entre estas, destaca el descuento en el Imesi para los combustibles y las campañas de tarjetas de débito en comercios locales, que ayudaron a mitigar la crisis. “Sin estas acciones, el impacto habría sido mucho peor”, asegura.
El comercio local muestra signos de reactivación, coincide el empresario, quien es propietario del supermercado San José. Pero también dice que los años de crisis dejaron “un consumidor mucho más prudente” en esta parte del país: “Hoy las personas cuidan más el bolsillo, buscando hacer rendir su dinero en el comercio local”.
Así las cosas, salteños y sanduceros cada vez cruzan menos a comprar del otro lado del río; no es poca cosa para el comercio local, aunque para el resto de la gente -los que no son comerciantes- puede implicar un encarecimiento de su costo de vida. Cuánto incidió todo esto en el resultado del domingo 24 de noviembre seguirá siendo tema de estudio por parte de analistas y políticos. Pero no por mucho tiempo: hay que prepararse para mayo, cuando se eligen intendentes y alcaldes. Ahí, como se relata en el recuadro aparte, se juega otro partido. La pelota vuelve al medio.
Fuente: Diario El País de Montevideo