Tras un octubre espectacular, incluso a contramano de la tendencia en el resto de los mercados emergentes, la deuda externa de la República Argentina acumula una suba de 71% en el año, según el índice EMBI+ elaborado por J.P. Morgan. La otra manera de ver esta suba de precios es el desplome del premio que paga Argentina sobre los bonos del Tesoro estadounidense (el llamado “riesgo-país”): por primera vez desde agosto de 2019 perforó los 1000 puntos básicos (10%). A fin de octubre, se hallaba en 984 puntos básicos (9,84%).
Es decir que, si un bono del Tesoro estadounidense rinde 4% anual, un bono argentino de plazo equivalente rinde 13,84% (ese 4% + 9,84% de riesgo-país). A fin de octubre, los bonos de la deuda externa tenían rendimientos que oscilaban entre 13% y 16%, según el instrumento.
¿Por qué tiene importancia el rendimiento de la deuda, si al final de cuentas el costo de caja está marcado por el cupón de interés promedio, que desde la reestructuración de Martín Guzmán en 2020 es bajísimo? Porque lo que Guzmán no entendió jamás es que llega un momento en que los bonos vencen, y ese día, si no hay acceso al crédito, tenemos que pagar el capital con fondos propios, o volver a caer en default. Los emisores confiables, entre ellos muchas empresas del país, pagan sus bonos al vencimiento con los fondos que obtienen de nuevas emisiones de bonos. La República no puede hacerlo, por ahora.
Por más que esos rendimientos de 13% a 16% sean muy inferiores a los rendimientos de más de 25% con que operaban los títulos un año atrás, siguen sin estar en un rango de tasas en el cual la República no emitiría nuevos bonos. No sólo porque sería muy oneroso, y probablemente enviaría una mala señal al mercado, sino porque, además, y a la luz de los antecedentes, podría acarrear consecuencias judiciales indeseables para los funcionarios que decidieran endeudarnos a estas tasas. Cuesta creer que alguien ponga su firma para hacerlo.
La paradoja del caso está en que, al mismo tiempo, el mercado no parece percibir que los bonos vayan a entrar en default en el futuro próximo. Por un lado, porque el Tesoro sigue a rajatabla con su política de ajuste fiscal. Por el otro, porque el Ministerio de Economía se está encargando de crear confianza en los pagos: ya transfirió los fondos para los pagos de intereses de enero de 2025, y acaba de anunciar que en las próximas semanas comprará los dólares para hacer los pagos de capital con los pesos que generó el superávit fiscal. Entretanto, trabaja para asegurar que se harán los pagos de julio de 2025. Lo hace, por supuesto, para conseguir bajar aún más el riesgo país y situar el rendimiento de los bonos en un área de tasa en el que pueda emitir. ¿Será 10% (o 9,99%) el nivel objetivo?
Los rendimientos de 13% a 16% significan precios promedio de 60 centavos por dólar adeudado. No son precios para emitir, pero tampoco son precios que sugieran miedo al default; por eso mismo, parecen precios inestables. Si el mercado anticipara un default, los bonos transarían con precios promedio de 30 centavos. Pero si confiara en que Argentina pueda refinanciarlos al vencimiento, el precio promedio debería ser más próximo a 76 centavos (10% de rendimiento promedio para la deuda externa, o 27% arriba de los precios actuales). En el medio, como estamos ahora, sin poder refinanciar ni parecer que vamos al default, no parecen hacer sentido. Tarde o temprano iremos hacia uno de los extremos, y el Gobierno pone todas las fichas en que sea hacia el extremo superior.
Los escépticos del mercado sugieren que la suba de precios de este año tiene pies barro: el blanqueo, las compras de fondos especulativos, el bajo volumen operado y la persistente fragilidad macro, a pesar de la mejoría reciente, no son reflejo de más confianza entre los grandes inversores institucionales del mundo.
Para los optimistas, los escépticos dicen eso porque se han perdido la suba de precios. “No la vieron”, “ni ven” que, a pesar de la fragilidad, el plan económico del Gobierno avanza en la dirección deseada, y da sustento firme a la suba de precios.
Con el correr de los meses quedará dirimido dónde se estabilizan los precios. Difícilmente eso ocurra en los precios actuales.
Fuente: El Entre Ríos