La conferencia de prensa de presentación de Diego Martínez como DT de Boca transitaba por los carriles habituales. Palabras de bienvenida a cargo del presidente, Juan Román Riquelme, muchísima serenidad y felicidad del entrenador ante cada respuesta y el detalle de responderle a cada periodista nombrándolo y saludándolo. Lejos de frases comprometidas, el hombre que en ocho años de carrera dirigió en todas las categorías del fútbol argentino exponía su orgullo por regresar al club del cual es hincha y en donde ya había trabajado en las divisiones inferiores entre 2012 y 2015.
Hasta que algo alteró esa dinámica. Porque ante una consulta vinculada con la importancia que les dará a los juveniles, Martínez decidió hacer foco en uno en particular. Nombrarlo. Elogiarlo. Puntualmente dijo: “A muchos de los juveniles ya los conocía. Tenemos a varios chicos en la Selección, pero me sorprendió Saralegui, a quien no había dirigido cuando estuve en el club. Lo veo entrenar y me parece que tiene una proyección importante, me gusta cómo compite y cómo escucha, sobre todo cómo escucha a los más grandes”.
Saralegui se llama Jabes Esteban. Tiene 20 años, es entrerriano y recién está dando sus primeros pasos en la difícil etapa de consolidación, pero con apenas cinco entrenamientos encandiló al nuevo DT.
Llegó al club de la Ribera en 2015, a los 12 años. Nacido el 12 de abril de 2003 en General Ramírez, debutó el 24 de octubre pasado, cuando fue titular en la derrota 2 a 1 ante Racing en Avellaneda. La tercera fue la vencida, porque antes tuvo dos oportunidades en las que el estreno estuvo muy cerca y finalmente la chance se desvaneció.
En octubre de 2022, Hugo Ibarra lo incluyó entre los suplentes aquella noche bochornosa en el Bosque de La Plata, cuando apenas se pudieron disputar nueve minutos del compromiso ante Gimnasia hasta que la represión policial con los hinchas del “Lobo” imposibilitaron el desarrollo de un partido que finalmente se suspendió: en la postergación (dos semanas después), el extécnico ya tuvo otros planes y no lo citó. Jorge Almirón lo llevó a Junín en agosto 2023, pero la necesidad de revertir un desarrollo en desventaja desde el primer tiempo hizo que ante Sarmiento no quisiera apostar por una cara nueva.
El Colo (igual que Valentín Barco, ese es su apodo) es un juvenil tentador para la gran mayoría de entrenadores de primera o reserva, aunque recién haya podido debutar hace tres meses y sólo haya disputado cuatro partidos: aquel 1-2 contra Racing (el único en el que disputó los 90 minutos), un 0 a 0 con Estudiantes y dos triunfos: 1 a 0 a Newell’s y 2 a 1 a Godoy Cruz. Todos por la Copa de la Liga 2023. Es un mediocampista puro y generalmente es común verlo por dentro, bien marcado como el tradicional número 8. Diestro, con mucha agilidad y despliegue, gusta de trasladar y manejar la pelota. Es un jugador que no duda: actúa con mucha decisión y suele ser determinante en el juego.
Es por eso que acumula tantos goles en la reserva xeneize. Pisa el área con frecuencia y, si no, tiene la variante siempre atractiva del remate desde media distancia. Ya era conocido su nombre antes del 10 de septiembre del año pasado, pero aquella mañana se potenció el conocimiento en el Mundo Boca. En el Monumental se jugaban 26 minutos de la primera etapa del superclásico de reserva cuando Saralegui tomó el balón detrás del mediocampo. Siete segundos después ya había hecho el golazo: trasladó la pelota varios metros ante la pasividad rival y sacó un sablazo desde cerca de la puerta del área que rozó el poste izquierdo antes de ingresar al arco. ¿Cómo festejó? Señalando a la parcialidad azul y oro, y dedicarles el Topo Gigio que patentó Juan Román Riquelme, dos años antes de que Saralegui llegara al mundo.
El 5 de octubre de 2022, un día antes de aquella primera suplencia fallida por la suspensión en La Plata, estampó la firma de su primer contrato en el club, el cual tiene una duración hasta finales de 2026. Antes de desembarcar en la entidad de la Ribera, los primeros pasos de su formación los hizo en su provincia natal, siendo parte de Unión, de la localidad de Crespo, y Deportivo Roma.
En abril de 2023 su estreno se vio otra vez demorado, cuando el primer interinato de Mariano Herrón (entre la decisión de desvincular a Ibarra y la llegada de Almirón) le abrió esa chance. Justo entonces Jabes se topó con la mala fortuna de lesionarse en las horas previas al cruce con Barracas: una luxación del hombro izquierdo, por la que debió recurrir a la cirugía y estar fuera del campo por más de cuatro meses.
La situación fue frustrante, pero se volvió a levantar apenas puso un botín en el césped. Goles inmediatos a Platense y Sarmiento de manera consecutiva, y otro a Estudiantes. Con esos festejos personales, además, le alcanzó para ser el goleador del equipo juvenil. Esos tres goles casi consecutivos se sumaron a los otros tres que había marcado antes, el total anotados en 50 partidos en Reserva.
La frutilla fue el debut oficial en primera, frente a Racing, aun cuando el resultado no acompañó. Sin embargo, ese poco tiempo compartido le bastó a Almirón para notar su profesionalismo y mostrarse interesado en sumarlo a Colo Colo, el equipo donde asumió hace días como entrenador.
Saralegui viene dulce, además, por levantar la Copa Intercontinental Sub 20 en septiembre junto a sus compañeros (y Silvio Rudman de DT) al vencer a AZ Alkmaar, de Países Bajos, el campeón juvenil de clubes europeos, en la Bombonera. Ante los neerlandeses fue una de las figuras resonantes de los 90 minutos. Una especie de revancha al no haber podido vivir la primera obtención de la historia xeneize de la Copa Libertadores juvenil, en Chile, debido a su lesión.
Sabe lo que significa Boca y sus obligaciones. Fue campeón con la quinta división en 2021, mientras que con la reserva también ya había ganado la Liga Profesional 2022 y el consecuente Trofeo de Campeones. Cada paso en las inferiores boquenses le significó la selección argentina juvenil en cada una de sus categorías.
Jabes Saralegui está más listo que nunca para consolidarse en Boca. Y Diego Martínez le dio el espaldarazo que necesitaba para empezar a potenciarlo en 2024.
Por Pablo Lisotto
Fuente: La Nación