2 de noviembre

¿Quién llama a un teléfono fijo?

¿Quién llama a un teléfono fijo en estos tiempos? ¿Quién marca un número al que nunca llamó antes, no lo tiene en agenda ni con un link en el celular? ¿En qué rincón de nuestros hábitos en desuso guardamos la comunicación con un teléfono de línea? ¿Y si acaso suena, lo atendemos? ¿Y si acaso lo atendemos, alguna vez habla alguien que no sea una computadora o una persona que repite de memoria, impersonal hasta el tuétano?

“No son los muertos”, asoma como respuesta. No es una broma, ni tampoco un relato para asustar. La frase entrecomillada, en verdad, es el título del poema de Antonio Muñoz Feijoo que este martes leyó Osvaldo Bodean en el inicio de “Despertá con Nosotros” (lunes a viernes de 7 a 9 por Oíd Mortales Radio FM 88.9 de Concordia).

El poema, en ocasión de un 2 de noviembre en el que se conmemora el Día de los Fieles Difuntos, dice lo siguiente:

“No son los muertos los que en dulce calma
la paz disfrutan de su tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía.

No son los muertos, no, los que reciben
rayos de luz en sus despojos yertos,
los que mueren con honra son los vivos,
los que viven sin honra son los muertos.

La vida no es la vida que vivimos,
la vida en el honor, es el recuerdo.
Por eso hay hombres que en el Mundo viven,
y hombres que viven en el Mundo muertos”.


Y ahí sucedió lo que abrió esta columna. Un llamado anónimo sacó del letargo al teléfono de línea fija de Oíd Mortales Radio. Al atenderlo asomó una voz llena de paz, exceptuada del libreto promedio de los que hablan rápido en tiempos de 1,5x o de 2x en el Whatsapp.

“No sé cómo se llama el señor que leyó el poema, hace un momento, y quiero hacerle un aporte. También los muertos dan vida, nos impulsan a vivir y lo digo por experiencia personal”, dijo, palabras más, palabras menos. Después, avanzó un poco más al contar que su hijo había fallecido cuando tenía sólo 7 años, tras un accidente.

Me tembló la mano, si me permiten hablar en primera persona. Hacía un puñado de minutos que había llegado al estudio, no sabía bien qué pasaba con el día en general, aún me dominaba la modorra de mitad de semana y la voz de esa mujer me hizo abrir los ojos por completo. Activó mis sentidos.

-¿Cuál es tu nombre?
-Paola, yo no escucho habitualmente la radio y hoy justo lo escuché y me gustó. Dale las gracias al señor.
-No, por favor, gracias a vos. Osvaldo se llama.

Hubo más, porque Paola agregó que su hijo había cumplido 7 años en agosto y falleció al mes siguiente. En este 2 de noviembre, lo recuerda especialmente. Y vuelvo a hablar en primera persona: “Paola, sabés que justo hoy cumple 14 años mi hijo, que coincidencia”. Ella añadió: “La misma edad que hubiera tenido el mío, yo también tengo otro de 18 años que quiero con todo mi corazón”, agregó.

Vuelta al aire en la 88.9, hubo agradecimiento público para la circunstancial oyente. Elogiamos su mensaje optimista, su paz, las ganas de levantar el teléfono y llamar y la coincidencia de que su hijo había nacido también hace 14 años como Benjamín, el mayor de los míos.

Y llegó otra vez una llamada. Tomé el teléfono al que todavía no había devuelto a su base, me corrí hasta una sala contigua mientras Osvaldo seguía al aire y cuando llevé el tubo al oído pasó lo siguiente: “Guille, yo no te dije el nombre de mi hijo y escuché que mencionaste a Benjamín, el nombre del tuyo. El mío también se llamaba Benjamín, cuidalo mucho al tuyo que deber ser como hoy sería el mío. Gracias, un abrazo fuerte”.

Gracias por tanto mujer desconocida. Abrazo fuerte a vos y a cada uno que tiene en el difunto una fuente de inspiración para vivir.

Fuente: El Entre Ríos.