“Un sacerdote recto, docto, jerárquico, afable, sonriente, padre bondadoso y de corazón amplio. Lo que más impresionaba era su sencillez y la sabiduría de sus juicios”.
Así describe el concordiense Heriberto María Pezzarini a su gran amigo, el Padre Ricardo Rösch, primer obispo de la Diócesis Concordia.
La conversación con El Entre Ríos se da en vísperas de este miércoles 21 de agosto, en que se cumplen 48 años de la partida de aquel pionero.
La amistad hizo complicidad con la docencia y el profesor de Historia escribió el libro “Monseñor Doctor Ricardo Rösch. Síntesis de fe y obras”, un recorrido bibliográfico editado en 2023.
“Sabía interpretar a la gente, para cada uno tenía un mensaje. Aun estando en su lecho de muerte, seguía aconsejando”. Las anécdotas afloran en todo momento de la charla, pintando a un hombre que supo dejar huella en Concordia, haciendo un particular aporte a la Iglesia Católica y a la educación de la comunidad.
Repasando los orígenes de quien se convertiría en el primer conductor de nuestra diócesis, comenta que “fue producto de la inmigración”. Nació el 12 de octubre de 1911, en una población alemana llamada Marktredwitz. Sus padres fueron María Benner y Conrado Rösch, quienes formaron una familia de nueve hijos.
“Era un mal momento para el mundo, en ciernes de la Primera Guerra Mundial”. En ese contexto Ricardo transcurrió su infancia y al llegar a la adolescencia manifestó su interés por el sacerdocio, “pero las condiciones no eran buenas para comenzar los estudios, aunque algunas crónicas hablan de que los había iniciado”.
Entonces, “sus padres buscaban un lugar de tranquilidad y para todo el mundo, en aquel momento, el edén de la paz era la Argentina”.
La familia tomó la decisión de dejar el Viejo Continente para emigrar hacia América. “Se radicaron en El Dorado, provincia de Misiones, donde se dedicaban a la yerba y el tung, una especie de aceite. Hicieron algo de capital e instalaron un negocio en la ciudad”.
Para entonces, el joven Ricardo tenía 24 años y decidió dar el paso hacia el sacerdocio. “Fue al seminario de Villa Devoto, en Buenos Aires, donde cursó gran parte de su vida eclesiástica. Las últimas materias las realizó en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano de Roma, por el que pasaron muchos argentinos”.
“Se ordenó sacerdote en 1939, justo antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Permaneció en Roma durante 1940, donde se encontró con Pío XII, Papa de entonces”, repasa el historiador.
Al regresar a la Argentina, su primer destino fue la Parroquia Nuestra Señora Del Carmen, de la ciudad correntina de Bella Vista, a la vera del río Paraná. “Estuvo allí dos años y medio hasta que lo nombraron párroco en Goya, un departamento grande en el que en cada momento libre salía a buscar penitentes, a convertir, hablar con la gente y fundar capillas”.
En Goya se escribiría un capítulo importante en la vida sacerdotal de Rösch, donde fue muy querido y hasta el día de hoy recordado. Allí, el 29 de octubre de 1961, fue declarado obispo en una multitudinaria celebración que incluyó una delegación de Concordia, de la cual Pizzarini formó parte.
“Fuimos en tren”, recuerda. “Fue un momento de gran emoción. Cuando regresábamos, monseñor fue a despedirnos a la estación”.
Unos meses antes, el 19 de abril de 1961, una bula del Papa Juan XXIII había permitido la creación de la Diócesis de Concordia. La jurisdicción abarcaba los departamentos Concordia –que por entonces incluía Federal y San Salvador-, Federación y Colón.
La posesión canónica de Monseñor Ricardo Rösch fue el 18 de noviembre de 1961.
Encontró un distrito extenso y con mucho por hacer, donde llevó a cabo una “enorme acción pastoral. Tenía un Falcon con el que visitaba las parroquias. Fue amigo de los sacerdotes, siendo él uno más”.
“Creó parroquias, centros catequísticos, instituciones como Juan XXIII que se dedicó a rescatar niños abandonados y educarlos, el Seminario Diocesano y el instituto de Infancia Misionera”.
Cuenta que en Concordia, “había solo colegios secundarios y por años nadie tuvo el coraje de crear un nivel terciario; él lo tuvo contra toda adversidad. Fundó el Instituto del Profesorado, del que yo soy de la primera promoción”.
El fin de su gestión al frente del obispado llegaría irremediablemente en 1976. “Estaba enfermo, tenía un grave problema en el corazón y estuvo internado en Buenos Aires”.
De aquel momento, también surge una anécdota. “Tuvo un buen vinculo por la comunidad judía. Al punto de que un amigo, de apellido Furman, le pagó lo que necesitaba para sobrellevar su enfermedad, como un gesto de devolverle la gentileza de relacionarse con su comunidad”.
Falleció el sábado 21 de agosto de 1976, a los 64 años de edad.
“Los credos religiosos se unieron para despedirlo en un velatorio de dos días en la catedral de Concordia. El sepelio fue en el nuevo cementerio, hasta que sus restos volvieron a la catedral, donde permanecen”.
Como dato interesante, menciona: “Hay gente que cree que el obispo obró milagros. La Iglesia estudiará los pasos para llevarlo algún día, si Dios quiere, a ser santo”. Y agrega que sobre esto “hay un sacerdote que está trabajando, como postulador”.
“Es un lindo indicio de que la figura de Monseñor Ricardo Rösch se realza y se mantiene viva”.
En la Catedral San Antonio de Padua de Concordia, este miércoles a las 19.00 se oficiará una misa en su memoria.
Fuente: El Entre Ríos