Mi fatigada biblioteca me regala algunas sorpresas, que golpean en los acontecimientos del día. Esta vez se trata del párrafo de una carta que Arnold Toynbee (1889-1975) publicó en la revista inglesa Encounter, en homenaje a Jawaharlal Nehru (1889-1964), con motivo de su muerte.
Arnold Toynbee fue un destacado historiador y filósofo de la historia -que son dos cosas distintas- especialista en relaciones internacionales y autor de la monumental y discutida "Estudio de la historia", a la cual solo me atreví al "resumen" en tres tomos. Nehru fue un político nacionalista hindú, líder del ala moderada del socialismo de la India y primer ministro de su país desde la independencia de la India hasta su muerte. La carta entera es un sentido homenaje, y de ella quiero señalar un fragmento. "¿Se lo recordará entonces como un gran estadista? Indudablemente lo fue. Pero he sugerido ya -y según creo con razón- que su eminencia en los asuntos públicos no era el rasgo que mejor lo definía. Siempre hay que agradecer que un alma noble cargue sobre sí el peso de la conducción política, ya que la política tiene una necesidad permanente de redención. Es un campo atrasado de la actividad humana, en el que nuestro nivel medio de conducta es netamente inferior al de la vida familiar o al de las asociaciones profesionales. La política es terreno peligroso para un alma noble, pues cuanto más necesitada está de redención, tanto más difícil resulta de redimir. Es rebelde. No basta para salvarla el precario término de una vida, así fuera la de uno de esos hombres excepcionales que equilibran un elevado idealismo con un poderoso sentido práctico. Ni el estadista de espíritu más noble puede escapar del todo a la esclavitud de sus imperiosas circunstancias. La posibilidad de quedar atrapado en el engranaje lastimoso entra en el precio que ha de pagar el idealista al convertirse en hombre de Estado. Es mejor padecer cárcel en defensa de los propios ideales, que cometer en nombre de éstos la inconsecuencia de encarcelar a otros. Nehru hubo de pasar por ambas experiencias. Tal es la Némesis de quienes asumen la responsabilidad de gobernar un gran país".
En tanto, entusiasmados, nuestros dirigentes marchan hacia nuevos comicios. Se trata de los mismos que han sido perseverantes en arruinarnos. ¿Reflexionan bien antes de presentar sus candidaturas? ¿Hay en ellos idealismo u oportunismo? ¿Reflexionan sobre los errores del pasado? ¿Qué los atrae a esos engranajes lastimosos?
Fuente: El Entre Ríos