Era 1864 en la autoritaria Francia del emperador Napoleón III, y en una pequeña comunidad rural llamada La Chomette -Auvernia- nace un niño al que le pondrán por nombre Emmanuel ("Dios con nosotros").
El pequeño Emmanuel crece en el clima rural de Auvernia hasta que a temprana edad descubre su vocación religiosa, lo cual lo impulsa a ingresar a los "Maristas" (Sociedad de María), institución que lo hace sacerdote en 1888.
Al unísono con su graduación, decide llevar la fe católica a tierras recién colonizadas, cuya población natural no conocía la palabra de Jesús.
Abandona Francia y se establece en Islas Fiji, una colonia británica en el Pacífico Sur, y funda allí la Misión Nailili a las orillas del río Rewa cerca de Suva, la actual capital de Fiji.
En Nailili en 1901 logra levantar una suntuosa catedral en medio de la nada, utilizando piedra de coral y maderas de Oceanía, también se construye un colegio y demás dependencias para alfabetizar y difundir el catolicismo entre los fijianos.
Por ese entonces, la Iglesia no compartía las ideas de Rougier, de palaciegas construcciones y espíritu empresarial en las nuevas tierras evangelizadas.
No fueron escasos los roces entre Rougier y el obispo Vidal, de cual dependía.
1904 fue un año crucial para el padre Rougier. Llega a las costas de Fiji una embarcación con un náufrago al borde de la muerte: se trataba de Gustave Cécille Atanasio, quien había sido desterrado a la isla de Nueva Caledonia teniendo prohibido salir de ella.
Nadie supo qué hacer con Atanasio, y por lo tanto se lo entregaron en custodia al padre Rougier (por ser ambos franceses), quien lo cuidó en la Misión Nailili desoyendo a la jerarquía católica por completo.
Los "chispazos" entre Rougier y la Iglesia aumentaban y más desde que la jerarquía se negó a hacer de su catedral el centro de la Iglesia en el Pacífico Sur.
Gustave, quien seguía en la Misión Nailili, se enamora de una joven nativa y el padre Rougier los casa, desoyendo a la Iglesia una vez más.
Gustave Cécile Atanasio muere en 1906 y deja una extraordinaria fortuna de 900 mil francos oro. Su heredero fue el padre Rougier, quién le pasará por muchos años una pensión a su viuda.
La cuestión legal fue muy engorrosa, pero el sacerdote obtuvo la ayuda del juez de Fiji para destrabar el papeleo, a cambio el padre le presta 7 mil francos para una inversión. El juez ponía en garantía sus plantaciones de coco en las islas Fannington y Washington.
El magistrado no cumple con su préstamo y el padre Rougier exige el pago mediante el remate de las islas en 1909. Casualmente el día de la subasta el barco que traía oferentes de Australia y otros puntos tuvo un percance y no logra llegar a Fiji, por lo cual el único oferente en el remate fue el padre Rougier, quien compra ambas islas al 25% del valor real.
Las actividades empresariales del padre Rougier enfurecieron a toda la Iglesia, por lo cual Emmanuel viaja a Francia y allí la jerarquía de los "Maristas" le da a elegir entre su sacerdocio y la inmensa fortuna que estaba amasando. El padre Rougier, práctico y pragmático, elige sus plantaciones y empresas; como la mayoría de los curas, tenía un rechazo a la riqueza solo en el plano intelectual.
A Emmanuel Rougier se le respeta el titulo de sacerdote.
Vuelve a Fiji y en 1912 vende las islas Fannington y Washington y compra la isla Christmas, donde planta más de medio millón de árboles de coco y funda en 1914 la Rougier Central Pacific Coconut Plantations Ltd., empresa con la que hace su fortuna exportando derivados del coco. Se muda a Papeete (capital de Tahití), donde vive en una fastuosa mansión. El padre Rougier, además de su empresa, islas y tierras, poseía varios barcos.
Emmanuel Rougier fue un vecino estimado de Tahití, trascendental en la historia de esa isla, presidió la Sociedad de Estudios Oceánico, la cual identificó y protegió las especies animales de Oceanía.
El padre Rougier es hoy en día una figura destacada de la historia de Fiji y Tahití por su labor filantrópica, empresarial y caritativa.
Falleció en la capital de Tahití el 12 de diciembre de 1932.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)