En Colón se siguen generando historias dignas de ser compartidas en la vereda, entre mate y mate, bajo la sombra de un árbol. Y eso me gusta.
Calurosa mañana de noviembre. De fondo, los sonidos del pueblo se entremezclan con los de la ciudad: el trabajo en un taller, el paso de vehículos por el ripio, el saludo de los vecinos, el canto de los pájaros y algún ladrido.
La charla se da porque me enteré de la aventura de dos hombres unidos por la música y el destino. Los protagonistas: Gera, don Moren, “la colorada”, 20 acordeones, 1 bandoneón y Rocky.
Carlos Moren nació en Villa Elisa, en el año 1945. Luego de vivir en Colonia Caraballo y en San José, se estableció en Colón. No es músico, pero su gusto por el acordeón lo llevó a comprar uno, luego otro, hasta llegar a veinte y anexar un bandoneón.
Gerardo Bourlot nació en Concepción del Uruguay y vivió en la zona de San Cipriano, hasta que a los 17 años se mudó a Colón. Tiene 33 años y sus primeros pasos con la música fueron a los 10 años, de la mano de sus abuelos, tocando la guitarra y cantando. “Mi abuelo tocaba el acordeón, pero nunca me quiso enseñar. Supongo para que no se le acabe el guitarrero”, concluye.
Hace apenas un año, en octubre de 2023, un trámite laboral lo llevó a Moren a la casa de la tía del joven músico. “Iba en la camioneta con los acordeones arriba y sale a atenderme este muchacho con la guitarra. Le pregunté si tocaba la guitarra, me respondió que sí y después le pregunté si también tocaba el acordeón y me dijo que también; no se achicó. Le dije que tenía unos acordeones, si los quería probar”.
Luego de unos minutos de charla y algunos acordes como prueba, surgió un viaje a Villa Elisa en el que hubo escalas con algunos chamamés. “Sin conocernos, ya pasamos por dos o tres lugares a tocar”, dice Gera.
A los pocos días empezaron las recorridas. “De mañana y a la siesta, íbamos a la plaza de San José o acá por la costa. Tocábamos frente a las termas o en Club Sauce. Y así fue aprendiendo”, recuerda Moren.
En cada parada exhibían los acordeones y el interés de la gente por escuchar cómo sonaban y conocer algo de esta historia, fue dando forma a un espectáculo compuesto en su mayoría por chamamés; también algo de polka, vals y cumbia.
“Me invitaron a tocar y me preguntaban cómo me presentaban”, así surgió “Gera Bourlot y el show de acordeones”.
“Durante el show contamos cómo nos conocimos, que Moren es coleccionista de acordeones y yo músico”.
Varios chamamés del repertorio lo tienen como compositor. Uno de ellos se titula “La colorada”, haciendo mención a la camioneta roja que Don Moren compró poco antes de cruzarse con él y en la que hoy se trasladan con todos los acordeones. “Lo dediqué a contar nuestras andanzas”, dice el autor.
Las presentaciones son en lugares públicos, geriátricos y otras instituciones. También en festivales, cumpleaños u otros eventos privados.
El protagonista que nos queda por conocer es un mestizo de unos 7 años y se llama Rocky. “Es un perro amigazo, ahora compañero de Moren. Era de una vecina de Barrio Norte, cerca del negocio que yo tenía. Se le escapó varias veces, le empecé a dar de comer y se quedó conmigo. Yo alquilaba, pero me fui y él quedó en el garaje de una señora donde tenía un techito y una cucha, pero no le gustaba”, cuenta Gera.
Cuando Moren apareció en su vida, conoció a Rocky. “Qué lindo mi compañero”, decía en señal de evidente cariño. Empezó a sumarse en sus salidas musicales y el dúo se convertiría en trío.
Pronto Rocky se mudó con Moren y ya son familia. “Yo salgo y lo llevo a todos lados. Subimos al escenario y él está con nosotros”.
Fuente: El Entre Ríos