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Según me dicen, el presidente está convencido de que él acabará por terminar de desarmar la bomba antes de que explote. Hablando claro y en criollo, lo que un viejo, tal era el decir de mi padre, significó alguna vez hablar en buen romance, ello vendría a querer decir que llegaría a diciembre, sin más complicaciones que las normales por las habituales, que es como si nos moviéramos subiendo y bajando por el lado cortante de un serrucho.

Algo que me extraña, porque a pesar de saber más de fútbol que de política, algo que es decir menos que nada, porque me parece que va a ser difícil que llegue, mejor dicho que todos lleguemos a diciembre si no sale bien parado en las PASO de agosto que ya se nos vienen encima. Porque casi en un periquete, y sin que nos diéramos cuenta, por lo que se ve nuestra vida es cualquier cosa, pero no tiene nada de aburrida, ya nos hemos comido más de medio año.

La otra equivocación de Macri es no darse cuenta que en realidad no se trata de que haya una sola bomba. Cuando cualquiera con un poquito de cabeza, sabe que vivimos moviéndonos encima de un campo minado. Y no solo por los “lobos solitarios” que le hacen el aguante a la “Sinceramente” in-sincerada, que como topos viene sembrando en todos los recovecos del Estado, sino el capital no solo en hoteles con que cuenta. Aclaro para que no haya posibilidad de que se me atribuya un equívoco, que acabo de decir “in-sincerada” en lo que es un neologismo que tengo el orgullo de utilizar por vez primera, no la incinerará nadie ni nada, no porque tenga un traje de amianto, que como todas las ropajes de este tipo, tienen una falla como tal, como he escuchado tenía un tal Aquiles a la altura de un talón, que con vergüenza digo no se me ocurrió preguntar si era el derecho o el izquierdo; aunque todo me lleva a suponer que sea el último lado, porque las fallas de este tipo son siniestras.

Pero Mauricio debería darse cuenta, él que ha demostrado ser despabilado para tantas cosas, que también nosotros estamos amenazados por infinidad de bombas, algo que solo él está en condiciones de desarmar.

En realidad, hasta podría decirse que nosotros si no somos la bomba, somos los que nos mostramos como aquéllos soldados de película, con la granada activada y que los dedos de su mano o la suela del borceguí tienen apretada en no sé qué parte, para impedir que todo empiece a volar.

Y esa bomba a que me refiero es lo que se llama de una manera paquetísima “presión impositiva”, frente a la cual el ingenio de nuestros cráneos se limita a ponerle distintos apelativos como ser “insoportable”, “asfixiante” y palabras parecidas, y que mientras nos hacen sacar la lengua afuera hasta quedar sin respirar, nos ha hecho darle un sentido nuevo al verbo “ negrear”, y nos coloca al parecer a todos en una “situación de semiclandestinidad”, porque de eso precisamente se trata, sin que ellos los adviertan, todos aquellos que escucho por todas partes diciendo que “el que se ajusta a la ley y paga todos los impuestos es candidato a la fundición”, porque si no se le mete la mula a todos los “entes recaudadores” que como “el hombre de la bolsa” en otras épocas a los chicos, de solo pensar en ellos, nos ponemos a temblar.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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