Es por eso que no pude dejar de enterarme del rumor que todavía no pude confirmar, y no sé si es la verdad, que en algún momento se me dará la ocurrencia de volver sobre ese tema: Hugo Moyano habría decidido con libreto propio, bajo su dirección y como actor principal, la producción de una serie televisiva; contando los momentos, no diría cumbres, sino los capaces de mantener en suspenso y casi en vilo a quienes tendrían la oportunidad de verla, de los que me excluyo, porque hace años que dejé atrás las boberías y la caja ídem. La oportunidad de ver, lo repito, como lo hago con el hecho de ser contados por el mismo los momentos pico de su vida.
O sea nada de esos videos sonsos y vacíos, a pesar de cuánta alegría entremezclada con una profusión de lágrimas, que tanto gustan a las personas de edad mayor y tanto divierten a los más jóvenes con las que buscan llenar en los casorios o en las fiestas de 15 ese tiempo ahora perdido que colmaba una conversación entretenida. Aunque no sé si el caso de Hugo no se va para el otro lado, ya que se muestra, según me anticipan, como lo que es: un líder duro y combativo que pudo llegar muy alto, casi a la cúspide si a él le gustara llegar a ocupar la presidencia, cosa a la que se niega, por la múltiple variedad de sus ocupaciones e intereses, partiendo no desde lo más bajo, pero sí de lo más humilde.
Ir de la sima a la cima, como dice mi tío cuando sin dejar de ser pedante, se le da por hacerse el chistoso. Como ahora precisamente ha ocurrido, al preguntarme si sabía si esa serie se iba a trasmitir fuera del horario de protección al menor (¡¡!!). Vaya la ocurrencia…
Por mi parte, no pude menos que alabar la posibilidad de que comiencen a poder verse programas de ese tipo. Inclusive hasta me da que pensar si no volveré a mirar televisión. Porque no se trata de esas telenovelas turcas que supongo espantosas, y que me dicen que están tan de moda, ni de la presencia diaria del conventillo farandulesco.
Reconozco que la idea no es del todo original, porque según me dicen se está poniendo de moda en diarios y revistas el contar la vida. Dicen que se llaman historias de vidas. Pero hay vidas y vidas. Que no es el caso de la de Hugo. Como no lo es el caso de la de Mandela, ya que ese invicto no está ya en condiciones de contarla, por lamentables motivos obvios.
En fin, todo es cuestión de empezar, y que personalidades así comiencen a trasmitirnos experiencias que son enseñanza. Y hasta lo digo con mucha vergüenza, en una de esas me animaré a contar mi vida, no porque me sienta gran cosa, sino como forma de que todos comprendan el esfuerzo que significa mostrar de una manera entretenida una vida vacía.