Según un informe presentado en la U. S. News&World Report, los buenos modales se han deteriorado significativamente en los últimos años. Los cambios sociales que en muchos casos van de un extremo a otro suelen afectar ciertas normas de comportamiento que impactan en las relaciones interpersonales.
Los buenos modales deberían ser hábitos inmunes a las transformaciones sociales, sin embargo, por distintos motivos se dejan de lado.
Expresiones de rebeldía, medios de comunicación masivos con vocabularios que rozan la grosería, utilización de las nuevas tecnologías con contenidos y expresiones que intentan imponer una nueva moda, son algunos de los factores que deterioran o desvalorizan las normas básicas de comportamiento.
En nuestro país hay un ejemplo que se ha internacionalizado como expresión argentina: “Che bolu…”. Una degradación del vocabulario alentada en muchos casos por referentes con alta exposición pública, que refuerzan con sus expresiones una dolorosa precarización verbal.
Los clásicos griegos sostenían que “La vulgaridad de los modales hace vulgar al corazón y empobrece al hombre”.
Son comportamientos y modos de actuar que denotan que se tiene consideración hacia el otro, conforman todas las conductas de cortesía y amabilidad que se practican en una sociedad determinada, que se encuadra en la cultura que la constituye y que lo que en una es un buen modo en otra no lo es. Un buen ejemplo es cómo se toma la sopa en Japón: no se usa cuchara, se sorbe directamente del recipiente.
La buena educación es el parámetro más fiel para medir cuán alejada está una sociedad de características más cercanas al salvajismo que a la civilización.
“La educación no se hereda, se conquista”. André Malraux.
Los buenos modales se construyen en la infancia, con los ejemplos cotidianos que los padres transmiten a sus hijos; fundamentalmente con lo que hacen, no con lo que dicen.
Un proverbio chino nos recuerda que “Todos estamos hecho del mismo barro, pero no del mismo molde”.
El mundo laboral o de los negocios, pero también en las instituciones sin fines de lucro, requieren de constante interacción con diferentes personas y es uno de los espacios donde se exponen para bien o para mal los modales. (Aplicable a las instituciones de servicios públicos)
Quienes dirigen deben saber que el comportamiento con sus colaboradores es clave en el éxito de su gestión. Los liderazgos exitosos se caracterizan por su experiencia y por sus relaciones, tener buenos modales genera el respeto de los demás y mejora la autoestima.
Algunos comportamientos esperables de los líderes es que saluden cuando llegan o cuando se van, saber decir por favor, mirar a los ojos cuando hablan con otra persona, escuchar sin interrumpir, dejar que sus dependientes se expresen aun cuando no se compartan las opiniones, pedir disculpas si se equivocan, no tener expresiones groseras ni agresivas, ofrecer ayuda cuando perciben que alguien no puede resolver una tarea.
Son algunas de las conductas que finalmente favorecen el trabajo en equipo, estimulan la confianza mutua, facilitan las propuestas de mejoras, generan un ambiente de trabajo estimulante, dan lugar a la creatividad y a la innovación.
Vale recordar que una conducción exitosa es dependiente del éxito de sus colaboradores. Por ello es tan importante transmitir conocimientos, ofrecer posibilidades de capacitación y de desarrollo.
Nada de lo antes expresado quita o reduce la autoridad. La cortesía no nos convierte en seres indefensos, por el contrario, las buenas costumbres aportan elegancia y el respeto de los demás.
Otros aspectos como un vocabulario adecuado, una vestimenta acorde a sus responsabilidades y la higiene personal son elementos que facilitan un clima laboral positivo.
Un individuo con el pelo sucio y la ropa maloliente puede ser muy auténtico, pero no deja de ser desagradable para su entorno, en el mejor de los casos.
Estamos por celebrar la Navidad y el comienzo de un Nuevo Año calendario. A todos los lectores les deseo Felicidades, Salud y Paz.