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Me desperté feliz, después de haber dormido plácidamente, soñando en tecnicolor, como siempre lo hago, y a la vez aliviado por no haber tenido una pesadilla, como me suele ocurrir en los casos que el dormir se me vuelve pesado por haber comido demasiado. Comido y no bebido, conste, ya que desde la época en que mi madre me retó, al ver cómo me atraía el fondo de las copas que dejaban sin beber los mayores que se entretenían conversando, además de retarme me hizo prometer que no iba a probar una gota más de alcohol en mi vida, me he vuelto abstemio y bebo únicamente agua.

Lo que no sé es si eso tiene algo que ver con el hecho de que me quedara soltero, pero de esos hechos con final abierto, porque nunca se sabe…
Durante toda la mañana, a pesar de estar totalmente despabilado, como no podía ser de otra manera, como una muletilla, se me atravesaba en la cabeza la frase “yo tuve un sueño”… algo de quedar con muletillas enganchadas que me sucede casi a diario, y que trato de explicarme, más que conformarme diciéndome a mí mismo que eso me pasa, como ya lo he dicho, por estar todo el día pensando, sin dejar huecos.

Le comenté a mi tío la frase que repicaba en mi testa sin corona, ya que no hay ninguna posibilidad de que ello ocurra, al menos por ahora, ya que como dije soy soltero, y vi que abrió los ojos, aún más de los que los tiene abiertos; y me preguntó si sabía algo de un señor llamado Martin Luther King, uno de los más grandes hombres que se hizo famoso hace de esto poco más de medio siglo por pelear contra el racismo y por los derechos de los negros -a los que los yanquis llaman “hombres de color”, como si los supremacistas blancos fueran descoloridos- que en uno de los actos en los que congregaba multitudes habría comenzado su mensaje afirmando “yo tengo un sueño”, a lo que siguió “yo tengo un solo sueño, seguir soñando”.

Y entonces me aliviané. Porque lo que pasa es que yo tuve un sueño, que ya no tengo, porque es una verdadera fantasía.

Lo que había soñado es que los de Agmer le habían pedido a Bordet que suprimiera el receso escolar, de manera de poder recuperar todas las clases perdidas, y las que eventualmente pudieran llegar a perderse desde aquí hasta fin de año.

A lo que agregaron, que era su intención cambiar el esquema de sus planes de lucha, en el caso que se declarara una nueva emergencia educativa dentro, conviene aclararlo, de la situación de emergencia por no decir crisis permanente que vive nuestro país.

Y que de aquí en más, iban a hacer paros a la japonesa, ya que la práctica de los nipones la iban a adaptar al ser nacional, de manera que no se pretenda acusarlos de extranjerizantes, menos a ellos que son de lo más nacionales y populares, y eso que no cuentan con nadie que, ni por las tapas, se pueda comparar con Baradel.

Y esa forma de reclamo a la japonesa reciclado, consistiría en no solo dar clases todos los días hábiles de la semana, sino también tener abiertas y en funcionamiento escuelas y colegios los sábados y domingos, tomando obviamente asistencia a los alumnos, y anotando faltas a los que se hicieran presentes.

Es que, según pude entender, ya que en los sueños todo se vuelve un poco borroso, confuso y hasta impreciso, se trata de aplicar una táctica novedosa, porque de esa manera se les arruinaba a los padres el fin de semana con sus chicos y a su bronca se iba a sumar la de sus abuelos y de aquellos ídem, que le iban a pegar a Gustavo un empujón que no iba a poder resistir.

Y si esto fuera poco destinarían las tres primeras horas de los sábados a recoger todo tipo de basura desparramada en calles y paseos, la que luego en bolsas tipo consorcio iban a tirar frente a la entrada del edificio municipal, no solo para mostrar su ineficiencia archiconocida en mantener limpias a las respectivas localidades que se suponen están a su cargo y por las cuales tienen responsabilidades que evaden, sino para que esos alcaldes molestos se unan al reclamo de los padres y le pidan a Gustavo que les saque de encima a estos locos, como seguramente habrán de llamarlo de una manera totalmente descomedida.

Estaba por proponer que los educadores lleven a sus educandos a bañarse en el mismísimo sitio en que los efluentes sometidos a tratamiento en las lagunas de oxidación, salen a incorporarse a ríos y arroyos en su camino hacia el mar, pero me pareció una exageración.

De cualquier manera, mi soñar terminó resultando una pesadilla, aunque evidentemente no para mí.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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