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Tensa audiencia en los tribunales de Concordia
Tensa audiencia en los tribunales de Concordia
Tensa audiencia en los tribunales de Concordia
Por varias razones, la mañana del jueves 22 de Marzo no fue una más en el segundo piso de los tribunales de Concordia.

No todos los días confluyen 17 acusados por un mismo delito: la sustracción de terrenos que eran patrimonio del municipio de Puerto Yeruá y terminaron en manos de un selecto grupo de familiares y amigos del poder, a precios ridículos que ni siquiera habrían sido abonados. En el expediente el hecho está calificado como "peculado en concurso ideal con defraudación a la administración pública".

A ello hay que agregar otra nota distintiva. Entre los acusados hay dos protagonistas de peso: el intendente Alejandro Fabián Cevey y su asesor legal en el municipio, el abogado Julio Larrocca, un dirigente de la política y del fútbol, al punto que ocupa la vicepresidencia primera del Consejo Federal de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino).
La grieta entre Cevey y Larrocca

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Cevey y Larrocca casi no se hablaron Agrandar imagen
Cevey y Larrocca casi no se hablaron
Pero tal vez fue otra cosa lo que volvió aún más especial a la audiencia destinada a debatir el pedido de Fiscalía para que se adoptaran medidas restrictivas que frenaran presuntas maniobras dilatorias de los imputados en la causa. Es que ya en los pasillos de tribunales se podía percibir una grieta, una tirantez, entre el grupo de Cevey, que confesó su culpabilidad a viva voz, y el encabezado por Larrocca, dispuesto a jurar su inocencia de manera desafiante.

Frente a una misma acusación, ante una única maniobra delictiva, a último momento se abrieron las aguas, por más que durante casi los dos años transcurridos desde la imputación hayan tenido el mismo abogado defensor.

Unos admitieron, oralmente y por escrito, su culpabilidad y ya sufren la pena de inhabilitación absoluta y perpetua de por vida, además de comenzar de inmediato a devolver las tierras. Otros dicen ser inocentes y hasta posan de víctimas de un "proceso mediático - periodístico".

Antes de la audiencia, en los pasillos del palacio de justicia, Cevey y Larrocca casi no se hablaron. Adentro de la sala, el lenguaje verbal y no verbal de uno y otro fueron abismalmente opuestos.

El intendente, cabizbajo, callado, sólo dijo una sola palabra: "Sí". Esas dos letras sirvieron para confirmar que confesaba su culpabilidad. El abogado Larrocca en cambio se mostró altivo, verborrágico, procurando transmitir seguridad, y coronó su actuación con un discurso tan prolijo como cargado de ironías y de refinadas chicanas, disparadas a la cara del fiscal José Arias y apuntando a los periodistas.
¿Cevey está arrepentido?
"¿Reconoce Usted haber cometido estos delitos?" le preguntó el Juez Alberto Funes Palacios al intendente, después de haber leído con lujo de detalles la lista de las imputaciones en su contra. El intendente se limitó a balbucear un "sí", acompañando el sonido con un movimiento de cabeza afirmativo. Lo mismo sucedió cuando el magistrado le preguntó si aceptaba la triple pena: 3 años de prisión en suspenso, inhabilitación absoluta y perpetua para ejercer cargos públicos y el decomiso de los lotes mal habidos.

El gesto del intendente de Puerto Yeruá dentro de la sala de audiencias, imitado por toda su familia, bien valía un elogio. Dio la impresión de ser un hombre arrepentido de haber robado terrenos fiscales para quedárselos él, su mujer, sus hijos, su cuñada, su suegra y un largo etc., que incluye a testaferros que hoy seguramente quisieran retroceder su historia de vida al momento en que se prestaron para tan baja maniobra.

Lástima que afuera de la sala se olvidó de que firmó un papel donde se confesó culpable y la jugó de víctima de una persecución y del odio, y hasta se le dio por la mística al meter en todo esto a Dios.

Una de sus frases desnuda su actitud: "Nosotros creemos que la justicia es justa (sic) y que Dios es uno solo para todos sobre la tierra. La decisión es personalizada, asumo la responsabilidad que me convoca y un juicio abreviado, donde ni la Justicia nos dice que somos culpables, ni nos declaramos culpables, sino que simplemente ‘firmamos un acuerdo’".

Cualquier que sepa un poquito de derecho sabe que lo dicho por Cevey es falso, porque no hay juicio abreviado posible sin reconocimiento de la culpabilidad.

Para que se entienda mejor, en las computadoras de tribunales hay cargado un texto base que se usa toda vez que alguien acepta, como lo hizo Cevey, el juicio abreviado. Palabras más, palabras menos, ese formulario sí o sí incluye una cláusula de confesión: "El imputado firmante manifiesta, libremente, que confiesa la existencia de los delitos que le fueran atribuidos". Y más adelante, agrega: "El imputado, junto a su defensor, expresa conformidad acerca de los términos del presente acuerdo sobre la existencia de los hechos, reconocimiento de la autoría, de la calificación legal y de la pena establecida".

No es una cuestión de interpretación. Es un hecho: Cevey se declaró culpable, aceptó la condena que se le impuso, estampó su firma al pie y ya no podrá siquiera intentar apelar. La sentencia en su contra es definitiva. Punto.
La pieza oratoria de Larrocca
Ni amigos ni enemigos del Doctor Julio Larrocca desconocen que es un hombre inteligente, que hace gala de un vocabulario repleto de giros técnicos legales, a lo que le suma un tono de voz firme, vehemente, reforzado con una rica y variada gesticulación.

Son gajes del oficio de alguien que no sólo ha estado en cientos de juicios ejerciendo su profesión de abogado, sino que en su carrera dirigencial supo afrontar acusaciones graves, de las que finalmente salió airoso, como cuando se le atribuyó, a él y a Sergio Urribarri, haberse quedado con fondos destinados a la nunca concluida obra del Estadio Único de Fútbol de Concordia. No sólo que Larrocca terminó sobreseído en esa causa sino que además contraatacó reclamando una indemnización de 1,9 millones de pesos al Estado provincial por "daños" y "perjuicios".

Si Cevey parecía arrepentido de lo que hizo, Larrocca lució como la contracara, gritando a todo el mundo un mensaje que uno imagina así: "acá estoy, no me escondo, soy inocente, volveré a demostrarlo como en aquel otro juicio, y apróntense para la indemnización que también reclamaré ".

Tal vez cualquier ciudadano sin experiencia en esta lides habría titubeado al intentar justificar un cambio de abogado defensor pedido sólo 24 horas antes de la fecha de inicio del juicio, fijada con 5 meses de antelación. Más aún si encima el nuevo letrado designado estaba en Ezeiza subiéndose a un avión cuando lo llamaron para preguntarle si aceptaba la "changa". ¿Cómo explicar que no se trató de un ardid para embarrar la cancha, como lo interpretó el Fiscal José Arias?

Pero Larrocca sí tiene experiencia y no titubeó. Por eso engoló la voz para hacer de un buen ataque su mejor defensa y mostrarse como una víctima ofendida e indefensa: "Tanto yo como mi hijo nos hemos sentido profundamente agraviados porque en ningún momento se resolvió cambiar la asistencia técnica jurídica para dilatar el proceso. Jamás. Ni siquiera se cruzó por nuestra cabeza".

Pero antes de esa frase, que disparó al final de su exposición, el dirigente de AFA construyó un discurso entre doctoral e irónico, que por momentos se asemejó a una película de Hollywood, y que tuvo por blanco principal al Fiscal José Arias y a los medios de comunicación que han publicado paso a paso las noticias sobre la causa.

Para que cada uno saque sus propias conclusiones, esta es la desgrabación completa de su mensaje:

"He escuchado en esta audiencia cosas que a lo largo de 32 años de ejercicio de la profesión y a lo largo de los 5 o 6 años estudiando derecho en la Universidad del Litoral en Santa Fe jamás había escuchado.

Recuerdo que cuando era muy joven me habían enseñado que el pilar de la democracia es la República y que la República consiste en la división de poderes. Y también me enseñaron, a partir de la lectura de un libro que se llama Constitución Nacional, que toda persona se presume inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Y también me enseñaron, como seguramente a Usted señor Vocal le habrán enseñado, que toda persona tiene derecho a su debido proceso y que no se puede endilgar el buen nombre y honor sin una sentencia firme que así lo determine y lo plasme el órgano correspondiente.

Asimismo me enseñaron que toda persona goza de la libertad dispuesta por el tribunal en tanto y en cuanto no se vulnere algunas normas del proceso y en tal sentido la comparencia, cuando el tribunal así lo decide, y no obstaculizar el desarrollo del proceso.

La pregunta que me hago como imputado y como abogado es: ¿En los dos años que lleva este proceso, está la Fiscalía en condiciones de afirmar que alguno de los imputados, de los 17, 18 o 19 imputados, no procesados, menos aún condenados, obstaculizó el desarrollo de la investigación que Fiscalía hizo con total y absoluta libertad? La respuesta es NO.

Lamentablemente, señor Vocal, y disculpe unos minutos más, acá hay dos procesos. Uno es el proceso judicial, que se hace en base a las normas del derecho, y el otro es el proceso mediático - periodístico.

Lamentablemente asistimos en los últimos tiempos a este tipo de cuestiones.

Simplemente decir que tanto yo como mi hijo nos hemos sentido profundamente agraviados porque en ningún momento se resolvió cambiar la asistencia técnica jurídica para dilatar el proceso. Jamás. Ni siquiera se cruzó por nuestra cabeza.

Simplemente entendimos que la defensa técnica que teníamos no era la que nosotros pretendíamos y, ejerciendo el derecho que nos asiste, designamos un nuevo defensor técnico.

Es decir, señor Vocal, quería expresar estas cosas para que consten en el acta, que conste que, sin perjuicio que la sala dispuso que me asista el defensor técnico anterior, sin perjuicio de ello, estoy en un estado de indefensión absoluta y total, pero acepto las reglas de juego tal cual las ha resuelto la sala en el día de hoy.
La cita es en el mes de abril
Los imputados que no aceptaron el abreviado atravesarán desde el 3 de abril de 2018 el juicio oral y público.

Si al terminar las audiencias, el tribunal los encuentra culpables y les impone una condena semejante a la que firmaron Cevey y familia, quedará la sensación de que el intendente fue más inteligente, al haber evitado el desgaste que significa sentarse día tras días en el banquillo de los acusados. Pero será sólo una sensación, porque a Larroca y compañía les quedará otra carta en el mazo: apelar la sentencia, una vía de escape que ya no está disponible para quienes aceptaron el abreviado.

Si, en cambio, el juicio oral y público desembocara en la absolución, resultará ininteligible para el común de los mortales cómo puede ser que por un lado Cevey y su grupo se confesaran culpables y por el otro algunos de sus cómplices, juzgados por el mismo delito, terminan absueltos.

Como tampoco se entenderá por qué el empresario José Galvani, uno de los que se benefició con el reparto de terrenos, ni siquiera llegó al abreviado. Cuando esta historia recién empezaba, no dudó en devolver el inmueble y se acogió a una probation.
Fuente: El Entre Ríos

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