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Esta vez, parece que va en serio. El Estadio Ciudad de Concordia, reversionado, sin la pompa imaginada cuando se anunció su construcción en la década de los ’90, estaría por ser inaugurado pronto.

“Al fin”, dirán los que recuerdan tantas ocasiones en que se prometió el corte de cintas. Por increíble que parezca, ha pasado más de un cuarto de siglo y varios mundiales. Aunque las comparaciones resulten odiosas, mientras Qatar levantó varios estadios, acá pudimos construir un pórtico de entrada, vestuarios, terminar las tribunas y preparar el campo de juego.

El drone de El Entre Ríos sobrevoló la obra, en busca de señales esperanzadoras. Y las encontró. La cámara captó desde el aire las tribunas ubicadas en tres de los cuatro costados, los vestuarios en el ala oeste, los bancos de suplentes y la cancha propiamente dicha.
También pueden observarse otras cosas. Como ser, una torre de alumbrado cuya base aparece incrustada en medio de una tribuna. Y, a los costados de los vestuarios, asoman numerosas columnas con los hierros al desnudo apuntando al cielo y el cemento oscurecido, vestigios de lo que era el proyecto inicial, sin dudas mucho más ambicioso.

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Otras imágenes exhiben cuán densamente poblado está ahora el barrio, especialmente hacia calle San Juan, en inmediaciones de la sede de CAFESG. Esa zona 26 años atrás apenas si tenía viviendas residenciales. Cuando haya partidos con tribunas repletas, será todo un desafío la convivencia entre el Estadio, los vecinos y el Regimiento de Blandengues, con protocolos de seguridad propios de instalaciones militares.
Los orígenes y la judicialización de la obra
Para entender la historia del Estadio Ciudad de Concordia hay que remontarse a la década del 90, cuando dos hombres que compartían la pasión política y la futbolera trabajaban asociados: Sergio Urribarri y Julio Larrocca. Ni el primero había llegado aún a ser gobernador ni el segundo a ocupar cargos en AFA.

En tiempos en que Jorge Busti gobernaba Entre Ríos, Urribarri presidía la Liga Concordiense de Fútbol y Larrocca era el secretario, sobrevino el primer anuncio, con el que se habrán ilusionado varios amantes del deporte pasión de multitudes.

Pero el inicio de la construcción quedó enredado en denuncias por presuntas irregularidades en el manejo de fondos provenientes del Gobierno Nacional bajo la forma de Aportes del Tesoro Nacional (ATN), luego de que se recibieran cerca de 200.000 mil dólares para la obra, con los que se construyeron las gradas de cemento y se movieron cientos de metros de tierra.

Entre 2001 y 2003, la causa contra Sergio Urribarri y Julio Larrocca por acción fraudulenta contra el Estado recayó en el juzgado a cargo de Martín Carbonell, el mismo que hoy integra el Superior Tribunal de Justicia.

Como los fondos fueron justificados a través de un contrato de publicidad entre la Liga de Fútbol y el Banco de Entre Ríos, ya por entonces Agente Financiero de la Provincia, el juez consideró que no hubo perjuicios para el Estado y archivó la denuncia.

La publicidad, de acuerdo con aquel contrato, consistía en la instalación de un cartel (publicidad estática) del Banco de Entre Ríos en otra cancha, "frente a la platea, en la línea de las cámaras de televisión".
“En marzo inauguramos el Estadio”
De allí en más, no faltaron ocasiones en que se prometió el reinicio y la conclusión del Estadio, pero a las palabras se las terminaba devorando la realidad.

Por ejemplo, a mediados de febrero de 2014, el entonces gobernador Sergio Urribarri anunció: "Seguro, en marzo licitamos el estadio de Concordia". Lo dijo rodeado de periodistas y acompañado de "Camau" Espínola, quien era en aquel tiempo Secretario de Deportes de la Nación. Pero llegó aquel mes de marzo y la promesa se hizo polvo.

Mientras tanto, las ruinas del estadio servían para que algunos corrieran en sus motos dejando las huellas en el pasto.

En 2018, el Concejo Deliberante, tras una acalorada sesión, aprobó una ampliación presupuestaria de 6 millones de pesos para intentar, de una vez por todas, concluir el Estado Único, con la promesa de que a esos 6 se le sumarían otros 6 de la provincia, que posteriormente Gustavo Bordet entregó al municipio de la Capital del Citrus.

Ya por entonces en el lugar se apreciaba el cartel de obra (no el del BERSA), donde se precisa que el contratista es Eduardo Marcelo Chezzi y el presupuesto total para concluir la obra ascendía a algo más de 16 millones de pesos.

En el debate de los concejales, que ocurriera en mayo de 2018, no faltaron voces críticas. Por caso, Reta de Urquiza, de Cambiemos, aseveró que “este estadio ya viene recibiendo presupuesto desde la década del ‘90 y creo que, en este momento, hay otras prioridades y por lo tanto no voy a acompañar este cambio presupuestario, como ya lo hice”.

Pero la más incisiva por entonces fue Carola Laner, del Frente Renovador: “El Estadio de futbol es sinónimo de las promesas incumplidas de Urribarri. Es importante que el ex gobernador rinda cuentas sobre los convenios, los fondos y las licitaciones de esta obra tan anunciada e inconclusa”, dijo. “Anoche leía la historia de este famoso estadio de futbol, que inició sus obras allá por 1996. O sea hace más de 20 años que venimos con este tema del Estadio de Futbol. Lamentablemente los comienzos de la obra estuvieron manchados por las famosas denuncias por irregularidades en el manejo de los ATN. Denuncias que lo tuvieron como protagonista a Sergio Urribarri y a Julio Larrocca, presidente y vicepresidente de la Liga”, dijo Laner.

Como sea, estas últimas imágenes documentan que se está trabajando y que está más cerca la inauguración del estadio, aunque más modesto que el proyectado en el inicio.

Queda por verse cuál será el uso que se le dará al Estadio y, especialmente, quién lo administrará. En principio, se sabe que está manos de la municipalidad. ¿Habrá convenio para que lo use la Liga Concordiense de Fútbol? ¿Se empleará para partidos de los torneos locales o quedará para eventos de mayor relieve?

El estadio será una opción más disponible para hacer rodar la número 5, en una ciudad en la que hay varios clubes que llevan años sin cancha propia.
Fuente: El Entre Ríos

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