La titular de la delegación local de Migraciones, María Alejandra Díaz, se apoyó en el intérprete Leonel Bracamonte para interrogar al detenido mientras permanecía alojado en la Comisaría Primera, a la espera de ser indagado. Apenas habla algunas palabras de español y se maneja en un inglés muy rudimentario: la comunicación más fluida se da en persa o farsi, el idioma oficial de Irán.
Ante Díaz y Bracamonte, dijo llamarse Asan Azad, haber nacido en Irán el 16 de mayo de 1994 y tener 28 años de edad. Sus padres son, según expuso, Azan Ramazan y Zara Rivan. Azad viajó desde Teherán, la capital de Irán, hacia Venezuela en 2016, cuando tenía 22 años. El viaje, expresó, duró 12 días. Tras su arribo a tierras sudamericanas, intentó obtener la ciudadanía venezolana, pero las autoridades del gobierno bolivariano de Venezuela no se la otorgaron, según relató. No abundó en razones.
Por eso viajó a Ecuador, donde también tramitó la nacionalización. El procedimiento, afirmó, demoró mucho y, entre idas y vueltas, perdió toda su documentación personal. Antes había manifestado que no recordaba el número de su cédula de identidad ni el de su pasaporte, datos claves para comprobar su nacionalidad y constatar que es quien dice ser.
Sin documentos, afirmó haber pasado la frontera sur ecuatoriana y llegado a Perú. Luego, continuó su descenso hasta arribar a Bolivia. De allí pasó caminando a la Argentina y recorrió, según dijo, distintos lugares del norte del país hasta que, finalmente, recaló en Concepción del Uruguay.
Identidad bajo sospecha
“Estamos caminando en el aire”. Así describió la situación el juez federal Pablo Seró, que tiene a su cargo la investigación contra Asan Azad por el delito de uso de documento ajeno.El magistrado no está convencido de que el sujeto sea iraní y que Asan Azad sea su nombre. Todos los demás datos que aportó el detenido, por supuesto, también están bajo el mismo cono de dudas. A poco de que la Policía de Entre Ríos detuviera en la terminal de "la histórica" a Azad, el doctor Seró ordenó a Gendarmería que realice un estudio biométrico para constatar su versión o, en todo caso, dilucidar de quién se trataba.
Durante la mañana del sábado 25, se presentaron en la Comisaría Primera dos hombres de la Dirección de Inteligencia de Gendarmería, con asiento en la ciudad de Buenos Aires: el comandante Mayor Juan Rizutto y el sargento Ariel Vallejos. El detenido estaba alojado en esa unidad de la fuerza de seguridad, por disposición de la Justicia Federal.
Rizutto y Vallejos, con instrumental Seek de tecnología estadounidense, procedieron a realizarle a Azad un estudio biométrico. Para eso le tomaron fotografías, huellas dactilares y el registro del iris del ojo. Esas muestras obtenidas se cargaron a un sistema online donde se acumulan datos provistos por distintas fuerzas de seguridad, a fin de cotejar si sobre esa persona existen registros o vinculaciones con organizaciones terroristas o si pesa sobre ella un pedido de captura y detención en otro país. El esquema de respuesta del sistema puede insumir unas horas o varios días. En el caso, se está a la espera de que arroje resultados finales, ya que la primera búsqueda rápida fue negativa.