El sistema de visitas es el habitual para los demás internos: dos días por semana y exclusivamente familiares directos. Es decir, no podrán ingresar amigos, parientes de segunda línea (nueras, primos, etc.) ni compañeros de la política. Se trata de una definición adoptada en la pandemia y quedó como disposición general para todos los penales, una medida que ha tornado más tranquilos los días de visitas y de esta manera las filas no son interminables como antes. De hecho, unos días antes del ingreso de los exfuncionarios, los internos habían realizado una protesta para volver al régimen anterior, pero las autoridades informaron que no habrá marcha atrás. Como Urribarri, Aguilera y Báez no pertenecen a un pabellón, se están definiendo qué días se fijarán para sus visitas.
Los nuevos internos, además, vienen manteniendo contacto telefónico varias veces por día con sus abogados y sus familiares. Avisan a la Guardia y les habilitan el teléfono, como tienen todos los pabellones, que puede ser un fijo o un celular controlado.
Los tres se encuentran en la misma celda, con una cama y una cucheta. Por las dimensiones del lugar que se utilizaba como depósito y antiguamente para los penitenciarios que eran del interior de la provincia, que tiene cuatro metros de largo y tres de ancho y un baño, no entra un alma más. Durante la mañana no salen de ese sitio. Como al lado funciona una oficina con un gran movimiento de gente, ya están informados que en ese horario no podrán salir. Por la tarde les abren la puerta para poder salir al patio interno un rato, y a la tardecita nuevamente un tiempo más.
Alimentos y ropa les llevan abogados o familiares a la Guardia, varias veces por día. Se requisan los elementos y se los llevan a la celda, una práctica que realizan todos los internos. Como el que lleva algo no debe entrar a la cárcel, se puede hacer en cualquier momento, hasta con un delivery. Esto debería seguir así hasta que la Justicia decida otro lugar de alojamiento, ya que en la celda en la que están Urribarri, Aguilera y Báez no tiene espacio para cocinar ni lavar y colgar ropa.
A los familiares les pasaron una lista muy detallada de los elementos que se pueden ingresar. La comida debe ir sí o sí en recipientes plásticos. Por ejemplo, una lata de picadillo se abre ahí y se pasa a un envase de plástico permitido. Si son galletitas, se abre el paquete y se la colocan en una bolsa. Los mismo con un tetra brick de leche, yerba, café o azúcar. Se prohíbe la comida rellena (tartas, ravioles, etc) porque son métodos usuales para esconder elementos prohibidos, básicamente droga, así como los aerosoles (desodorantes o repelentes, por ejemplo). No se permite el ingreso de alimentos que fermenten (vinagre, cítricos, etc.) porque los internos fabrican bebidas alcohólicas. Sí les permiten el ingreso de elementos de higiene y limpieza, sí como cubiertos y vajilla de plástico.
Como no son personas jóvenes, y dos de ellos son mayores de 60 años, tienen sus problemas que deben ser atendidos. Por ejemplo, Báez tiene diabetes y es insulino dependiente, por lo que la enfermera de la Unidad Penal va a la mañana, a la tarde y a la noche a aplicarle la insulina, según el certificado y la prescripción médica presentada. Además, les controlan la presión diariamente.
El Servicio Penitenciario les proveyó un ventilador debido a las altas temperaturas de estos días. Si el encarcelamiento en este lugar se prolonga analizarían otras medidas de climatización como un aire acondicionado, como tienen otros pabellones.
El beneficio que tienen de estar en esta celda improvisada es que no están con el resto de la población penal, con los problemas que esto podría acarrear, pero nada más. Por el espacio estrecho y el patio reducido, no cuentan con ciertas “comodidades” que pueden tener internos de un pabellón, como heladeras, anafes o piezas con un algo más de privacidad.
Además, se mantiene la custodia de los tres durante las 24 horas. Es la guardia de la División General que se la trasladó a la celda de los exfuncionarios condenados.
Si la prisión preventiva continúa en el tiempo, las autoridades penitenciarias o los abogados pedirán a la Justicia el traslado de los tres internos a la Unidad Penal N° 9, la Granja Penal de Gualeguaychú, tal como había señalado el director general del SPER, Alejandro Miotti, en el programa Cuestión de Fondo. Pero se sabe que, en las primeras semanas de la detención, sobre todo cuando hay cuestiones procesales por resolverse, la Justicia prefiere tener cerca a los detenidos. En este sentido, cabe recordar que esta semana se abordará en Tribunales la apelación al hábeas corpus y en la primera quincena de diciembre la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia tratará la impugnación extraordinaria de la prisión preventiva.