La foto para la historia
Sobre esa publicación dejó una revelación en la entrevista que le concedió a “3200, el código del deporte” este sábado en las instalaciones del Club Salto Grande: “La foto que puse, de mi final de carrera, me estaba dando cuenta que había sido acá, en este club, eso que no jugaba tanto de chico acá porque era del Regatas. Nunca me había dado cuenta de eso así que fue muy loco”.Sí, volvió al lugar donde fue inmortalizado en su infancia, cuando era un gurí lleno de sueños que la realidad terminó superando, como se encargó de contar en las redes sociales. Y fue a devolver un poco de todo lo que fue cargando en la mochila desde que empezó a recorrer las canchas, de una y otra costa del río Uruguay hasta convertirse en un ciudadano, con papel protagónico, del planeta tenis (llegó a estar ranqueado 19 y fue campeón en dobles, con el peruano Luis Horna, en Roland Garros 2008).
“A los 12 empecé a jugar COSAT (Confederación Sudamericana de Tenis), a los 16 empecé a conseguir resultados. Luego, porque era difícil económicamente, retomo la escuela y recuerdo que en Buenos Aires jugó un Future, luego otro y ahí un grupo inversor apostó por mí”, les contó a los jóvenes y padres que lo fueron a escuchar en la charla abierta y gratuita que ofreció por la mañana.
“Más tarde, me fui a Rumania a jugar Future”, prosiguió ante la también atenta mirada de su papá, presente en el salón del club hidroeléctrico. En la tercera semana en el país europeo pudo hacer su primer punto ATP y en la cuarta semana hizo cuartos de final. Sin embargo, su entrenador le dijo que era tiempo de volverse, pero él decidió quedarse y lo hizo por 16 semanas más hasta que volvió a Sudamérica siendo 700 del mundo.
Ese fue su inicio, el que contó con el entusiasmo de quien busca incentivar a los demás. De eso, de los valores y del intentar disfrutar, además de las exigencias; de los próceres con los que jugó y de sus visitas a Concordia y Salto habló con “3200, el código del deporte”.
“Brindar un poquito lo que me dio el tenis”
-Un sábado de diciembre, en Concordia, estás para ofrecer una charla y dar una clínica de tenis. ¿Por qué lo hacés?-Lo llevé en la sangre muchísimos años y ahora, de alguna manera y no con ese ritmo, pero me gusta poder brindar un poquito todo lo que me dio el tenis a las nuevas generaciones. Eso es un poquito lo que viene a hacer hoy acá. A sentirme o a trasladar que pasé por esa instancia donde están los chicos, a tratar de contarles un poquito de mi carrera y que ellos puedan sacar tal vez alguna idea, alguna conclusión, trazar algún paralelismo y que les pueda servir. Antes, vine a saludar a mis padres que están del otro lado, en Salto; a distraerme un poquito pescando y bueno combiné todo para hacer esto.
Concordia y Salto en su vida
-¿Qué lugar ocupa Concordia hoy en día para vos? ¿Solés visitar la ciudad? ¿Tenés familia, amigos con los que te mantenés en contacto?-Sí tengo todavía. Sin duda, varios buenos amigos y tengo a mi abuela ya con unos 94, 95 años y tengo algunos primos, pero la realidad es que vengo súper poco. Ahora, en este año y medio que ya no estoy compitiendo vine un poco más, pero te diría que en los últimos 10 años había venido con menos frecuencia de una vez al año, pero siempre que vengo la paso bien.
-Salto es tu segunda casa. Hasta no hace mucho ingresábamos a la ciudad y había un cartel que nos da la bienvenida a la ciudad con una fotografía tuya. ¿Cómo se siente, cada vez que vas ahí?
-Cuando uno vuelve a su lugar es como que lo ve natural. Se siente cómodo, la gente también te hace sentir esa comodidad que por ahí en otros lugares, donde no te vieron crecer, es como puede llegar a sorprenderte o también a ellos sorprenderlos y querer, no sé, una foto o lo que sea, pero tanto en Concordia como en Salto me siento muy cómodo y creo que la gente también.
Tras el retiro: “disfrutando de lo simple”
-Hablemos del cambio de estar en actividad, haciendo el circuito, a dejar de hacerlo. Una vez que se toma la decisión, ¿fundamentalmente los cambios están en ciertos hábitos? De pronto eras un ciudadano del mundo, pasabas no sé cuánto tiempo al año afuera y, de pronto, ahora podés volver a tener un poco de arraigo. ¿Estás en ese proceso?-En realidad, con la pandemia viví ese cambio. También viví mucho tiempo en Buenos Aires para entrenar, pero desde los 16 años hasta la pandemia no había estado más de 15 días en Uruguay. Ahora sí, como bien decís vos, cambió todo eso. Ya el último año que seguía compitiendo me venía el cuerpo y mi mente dando señales un poquito de que ya quería como ir parando, un poco más light y empecé (ahora tengo 38) con 35 ó 36 años a darme cuenta que existía otra vida aparte del jugador de tenis. Entonces, como que me fui preparando, imaginando y estoy súper contento con esta etapa.
Disfrutando un poco más de lo simple que estar en tu casa. Igual, sigo haciendo mil deportes: tenis no hoy el que me apasione jugar para mí. Sí de compartir con algunos chicos, lo mismo que con algún amigo que alguna vez me dice para pelotear. Veo que se pone contento y voy, juego; pero si me das a elegir a mí tengo un montón de deporte que me divierten: estoy en Montevideo, cerca de Punta del Este, surfear, hacer de caddie, ahora estoy jugando mucho al golf, al pádel pero trato de no meterme como obligaciones y eso es lo que estoy disfrutando. -Le estás dando otra mirada al tenis. Dar estas clínicas son una forma de seguir vinculado, podríamos decir ¿Cómo ves a lo que hacés ahora?
-Sí, totalmente. También tengo dos hijas y entonces como que también eso me hace vivir ese rol más simple, más de padre, de chofer y, a veces, ir de un lado a otro. En cuanto a lo de tenis sí me gusta trasladar toda esa experiencia sobre todo cuando están en esa etapa, no tan social, sino con la ilusión de querer jugar. Creo que tengo para aportarles y veces como cariño, esa reciprocidad en cómo lo toman y te dan muchas ganas de volcar esos conocimientos. Cuando lo absorben así del otro lado y te lo demuestran está bueno y eso me tiene como entretenido también a la hora de hacer este tipo de cosas.
El secreto está en…
-Se puede transmitirle a los que asistan una clínica que, además de por supuesto exigirse al máximo, ser lo más competitivo que se pueda, en el tenis también puede disfrutarse del proceso y de compartirlo con el otro. A la distancia veíamos que, mientras estuviste en el circuito profesional, eras una persona que disfrutabas y en algunos momentos te podías divertir e hiciste amigos con aquellos que eran circunstancialmente tus rivales. ¿Se puede tener esos vínculos y pasarla bien, aún cuando la exigencia es muy grande?-Está buena la pregunta. Creo que esa inocencia, esa divertirse como un juego, es difícil en algunos momentos de mantenerlo, pero sin duda que el mensaje va un poco por ahí y mucho más a estas edades. Ellos solos, con 20 años o cuando sea el momento de esa exigencia máxima sabrán o irán aprendiendo cómo manejarla. A veces, es difícil hacer compatible, pero creo que hay que estar atentos y trabajar todo el tiempo en disfrutar ese camino, porque a veces uno tanto en el tenis como en la vida se va poniendo como diciendo hasta no conseguir tal cosa no me relajo, no disfruto, no me doy tal gusto.
Y creo que un poquito el secreto pasa en ir disfrutando de ese camino y, como bien decías, creo por muchos momentos lo pude hacer sobre todo en el final, que creí que le iba a poder manejar mejor fue cuando por ahí esperaba mucho de ese disfrute o no sé bien, hasta el día de hoy no tengo bien claro el por qué, pero se me hizo difícil el pasarla bien fuera de la cancha que dentro. Te diría que fue como la mayor espina de la carrera digamos, más que de resultados. -Es un año muy particular para el para el tenis: Djokovic, después de mucho buscarlo, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos; Rafa Nadal dijo: si Pablo se retira yo también (risas) y hace unos pocos días vimos el partido despedida que tuvo Juan Martín del Potro. Son tenistas con los que compartiste muchos años. ¿Sentís que sos parte de una generación que hizo las cosas muy bien?
-Compartí con una generación espectacular. En cuanto a resultados, fíjate que los que estaban compitiendo entre ellos, veían los 14 Grand Slam de Sampras y lo terminaron pasando tres personas en el mismo momento. Había, sinceramente, momentos en el año donde te decían armate el cuadro, por dónde querés ir y era como que decías: después de cuarta final para adelante me da lo mismo porque, en su momento, Ferrer no te daba un espacio, del Potro tampoco, Wawrinka, Murray, el mismo Berdych, aparte de los otros tres. Eran tipos muy regulares. Ahora creo que hay tipos muy buenos, muy talentosos, pero quizás no con esa regularidad. Hoy no hay 10, 12 tipos con tanta regularidad como hubo en un momento. Por un lado te daba como bronca pensar por dónde me meto, cuál es mi posibilidad, pero también creo que hubo grandes deportistas, grandes personas, todos muy queridos. Me parece espectacular el momento que me tocó vivir en el circuito.