"2024, el año del regreso a la jungla" fue el título de la columna de Jhon Carlin, publicada en La Vanguardia de España el 29/12/2024 en la que afirma que el año que pasamos, es el año es el que la jungla ha ganado terreno a la civilización.
No es necesario para muchos de nosotros analizar la política mundial, para reafirmar esa frase, ya que los retrocesos vividos en materia de reconocimiento de los derechos que supimos conseguir, especialmente sociales, en relación a sectores altamente vulnerables y discriminados históricamente, comenzaron a vislumbrarse a mediados del primer año de gestión del Pte. Milei.
¿Es el populismo que dicen combatir, la raíz de todos los males de nuestro país? ¿O es la excusa ideológica que desde un discurso y relato apoteótico y apocalíptico intentan introducir en nuestra sociedad, para lograr la acumulación y concentración de poder y dinero de unos pocos?
En las últimas décadas Argentina fue ejemplo a nivel mundial, de políticas destinadas a proteger y contener positivamente a las mujeres, adultos mayores, discapacitados y la comunidad LGTBQ, inmerso todo en una concientización constante del cambio climático o como prepararnos para lo que la naturaleza nos prepara para los próximos años.
Derechos y reconocimientos que hoy son altamente cuestionados y tendientes a eliminarse totalmente por personajes como Javier Milei, Elon Musk, Donald Trump, y otros iluminados entre los que se encuentran Georgia Meloni de Italia y Nayib Bukele de El Salvador, quienes apuntan a una guerra cultural sin precedentes contra lo que ellos llaman la cultura woke.
Woke («despierto» en inglés) es un término que, originado en los Estados Unidos, inicialmente se usaba para referirse a quienes se enfrentan o se mantienen alerta frente al racismo y hoy se refiere a aquellas personas que tienen conciencia de otras cuestiones de desigualdad social, por ejemplo, en relación con el género y la orientación sexual.
Hoy, el mundo que avanzó, como Argentina y la mayoría de los 144 países enrolados en la ONU, se encuentran dentro de esa cultura que pretenden destruir.
Las leyes de Protección a las mujeres víctimas de violencia de género, el matrimonio igualitario, la libertad de elección del género como construcción cultural y no biológica, la introducción de agravantes en las leyes penales por delitos contra esos sectores, el reconocimiento del Interés Superior del Niño, discapacitados y adultos mayores, el análisis con perspectiva de género, la introducción de la igualdad política en cargos electivos, todas son nomas surgidas de una sociedad woke para este gobierno.
Esa pretendida “igualdad” que hoy proclama el Presidente Milei con los proyectos de derogación de estas políticas, asi como el abandono del Tratado de Paris contra el cambio climático y la Organización Mundial de la Salud, que avanza hacia el desconocimiento del valor de la vacunación como ya definió EEUU, por ejemplo, no es más que volver hacia la desigualdad total.
Las normas que pretende eliminar no son un invento argentino, sino que se basan en tratados y convenciones internacionales que tienen raigambre constitucional, reconocidos por el art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, por lo que, además, al pretender eliminarlas, viola nuestra raíz, nuestra razón de ser como país, sin analizar el avasallamiento infernal sobre el sistema federal. En política económica, pretende que los precios minoristas sean mostrados al público con la discriminación de impuestos. Bienvenida sea esa medida, así los argentinos veremos que la mayor parte de esos impuestos son nacionales y que la Nación, ese “Estado” que se pretende destruir por ineficiente e ineficaz, es quien se queda con la mayor parte de los ingresos que nosotros, los pueblerinos del interior federal, producimos.
Apoyar las políticas sociales hoy en Argentina es ser Woke, de izquierda, populista, ignorante, sin educación para los libertarios. Para quienes entendemos que la igualdad llega cuando todos tienen las mismas oportunidades para lograr ese movimiento social ascendente en el que se pueden superar los estigmas de raza, sexo, religión, política, con apoyo de un Estado presente que los acompañe en ese proceso, ser parte de esa cultura Woke es un orgullo.
Políticamente, el Peronismo representa esa cultura por lo que la lucha, en términos electorales, se concentra este año en su confrontamiento.
Las elecciones de 2025 serán unas elecciones de medio tiempo fundamentales para nuestro país y para la sociedad que concebimos y que conseguimos. Se definirá no solo un poder temporal, sino las verdaderas bases sobre las que se sostendrán las políticas a aplicar en los próximos años.
¿Volveremos a vivir en la Argentina de los años oscuros en que ser mujer, homosexual, viejo era un defecto y había que ocultar, disimular y sufrir?
¿O daremos esa lucha que se nos presenta ante las constantes provocaciones, ofensas, sin especular, sin retroceder?
Hoy parecemos una sociedad adormecida, convencida de que lo único positivo es no tener inflación y el objetivo es destruir a los sectores que nos molestan, pero podrá ésto sustituir el día de mañana la perdida de nuestros derechos?
Por lo pronto, prestarnos al debate y tratar de entender hacia donde nos llevan, sería suficiente como para empezar.