En primer lugar, el carácter no ortodoxo puede deducirse al considerar que, el manual del buen monetarista (libro ficticio a los efectos del análisis), recomienda suba de tasas para combate de la inflación, y por sobre todo que las mismas sean positivas en términos reales, es decir, que se encuentren por encima de la inflación. Es lo que recomendaba el Consenso de Washington y lo que sigue defendiendo el FMI.
Sin embargo, la administración Milei ha impulsado una serie de bajas sucesivas en la tasa de interés de referencia. En efecto, al asumir el actual gobierno, la misma se encontraba en 133% anual, al momento de escribir esta nota (27 de mayo 2024) se encuentra en apenas 40%. Muy por debajo de la inflación proyectada. Lo cual la lleva a terreno negativo en términos reales.
¿Por qué el gobierno promueve tal cosa a pesar de su posible contradicción con la ortodoxia monetaria? En primer lugar, pongamos las cosas en contexto: la complicada herencia de la administración Fernández incluyó un balance del Banco Central en pésimas condiciones, con pasivos remunerados devengando mensualmente alrededor de 2 billones de pesos, los cuales debían pagarse con emisión, a esto cabe agregar las reservas netas negativas en casi 11 mil millones de dólares.
Pues bien, en este marco entonces, ¿Qué efectos estaría buscando el gobierno bajando la tasa de interés a niveles negativos en términos reales? Hay 3 efectos deseables que podríamos destacar, a saber:
? Reducir el devengamiento de intereses por parte de los pasivos remunerados del Banco Central. Como una manera de mejorar su situación financiera.
? Estimular el crédito. Por supuesto, si el costo de los préstamos se reduce, esto podría tener un efecto reactivador al incrementarse los préstamos hacia el sector privado, tanto para consumo como para inversión. Así, los bancos volverían a su función de financiar al sector privado en lugar de ser principalmente prestamistas del Banco Central como lo vienen siendo desde hace años.
? Buscar que la tasa que ofrecen los plazos fijos, por debajo de la inflación, aliente la migración de esos ahorros hacia renta variable, es decir acciones de empresas además de otros instrumentos del mercado bursátil, y hacia bonos del Tesoro nacional.
Podrían enumerarse otros efectos positivos actuales y potenciales de la baja de tasas, pero esos serían los más directos. Vayamos a los efectos negativos o riesgos que plantean las actuales tasas tan atrasadas respecto de la inflación esperada. Entre los principales se destacan:
? La migración pretendida hacia renta variable y bonos del Tesoro podría verse frustrada en gran medida ante la preferencia del público ahorrista por dólares alternativos. Al respecto, el pasado jueves 23 el “blue” trepó a $1280. Los dólares bursátiles (MEP y CCL) hicieron lo propio, generando sorpresa y preocupación.
? Aumento de la brecha entre las cotizaciones oficiales y las alternativas. Pues, la mayor brecha desalienta la liquidación por parte de los exportadores que no quieren desprenderse de sus divisas a un dólar oficial rezagado respecto a las cotizaciones paralelas. Además, la brecha, desalienta inversiones, al preferir el poseedor de divisas especular con su tenencia que mal venderlas contra pesos con los cuales asumir los riesgos de cualquier inversión.
? Por su parte, los exportadores podrían querer aprovechar las tasas tan bajas para financiase a través de los bancos postergando la liquidación de los dólares obtenidos. Esto último afectaría la oferta de divisas y por ende iría contra el exitoso proceso de recomposición de reservas que viene llevando a cabo el Banco Central desde el cambio de administración.
Como puede verse, y sin poner en tela de juicio las buenas intenciones que pueda tener la política económica encabezada por el trío Milei-Caputo-Bausili, la baja de tasas tiene sus efectos positivos, y se destaca el proceso de mejora en el Balance del Banco Central logrando sumar reservas así como la búsqueda por depurar su compleja situación financiera. Pero tal política tiene riesgos que alertan que en el mediano plazo deberían lograrse tasas de interés de mercado, que le ganen a la inflación, estimulando el ahorro y el logro de una situación de mayor normalidad.
Este escenario deseado exige que, en el mediano plazo, además de tasas reales positivas, el conjunto de restricciones cambiarias que conocemos como “cepo” haya sido desmantelado. Esperemos que se logren estos nobles y necesarios objetivos, o en el largo plazo todos estaremos… con importantes dificultades.