Podrá decirse que “de milagro” no murió nadie. Y no es exagerado. Un tiroteo entre dos jóvenes ligados al narco interrumpió las actividades y obligó a tirarse a tierra. Los vecinos, en su enorme mayoría gente trabajadora que anhela una mejor calidad de vida, saben de qué se trata. Lo que experimentaron los funcionarios por algunos minutos, ellos lo viven de manera cotidiana, con la desesperación de ya no saber qué hacer para impedir que sus hijos caigan en las adicciones o terminen fulminados por una bala.
Si es cierto que “la única verdad es la realidad”, la dirigencia tuvo ayer la posibilidad de conocerla y no morir en el intento. De aquí en más, cabría esperar que el avance narco en las barriadas concordienses sea mirado de frente y que se acometan políticas coordinadas de manera urgente. Hay que empezar hoy. Mañana ya será tarde.
La concejal Claudia Villalba, que formaba parte del grupo de dirigentes y funcionarios que se encontraba en el barrio José Hernández, contó al diario Río Uruguay que “los disparos eran dirigidos hacia una persona que estaba cerca de nosotros, pero quedamos en el medio de la situación. Luego se quedó sin proyectiles, se va hacia una esquina y nuevamente -desde otro ángulo- quedamos nosotros en el medio de un enfrentamiento en el que venían de una parte y de otra”, detalló.
Villalba remarcó que “esto ocurrió a las diez de la mañana, con mucha gente y niños en la calle. La policía llegó al lugar y además nosotros radicamos la denuncia correspondiente porque estos son hechos que hay que trabajarlos, hay que tratarlos y no permitir que los barrios sean tomados por estas personas que se adueñan de un lugar, donde vive un montón de gente trabajadora”, aseveró.
Es decir, la concejal, sin dudas bajo el impacto que le generó lo ocurrido, admite que la ciudad que está gobernando tiene barrios bajo el riesgo de ser “tomados”. Pero se queda corta. Lo que “no hay que permitir” -según dice ella- ya está ocurriendo, ya hay zonas “tomadas”.
“Cuando hacemos estos abordajes es para conocer la realidad de los barrios, más allá de llevar lo que se brinda con personal de salud, vacunación y demás”, indicó la edil. Pero insistió en que esos trabajos de territorios son “para detectar ciertas cuestiones y esto nos preocupa sobre manera, porque incluso después los vecinos nos comentaban que estos hechos son a diario en el barrio”, enfatizó la entrevistada.
Es elemental que los servidores públicos vayan a los barrios y los conozcan. ¿Acaso sería posible hacer política de otro modo? ¿Cómo buscar soluciones a problemas que no se conocen, cómo responder a demandas ignoradas? También los periodistas deberíamos ir mucho más a los barrios, en vez de andar siempre dando vueltas alrededor de la Plaza 25 de Mayo, donde funciona el poder, como si esa fuera toda "la realidad".
El “abordaje territorial” de este miércoles podría ser, si se aprovecha la experiencia límite vivida, un punto de inflexión, para que haya, justamente, un “abordaje” integral del drama del narcotráfico y los cientos y cientos de pibes vulnerables que han caído en las adicciones, esclavos de una espiral de violencia y muerte.
Son problemas sociales que “tenemos que trabajarlos, porque no podemos permitir que Concordia sea un lugar que tenga barrios a los que no se pueda ingresar”, dijo Villalba. Pues bien, que el asunto no desaparezca de la agenda. No sea que en las próximas sesiones del Concejo Deliberante se vuelva a debatir sobre trivialidades, en las que se pierde el tiempo con tanta frecuencia.
Al describir a los protagonistas del hecho de inseguridad, Villalba sostuvo que “eran personas muy jóvenes y eso es otra cosa que nos comentaban, hay mucho problema con la juventud”, fundamentalmente “con las drogas” y todo lo que eso acarrea.
Sí, tal cual, “hay mucho problema con las drogas”. Con la droga y con la pobreza extrema. ¿Qué vamos a hacer antes que Concordia sea otra Rosario, si es que ya no lo es?
No sea que cuando pase el miedo experimentado ayer, el José Hernández vuelva a ser olvidado, como tantos otros barrios. Y se queden solos vecinos como Gustavo Godoy, que rema y rema intentando que su barriada avance, o el cura Néstor Toler que una y otra vez camina sus calles buscando apuntalar tantos sueños de la gente por salir adelante en comunidad.