José Persigo está de espaldas a la cámara que lo retrató y de frente al río, en su mismísima naciente allá en el norte donde confluyen los ríos Canoas y Pelotas, los nombres que en ese infinito juego de palabras solía citar José para despertar una sonrisa en su interlocutor. “Un río baja de luto buscando el alma que lo amó”, dijeron desde la Asamblea como frase precisa para esa imagen. A continuación, el resto de la dedicatoria al que dio mucho por la integración de los pueblos hermanos por el río que los une:
“Ay, río, río, qué decirte, río, esa alma fue cauce arriba, perfumando tus cuencas, buscando el borbollón de la naciente, elevándose en húmedo vapor que se confunde con la nube.
La nube de amor que los unió hoy se hizo lluvia, iluminada por un sol que inventa locuras chispeantes, de compromiso diario como el espíritu de quien conoció tu intimidad y se dio entero por tu ser.
Ser río, ser agua, ser borbollón, ser limpio, ser hermoso, ser nube ahora, inserta en la Gran Nube de amor que los hizo uno, felices, inmensos, queridos.
Nosotros, desde la orilla, esperamos la bendición renovada, más fuerte ahora, para que sus sueños, nuestros sueños, sean una realidad”.
