El relato lo hacen los allegados de Graciela Marizza, 13 años después, intentando hacer visible un caso por el que la Justicia aún no les ha dado una respuesta, mientras ven cómo día a día se deteriora su salud.
Su sobrina y ahijada, Sabrina Pasquet, abrió la cuenta de Instagram @justiciaparagraciela desde la cual llegaron a los medios. “Esto comenzó en 2010. Graciela empezó a sentir mareos, dolores de cabeza, tenía sangre en la orina y otros síntomas que parecían comunes a varias enfermedades, pero no se encontraba un foco común. No sabemos cuánto tiempo estuvo consumiendo agua contaminada”, dijo al aire de Radio 12.
“A mediados de noviembre empezamos a sentir un olor extraño en el agua, que no podíamos identificar, y los perros no la querían tomar. Eso fue un llamado de atención”.
“El 24 o 25 de noviembre cocinamos ravioles y ya sentimos un olor a nafta muy fuerte, además de gusto en la comida. Decidimos hacer la denuncia y pedir a Criminalística de Entre Ríos y a la municipalidad que hicieran análisis del agua. El 27 de noviembre confirmaron que las muestras habían dado positivo para hidrocarburos”.
Si bien Graciela solía estar acompañada por alguno de los sobrinos, vivía sola. En cuanto a los vecinos, “también hubo afectados, no todos de la misma manera. Por una cuestión de ubicación de la casa e inclinación de la calle, era donde más ingresaba. Tomaron muestras en algunas casas más y en una había presencia (de nafta) en el tanque, pero no en la misma cantidad; en las otras no, pero sí en el suelo”.
Destacando la celeridad y eficacia con que intervinieron las autoridades municipales, Sabrina Pasquet agregó: “Constataron que había combustible en las cañerías y el suelo; fueron aproximándose a la estación de servicio y también había. Se cerró la estación, se hizo un peritaje, sacaron los tanques y había filtraciones. Los caños de la calle eran de asbesto, lo que favorecía que la nafta pasara dentro de la red de agua potable. Todo eso después se cambió, pero ya no se pudo revertir la intoxicación que mi tía tenía en su sangre. Los análisis salieron positivo de plomo en sangre y en orina”.
Secuelas irreversibles
Los especialistas han determinado que las consecuencias neurológicas son irreversibles para Graciela.“En 2012 le diagnosticaron polineuropatía producto de esta intoxicación con hidrocarburos y el síndrome de hipersensibilidad química múltiple”.
“En estos años tuvo cuatro neumonías derivadas de esto y la polineuropatía hace que sus músculos se vayan atrofiando; está en silla de ruedas, los brazos prácticamente no los mueve y le está costando hablar”.
“No puede hacer nada por sí sola; necesita asistencia las 24 horas”, agregó su sobrina en el programa “Lo vi en las redes”.
“Está cien por ciento consciente de lo que le pasa. Entiende y sabe el retroceso que va teniendo día a día, lo que lo hace más difícil”.
Sin sentencia
Para la familia de Graciela Marizza, los responsables de lo sucedido “son muchos, pero en principio la empresa Torrealday S.R.L que era dueña de esa estación de servicio (ubicada en calles Galán y Rossi, esquina de la vivienda de la víctima, sobre la vereda de enfrente) y a la firma Axion”.Su sobrina dice que ninguno de los empresarios presuntamente involucrados se comunicó con la familia. “Las únicas comunicaciones fueron a través de nuestros abogados, en las distintas etapas del juicio que 13 años después sigue estando en primera instancia sin una sola sentencia”.
“Tres juezas estuvieron a cargo de la causa a lo largo de estos años. Cada una que venía empezaba toda la investigación de nuevo. En el medio estuvo la pandemia y eso demoró un poco más las cosas”.
“Después hay trabas que no se entienden. Por ejemplo, había fecha de sentencia en primera instancia para marzo o mayo de este año, y unos días antes la jueza que estaba de turno pidió revisión de pericias que se hicieron en 2018. Tuvieron todos estos años para pedirlas, pero lo hicieron en el medio de la fecha de sentencia”.
A partir de la repercusión que el caso tuvo en los últimos días, “las juezas no quisieron hablar. Los abogados de quienes eran dueños de la estación de servicio enviaron una nota a un medio de comunicación diciendo que se solidarizaban con ella y su familia, poniéndose a disposición de la Justicia, diciendo que ellos siempre hicieron los controles y tenían todo en su debida norma, lo cual no tiene lógica, porque tenemos infinitas pruebas de todo esto: videos, fotos, análisis. Tuvieron que pasar por este escándalo mediático, 13 años después, para solidarizarse con la familia”.
A más de una década y sin una resolución judicial, Sabrina reflexiona: “Lo más triste es que –si bien quizá la situación de Graciela no hubiese cambiado- el fallo de la Justicia unos años atrás, nos hubiese dado otras herramientas económicas para ver si con otros tratamientos podíamos frenar o ralentizar esto. Al no contar con los medios económicos, fue muy difícil solventar los gastos de los estudios, médicos, viajes”.
“Si hoy el fallo sale, igual nos quedará un sabor amargo porque nada nos la va a devolver y a ella nadie le devuelve la vida que perdió”.
“Demoramos 13 años en hacer esto público porque ella no quería; confiaba en la Justicia, en que las cosas se iban a dar. Lo que más duele es que la Justicia en la que confió la abandonó”.