“El búfalo doméstico o bubalino, como el que atacó al cazador mexicano, sufre la agresión de los cotos de caza”, sostuvo Zava, quien tiene su campo en Mantilla, cerca de los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes. “Hay varios productores, no son bufaleros, que usan sus campos para cotos de caza de animales silvestres. Lo lamentable es que en varios cotos de caza se introducen bubalinos, que son animales domésticos, se los abandona totalmente, ni siquiera se les hace sanidad, y los corren y los matan a los tiros”, detalló este ingeniero, miembro de la Asociación Argentina de Criadores de Búfalos y docente invitado en la UBA.
“Por ello esos pobres animales se embravecen. Es una agresión delictiva a un animal doméstico, muy lejos del bienestar animal. Tanto los cazadores como los propietarios de campo lucran con un negocio que es una falacia: se retiran con un trofeo de un bubalino que en total les costó no más de 5000 dólares, cuando para cazar al búfalo salvaje africano –que son sincerinos y no bubalinos– tienen que pagar por todo el paquete un mínimo de 50.000 dólares, o sea, diez veces más”, detalló. “Es una falacia total, para decirlo en buenos términos. Es lo que sucedió en Gualeguaychú: un coto de caza y un señor imprudente. Son animales domésticos abandonados y agredidos”, insistió.
Zava aportó más datos sobre los búfalos en la Argentina. En nuestro país hay más de 250.000 cabezas y 1200 criadores en once provincias. “Los establecimientos ganaderos bubalinos están dedicados a la producción de carne y también de leche en zonas difíciles y poco productivas con vacunos”, dijo.