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Una maqueta del futuro aeropuerto binacional
Una maqueta del futuro aeropuerto binacional
Una maqueta del futuro aeropuerto binacional
En el ambiente del fútbol es frecuente recordar una original salida del Coco Basile, cuando explicó que él “paraba” bien a sus equipos, pero el problema surgía cuando el árbitro pitaba y los jugadores se movían, en especial los rivales. Por analogía, aquel irónico comentario del DT de voz enronquecida puede resultar útil para entender lo que pasa en el mundo de las exportaciones, donde el dinamismo es vertiginoso y la innovación una de las claves; por ende, lo que ayer fue útil, hoy tal vez ya no lo sea.

En su reciente visita a Concordia, tanto el Presidente Alberto Fernández como el gobernador Gustavo Bordet resaltaron que el proyecto del aeropuerto binacional, que consiguió financiamiento del BID en 2017 y que ahora está en proceso de licitación, será clave para el sector exportador de la región, ya que hará posible sacar la producción al mundo sin pasar por Buenos Aires.

Es más, el primer mandatario reforzó la idea al trazar una comparación con el Aeropuerto Internacional Benjamín Matienzo de Tucumán, cuya estación de cargas con cámara de frío fue inaugurada en 2013, y que por entonces traccionó para que el sector arandanero de esa provincia se expandiera, transportando por avión las bandejas de la codiciada fruta directamente a Estados Unidos, en unas pocas horas.

Pero, ¿sigue siendo así?, ¿o, desde 2013 a la fecha cambiaron las condiciones del mercado y ya el transporte aéreo del pequeño fruto hacia USA dejó de ser la pieza clave del “mecanismo” de la logística que asegure rentabilidad?

“Este año, Tucumán no tuvo vuelos de arándanos”, dice, sin vueltas, Adolfo Storni, CEO de Extraberries, ante una consulta de El Entre Ríos.

A la hora de explicar qué está pasando, lo resume así: “Argentina perdió la exclusividad de la ventana de exportación aérea de Septiembre y Octubre por la irrupción de la oferta de Perú en contenedores. Mucha oferta, ya que Perú en solo 10 años llegó a exportar 10 veces más volumen que Argentina. Sumado a que este año subieron los fletes aéreos”.

Volviendo al Coco Basile, lo que Storni viene a querer decir es que uno de los rivales, Perú, se movió mucho más que Argentina y sacó ventaja. El antiguo imperio Inca supo generar variedades de fruta que soportan los tiempos del viaje en barco, lo que les ha permitido ofrecerla a menor precio por el consiguiente abaratamiento del flete y casi en la misma “ventana” del año en la que sale hacia USA la producción argentina.

Storni abrió la lente de la cámara para captar en su descripción a otros actores internacionales de peso y poner sobre la mesa variables macroeconómicas que estarían conspirando contra la fruticultura en general. “Diría que el aporte del aeropuerto binacional será muy reducido para el arándano, porque cambiaron las condiciones de mercado, el costo de los fletes aéreos, el volumen exportable en la misma ventana de parte de otros orígenes (Perú, Sudáfrica, México), y, principalmente, porque la producción y la exportación no es un buen negocio con las actuales condiciones macroeconómicas, impositivas, laborales y comerciales”, aseguró.

Storni dio por hecho que la obra del aeropuerto binacional Concordia – Salto, que financia el BID, será muy provechosa para otros rubros: “Seguramente habrá otros sectores que pueden verse beneficiados, como el turismo, los vuelos sanitarios y los vuelos oficiales, pero, para la exportación de arándanos, el aporte es reducido”, insistió. “Tal vez hace 10 años era relevante, pero hoy la actividad está en proceso de reconversión y luchando para sobrevivir”, sentenció.

Allá por Agosto de 2020, en una entrevista con el sitio especializado Bichos de Campo, Adolfo Storni expuso con crudeza la decadencia de la fruticultura argentina, resumida en este dato: “Exportamos la mitad que hace 10 años, cuando todo el mundo creció”. Y, hablando específicamente del arándano, agregó: “Hoy Argentina exporta 6 toneladas por hectárea, cuando nuestros colegas más exitosos ya están arriba de las 20 toneladas”.

Storni advirtió en aquel reportaje que “el riesgo de desaparecer existe y es muy alto, y hay amenazas de todo tipo: que los costos altos, que las variedades que tenemos son de baja productividad, que Perú, Chile y Sudáfrica vienen con todo; pero si mañana la actividad frutícola desapareciera, y tenemos que darle Ingresos Federales de Emergencia (IFE) a todas las personas que el arándano emplea, eso le costaría a la Argentina 50 millones de dólares al año”, graficó.

El CEO de Extraberries señaló que no se requiere mucho para poder despegar en fruticultura. “Pedimos que nos devuelvan los 3 millones de dólares de retenciones que nos cobran, que nos mejoren en 4 puntos los reembolsos y que nos dejen usar los saldos inmovilizados (de IVA). Con 10 millones de dólares, podemos poner nuevamente en funcionamiento esa rueda de inversiones y reconvertir lo que hace falta”, manifestó.

La solución pasa, según Storni, por “dar ese salto de productividad, pero también tiene que haber un esfuerzo del Estado, porque las principales trabas nuestras son internas. Cuando la producción sea prioridad, todos los otros problemas se van a arreglar solos. Mientras cada año se produzca menos, se primarice y se concentre todo, será muy difícil producir y trabajar en Argentina”.
Fuente: El Entre Ríos

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