“Mientras se escucha de fondo a Frank Sinatra, ha llegado a engalanar este estudio de Radio 10 él, el buen gusto hecho persona. Señoras y señores, en su trono, con sus copas y un florero…”, dijo el conductor de la emisora, mientras se veía al exjuez Norberto Oyarbide ubicándose en el estudio.
Antes de que pronunciara palabra, el letrado, oriundo de la zona de Villa Elisa, en Entre Ríos, golpeó suavemente las copas entre sí para emitir un sonido que fue festejado por su presentador, que recién ahí, y aplaudiendo, dijo “Norberto Oyarbide está entre nosotros”.
Atrás quedaron los tiempos en que el magistrado, allá por agosto de 2018, justificaba algunos de sus fallos en favor de los K diciendo "me apretaban el cogote para que sacara las causas de los Kirchner".
Todo parece indicar que ya no será esa la línea argumental que impulse al aceptar debutar en radio en un grupo de medios de extrema cercanía a la vicepresidenta.
En sus primeras palabras en el micrófono, Oyarbide dijo que esta nueva etapa que inicia le resulta “inspiradora”. “Me inspira para la vida. Me encanta este desafío”, agregó, tras precisar que fue juez durante 22 años.
El exmagistrado, señalado por varios fallos que favorecieron a la familia Kirchner y también acusado de enriquecimiento ilícito, confesó un pasado difícil siendo niño en su Villa Elisa natal.
“Cuando era niño vivíamos en una hermosa localidad llamada Villa Elisa, en una casita muy humilde donde mi papá, Gregorio Mario, tenía su peluquería (¡no sé por qué me pusieron Norberto, me hubieran puesto Gregorio, que es más poderoso!). Mi padre era un galán muy requerido por las mujeres y lo sorprendí en situaciones de infidelidad”, reveló. Y continuó: “Yo tenía 5 años cuando descubrí a mi padre robándole un beso en la boca a una dama que no era mamá. Él vio que lo descubrí y me prohibió hablar. Me dijo que tuviese mucho cuidado. Esas palabras me quedaron grabadas como si hubiese sido Hitler el que me estaba hablando (con los ojos húmedos). Yo jamás abrí la boca. Años después, gracias a algunas lecturas, descubrí que yo tenía rasgos perfeccionistas. Y entendí que yo me forcé en ser perfeccionista para salvar la dignidad de mi familia. Mi perfeccionismo fue evolucionar al salir del medio del campo, entre la bosta de las vacas, y hacer una carrera brillante. En realidad, señores, fue todo una máscara: interpreté a un personaje que trató de rescatar la dignidad de mi familia, porque mi padre era alcohólico. Si bien no la castigaba ni a mi madre ni a mí, a mí me avergonzaba verlo llegar ebrio a casa”.