“Me llamaron de otra escuela de medicina paulista porque soy el único que hace hipnosis a nivel de consultorio clínico allá y me están llamando de Italia también. Además, TV Bandeirantes quiere hacer una serie sobre hipnosis conmigo”, señala, quien tenía decidido ir solo una vez por mes a Brasil para atender pacientes.
En el Hospital de Clínicas de San Pablo, Fabio forma parte de un equipo multidisciplinario de alrededor de 25 especialistas en el que hay médicos, anestesistas, acupunturistas, odontólogos, psicólogos, psiquiatras y más. “Yo trabajo con el síntoma, el médico trabaja con la enfermedad. Yo voy siempre de segundo”, aclara sobre su rol en el grupo. Él interviene cuando los médicos ya encontraron la causa de la enfermedad porque su objetivo es eliminar el dolor una vez que ya se supo qué era lo que lo provocaba.
“El complemento es fabuloso y en Brasil lo entendieron muy bien. Somos únicos en Sudamérica”, destaca sobre una combinación para la que hay que tener mucho cuidado con el celo profesional. Según Fabio, eso fue lo que lo limitó a poder desarrollar esta misma actividad en Uruguay.
De shows en Tacuarembó a San Pablo
Fabio sostiene que siempre le gustó la hipnosis, aunque no la llamaba así. Su abuelo materno, un coronel del ejército, lo llevaba a ver a un conocido hipnotizador español, el Profesor Fassman, a un teatro que ya no existe en su Tacuarembó natal.En el colegio jesuita al que iba, el padre Terra advirtió que tenía facilidad para la hipnosis y, cuando tenía 11 años, le regaló su primer libro sobre la materia.
Cuando le dijo a su padre que quería dedicarse a esto, lo apoyó.
Aprendió leyendo mucho, comenzó a hacer shows de hipnosis y, un buen día, un neurocirujano brasileño vio cómo convencía a una persona de comerse una cebolla diciéndole que era una manzana. “¿Podemos dar un placebo y decirle que es el mejor remedio del mundo?”, le preguntó. “Podemos”, fue su respuesta y determinó que se lo llevara a trabajar al Hospital de Clínicas de San Pablo, donde se atiende a 60.000 personas por día. Allí trabajó durante 31 años en terapia del dolor, formando parte de un grupo multidisciplinario integrado por especialistas de diversas ramas.
Tiene el título de la Facultad de Hipnosis de España. Asegura haber formado a 7.444 personas en su especialidad.
Lo que hace
“Mi habilidad es engañar la mente”, explica Fabio sobre lo que realiza como hipnotizador. “El cerebro es físico, lo tocás, lo trabajás. La mente es intangible, es burra, pero es la que carga el cerebro. El cerebro sería Steve Jobs y la mente, Bill Gates. Yo trabajo sobre la mente”, describe.¿Cómo lo hace? “Yo te pongo una orden hipnótica. Por ejemplo: cada vez que golpee dos veces la mesa te dormís o te reís. O cuando el médico te toca acá, no sentís dolor. Te queda la imagen y el cerebro lo sabe, pero la mente no sabe lo que es una imagen. Entonces tengo que encontrar algo para comparar”, señala Fabio.
Para ello trabaja con lo que se llama la modulación sensorial: se siente, cambia de color, cambia de sabor. Y apela mucho a los colores. “De 0 a 10, ¿cuánto te duele? 10 ¿Qué color es el 10? Tú me decís ‘negro’, entonces 0 es blanco, 9 es marrón oscuro. Entonces voy del marrón oscuro al blanco”, explica.
Su labor consiste en atacar todo tipo de dolor: emocional, fantasma (por ejemplo, cuando a una persona se le ha amputado un brazo y sigue sintiendo que le duele aunque no lo tenga), idiopático (siente el dolor y no sabe qué es).
Para este último caso pone como ejemplo una persona a la que le duele el hombro: “Yo te pregunto: ¿cómo es tu dolor? ‘Fuerte’, respondés. ‘Perdón, no sé lo que es fuerte’. ‘Es horrible’, decís. ‘No sé lo que es horrible’. ‘Es como un perro’, contestás. ‘Perfecto, perro sé lo que es. ¿Qué tamaño tiene?’ ‘Es grande, es un doberman’, decís. ‘¿De qué color?’ ‘Negro’. ‘Imagínate en tu hombro una mordida de un doberman negro. De 0 a 10, ¿cuánto le darías?’ ‘10’, decís. Yo te hipnotizo y te digo: ‘Tenemos un doberman rosado mordiéndote tu hombro’. Ahí baja el dolor, ¿por qué? Porque la mente, que es la que recibe la orden, le dice al cerebro: ‘Mirá que rosado es menos agresivo que negro’ y libera endorfinas. Yo sigo hipnotizándote, te digo que ahora te muerde un caniche rosado… así hasta llegar a un perro de peluche pasándote la lengua”.
Hipnosis deportiva. El clavadista al que volvió sordo por 30"
“El boxeador Ken Norton le quebró la mandíbula a Cassius Clay usando autohipnosis para ultrapasar sus límites. El saltador ucraniano Serguéi Bubka todos los años superaba sus récords mundiales en un centímetro haciendo autohipnosis. El argentino Helenio Herrera, que fue técnico del Real Madrid, hacía hipnosis”. Fabio Puentes enumera estos casos de hipnosis deportiva cuando cuenta que es a lo que se quiere también dedicar ahora en Uruguay.“Yo entrené a la tenista brasileña Vanessa Menga y ganó la Medalla de Oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, en 1999. También entrené al equipo brasileño de voley femenino”, apunta, al tiempo que explica que “la hipnosis deportiva saca los obstáculos del deportista y aumenta su desempeño”.
Uno de sus más recientes trabajos lo realizó con Rafael Fogaça de Araujo, un chico que practica salto de trampolín y que está sexto a nivel mundial. “Me llamó el técnico de Brasilia para decirme que había que sacarle los miedos”, relata Fabio. “Entonces fui a verlo. Cuando él llegaba al trampolín, yo le hablaba y él me respondía ‘estoy bien, Fabio’. Lo mismo pasaba cuando le hablaba el entrenador. Pero cuando estaba por saltar la madre le gritaba: ‘Rafael, acomodate el pelo, arreglate la ropa’, y él saltaba mal y caía mal. La solución era decirle a la madre que no fuera más, pero eso era imposible. Entonces me lo llevé aparte, lo hipnoticé y le dije: ‘Cuando pises el trampolín, quedás completamente sordo. Solo vas a escuchar al técnico y a mí. Cuando entres al agua, volvés a escuchar a todo el mundo’. Con eso quedaba sordo unos 30 segundos, lo suficiente como para no escuchar a su madre. ¿Resultado? Realizó el mejor salto de la competencia y fue Medalla de Oro”, señala el hipnotizador.
Enseguida aclara que lo único que hizo fue eliminar los obstáculos de este excelente deportista que en mayo competirá en el Mundial de Singapur.
Usos
La hipnosis se puede utilizar para muchas cosas. La puede usar un dentista y, en ese caso, Fabio recuerda la vez que a una misma persona le hicieron seis implantes dentales sin anestesia en un mismo día. También se puede aplicar para tratar adicciones, ataques de pánico, cesáreas (cortar hemorragias), para adelgazar o motivar a deportistas.Una de las cosas que hacía el uruguayo en Brasil era sacarle el miedo a los niños que necesitaban hacerse una tomografía.
“Pintamos la sala del color del fondo del mar y yo los convencía que eran el muchachito de la película, el marinero. Entonces entraban al tomógrafo sin problema”, relata.
En el caso de la depresión la cosa es más complicada. “Es algo intangible. Puede ser por un problema familiar, de estudio, de un amor, por trabajo. Se puede tratar, pero ahí necesito la ayuda del paciente. No depende de mí, depende del otro”, advierte.
Vale aclarar que la hipnosis nunca puede obligar a la persona a hacer algo que no quiera, que vaya contra su vida. “Si yo te digo ‘tirate de un vigésimo piso’, no lo vas a hacer’, apunta.
Fabio señala que más importante aún que la hipnosis es la autohipnosis y la enseña. “Si yo te hipnotizo es como que te doy un celular. ¿Cuánto dura la batería? Un día. ¿Después qué hacés? ¿Lo tirás? No, lo cargás. Eso es la autohipnosis. Yo te saco el dolor, pero tengo que enseñarte a que te lo saques cuando vuelva”, detalla.
El hipnotizador destaca que la fuerza de voluntad es un factor muy interesante y varía según las culturas. “Los americanos o los europeos dicen ‘no’ y es ‘no’, mientras que los sudamericanos es ‘no, sí, bueno, pero sí. Las dos etnias más fuertes para el dolor son la germánica y la nipona, son las que soportan más el dolor. En la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón eran aliados”, acota.
Fabio también ha colaborado en casos policiales. Quizás el que más se recuerde es el de la muerte de Ana Luisa Miller en los años 90, en el que intervino para descartar que su novio fuera el asesino y luego todo derivó hacía Pablo Goncalvez.
“En Brasil tengo más de 580 programas de televisión hechos. He formado 7.444 personas en todo el mundo”, asegura. El tiempo pasa y ahora quiere estar cerca de los suyos, en su Tacuarembó natal. Por estos días define si lo concretará este año o antes se dará una vuelta por Italia. “Quiero morir habiendo puesto los pies en Roma”, lanza con una sonrisa.
Se presenta en el teatro en abril e inicia cursos
Fabio Puentes cuenta que él se formó en la hipnosis según la escuela rusa. “El ruso te enseña que hay dos maneras de hipnotizar: por amor o por temor”, explica. “Si un niño se lastima el dedo y va llorando a decirle a la madre, esta le da un beso, le pasa la mano por el dedo y el dolor se va por amor. Pero si va con el padre y este le dice ‘callate la boca y no llores’, el dolor se va por temor”, agrega.Son todas cosas que el uruguayo quiere venir a enseñar ahora en su país y para ello previamente hará una presentación en el Teatro Escayola de Tacuarembó. La cita será el sábado 5 de abril, a las 20 horas, con Stand Up Motivacional, un show de hipnosis en el que, entre otras cosas, enseñará a controlar y programar la mente. Las entradas cuestan $ 500 y se venden por Tickantel.
Fabio también dictará cursos de hipnosis, el primero de ellos será en marzo. “Tengo médicos, cirujanos plásticos, que aprendieron viernes, sábado y domingo, y el lunes estaban operando. Pero también tengo otros que el lunes ya se creían profesores, por eso hay que tener cuidado”, advierte.