Una herramienta habitual que nos dan los que saben (médicos y nutricionistas) es hacer el registro, es decir anotar cada comida, con el mayor detalle posible, incluido nuestro estado de ánimo, esto nos permite tomar conciencia que la frase del primer párrafo no es cierta, y que uno termina consumiendo muchas cosas que no son sanas, y en cantidades industriales, pero la culpa nos obliga a mentirnos, y construir un falso relato, que nadie lo cree salvo quienes desean ser parte de este autoengaño.
Los datos nos permiten ir perdiendo la subjetividad, confrontar la realidad, aunque podemos elegir seguir viviendo en la mentira, y quienes padecemos de obesidad sabemos que es un ir y venir, una constante lucha, que ante cada victoria nos anima a seguir y festejar comiendo tal vez, y con cada derrota nos dan ganas de tirar todo por la ventana.
Pero los datos están ahí, también está la balanza, que nos da más información, pero si aún tenemos duda, nos podemos medir, para analizar si bajamos el volumen, son todos indicadores, además de los análisis clínicos que nos dan el detalle exacto de nuestro estado de salud, un buen chequeo cardiológico, etc.
Todos estos datos, nos sirven para entender la verdad, esa que nos da el espejo, pero que nuestro subjetivismo no nos permite reconocer, a veces con un trasfondo serio como es el trastorno alimenticio, otras tantas ante la negación de una enfermedad, y nos acostumbramos a vernos en el espejo, aunque con el tiempo no nos reconozcamos.
Los datos están ahí, podemos mentir, puedo meter mano al registro y en vez de anotar dos milanesas poner una, o no poner que la acompañe con pan, eludir la balanza una semana luego de un fin de semana cargado, para pesarme dentro de 15 días, y así amortiguar los efectos.
En sí puedo negarme a ver la realidad, puedo llegar al punto de destruir pruebas, eliminar el registro, sacarle las pilas a la balanza, y prohibir al profesional que diga que no bajo en realidad porque no llevo a cabo el tratamiento. Puedo elegir ocultar la verdad, sepultarla, eliminarla de cuajo, pero seguiré estando enfermo.
Puedo incluso encontrar varios que eligen creer mi “verdad” y decidimos cuestionar a quien brinda la información que surgen de los indicadores, podemos crucificarlo, que sea el chivo expiatorio, todo antes de asumir mi propia responsabilidad.
Podemos elegir todo eso, o enfrentar el problema, y ver que hay algo importante detrás de todo eso, que es la salud de uno, y lo que uno significa para quienes nos quieren.
Poner en tela de juicio a los datos, a las fuentes, y a la honorabilidad de periodistas que conozco, admiro y considero amigos, nos debe llamar un poco a la reflexión, podemos disentir en las líneas editoriales, en la importancia de cada dato, en los enfoques, pero no destruyamos la balanza, el centímetro, y el registro, no caigamos en el facilismo que a mí me acompaña desde hace más de 15 años de buscar en otros la responsabilidad. Sí pensemos que hay problemas que enfrentar, y que lo discursivo es muy bello y apasionante, pero mientras tanto el sistema cruje, y mucho. No es el periodismo el que falla por tener fuentes, y muchas, sino el sistema que al verse desnudo decide recrear la fábula del rey está desnudo, queriendo decirnos que somos tan tontos que no podemos ver semejante traje. Igual en todo caso siempre la frase del título es pertinente “Creo en lo que quiero creer”.
Sólo una vez que logremos corrernos un poco, mirar más allá, lograremos entender que podemos tener ciento de miradas diferentes, pero la balanza está ahí, el registro también, al igual que el centímetro, y seguirá estando al igual que la grasa corporal que va ganando espacio, y poder, con lo que eso significa.
Se termina el 2018, ojala para quienes hacen algo tan hermoso como es el periodismo (uno apenas se dedica en algunas facetas a la comunicación, tal vez en otra vida sí me dedique de lleno al periodismo, o no. Uno no sabe sino es mañana) les permita reencontrarse, y darnos muestras que están un paso adelante en la construcción de espacios de debate, porque a los otros aún nos falta mucho, pero quienes forman opinión nos pueden ayudar y mucho. Hasta la próxima.